Hacia frio y Rocky no encontraba donde cobijarse, por más que se apresuraba su pata trasera le impedía moverse libremente, no quería que sintieran lástima, no era su culpa ser un perro de la calle o nacer sin raza conocida, al contrario partencia a muchas. La lluvia calló de pronto, era por eso que el viento soplaba tan fuerte pensó para sí el perrito flaco y poco agraciado, los poco manchones de pelo que la sarna no había tumbado absorbieron el manantial celestial que para él no era más que una maldición. El hambre golpeaba sus tripas y hacían que rugieran más fuertes que su propio ladrido, no ayudaban los parásitos que causaban una fuerte picazón en allá donde ustedes saben.
El sol salió, la brisa ya no golpeaba con fuerza, solo unos cuantos rayos de sol se metían por debajo del puente que sirvió de guardia nocturna para nuestro amigo canino. No tenia jauría, no le gustaba estar oliéndose el trasero con otros machos o compartir las sobras que pudiesen encontrar en algún basurero de la localidad, no le interesaba pelear por las hembras del clan, el buscaba un ideal superior.
Le costó ponerse en pié, las pedradas de los chiquillos que lo embocaron días atrás para maltratarlo por diversión hicieron mella en su cuerpo viejo y enfermo. No entendía a los humanos, no podía asociar la idea de amar a unos por como nacieron y despreciar a otros por no ser como ellos quisieron. No los odiaba, como todo perro soñaba con tener un hogar, un sitio donde le rascaran la panza y recibir a alguien cada tarde, donde poder jugar y descansar en las noches cuando la luz del cielo se apagaba, el solo quería una oportunidad, algo que nadie le había brindado.
El camino se hace largo cuando no tienes un sitio a donde ir, eso era obvio para Rocky que avanzaba a donde sus cuatro partas lo llevaran y donde las botas de un humano no lo alejaran, en la mañana se preocupaba de encontrar un buen tinaco donde abastecerse de alimento y tomar agua de alguna zanja cercana para calmar la sed. Al medio día descansaba a la sombra de algún árbol de la localidad y en la tarde salía en la búsqueda de un hogar amoroso que lo decidiese adoptar, estaba convencido que en alguna parte del mundo existía esa persona que al verlo entendiera que en él existía un perro que vivía para dar amor y protección.
Esa tarde fue distinta, luego de dormir una siesta y pasando por la orilla de una calle concurrida se topó con algo que llamó su atención, Rocky nuestro buen amigo descubrió un cachorro herido en plena acera, un auto lo atropelló y su cuerpo tembloroso se acompañaba de chillidos de dolor. Rocky corrió hacia él y lamió su orejita ensangrentada, quería darle a entender que no estaba solo. Muchos humanos transitaban por aquel sitio, seguro alguno se detendrá a ayudar al pequeño cachorro llamado Spanky el cual se debatía entre la vida y la muerte por negligencia de un conductor distraído por su aparato celular. Las personas pasaban y los dos perros echados rogaban auxilio, algunos miraban con dolor y apartaban la vista, otros más ignoraban la escena y avanzaban como si nada, Rocky estaba indignado.
La luna no salió esa noche, se negó ver tal espantoso espectáculo de crueldad, Spanky tirado en la acera ya no se movía, su cuerpo estaba frio y no respiraba, Rocky por su parte aullaba y perdía la fe que depositó en los humanos, ¿cómo era posible dejar morir a un ser vivo por evitar salir de la zona de confort?, no comprendía a los humanos, quizás eso era lo mejor, esos seres incapaces de sentir el dolor ajeno. Quizás por eso nació feo y tinaquero, para no tener que ser mascota de una raza de insensibles. Así con el alba nuestro amigo se dispuso un nuevo viaje, uno para encontrar una razón para creer en los humanos.
ESTÁS LEYENDO
Historias de Delirios
Short Story¿Alguna vez has tenido delirios febriles? acá dejo una recopilación de esas historias espontaneas que nacen sin más y solo dejan sus destellos de locuras. Espero les guste.