Capítulo 2- Otra vez juntos

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Y, allí estaba. En Tokio otra vez. Echaba de menos este lugar, le traía demasiados recuerdos. Se sentía como un extranjero llegando a una ciudad dónde empezaría una nueva vida, pero al salir de la estación y ver una familiar plaza, se sintió de nuevo como en casa.  Al lado de una fuente, visualizó a su amigo peliverde acompañado de su inseparable compañero pelinegro.

—Akashi —saludó Midorima Shintaro.

—Me alegra verte —dijo Akashi.

Para ser dos personas que se hablan después de un año sin verse, la conversación era muy seca y demasiado educada. Midorima se ajustó las gafas y dijo:

—Empezaremos la universidad y sigues igual que antes, físicamente.

—¡Es su manera de decirte que te ves muy guapo!  —dijo el pelinegro, Takao Kazunari. —Ya sabes qué tan tsundere puede llegar a ser. ¿Eh, Shin-chan?

Takao se apoyó en Midorima.

—Takao, cállate, anda... —musitó Midorima.

—Tú también vienes —observó Akashi, mirando las maletas que llevaba.

—¡Claro! No puedo dejar a mi Shin-chan solo. ¡Se me romperá! 

—Como si fuera a pasar algo así —dijo Midorima. —Tengo mis Lucky Item y Oha Asa predijo que sería una semana espléndida para los cáncer, como yo.

—¿Este es tu amuleto de hoy?— preguntó Akashi, observando el mini-ventilador que llevaba el más.

—Menos mal que no eran tijeras otra vez —dijo una voz detrás de ellos. —Sería problemático.

Los tres chicos se giraron y se encontraron con Kuroko.

—¡Kuroko! —exclamó Midorima. —No salgas así como así.

—Shin-chan, no me digas que no lo habías visto llegar —se rió Takao.

—No tengo tu Ojo de Halcón, ¿vale? 

—Pero he estado todo el tiempo aquí —se excusó Kuroko. —He llegado justo después que Akashi-kun. 

Entonces, un perro ladró. Era Nigou, el no tan cachorro de husky siberiano que siempre acompañaba a Kuroko.

_¡Nigou! —exclamó Takao alegre, y se dispuso a acariciarlo. 

—Diez personas y un perro —dijo Midorima. —Espero que el apartamiento sea grande, Akashi, porque no cabremos.

—Bueno, siempre puedes dormir conmigo, Shin-chan —insinuó Takao. —Siempre tendrás un lugar en mi cama....

—¡Takao!

Takao se rió de su reacción. 

—¡¡Kurokocchi!! ¡¡Midorimacchi!! ¡¡Akashicchi!!

No hacía falta girarse para ver quién era el que gritaba así. Kise Ryouta venía corriendo muy feliz. El chico rubio se les echó encima. Akashi pudo escapar de sus brazos, pero los demás chicos cayeron en su trampa. 

—¡Hola! —gritó Kise.—  ¡Oh, Takaocchi, no sabía que venías también!

—¡Aquí me tienes!

—¡Kurokocchi! ¡Hola!

—Buenos días, Kise-kun.

—¡Buenos días! Oye, Akashicchi, ¿cómo es el apartamiento? 

—No se me ha informado de eso. 

—¡Oh! ¿Es sorpresa? ¡Qué emocionante! 

—¡Chicooos! —canturreó una voz femenina. 

Vivir con la Kiseki no Sedai Donde viven las historias. Descúbrelo ahora