El Circo de Asesinos

58 4 0
                                    

Todos desconfiaban mutuamente desde que se lanzó el desafío, ¿acaso alguien ya lo sabría?

El payaso Punky dio el primer paso, sus zapatos enormes y de color violeta inmediatamente llamaron la atención. Se colocó justo al frente y se dispuso a hablar.

-Compañeros, amigos, conocidos, tú el de la barba y el señor que parece cabra- dijo en tono burlesco, su nariz crecía cada vez que respiraba y se encogía al reír, su cara palidecida por la pintura le daba un toque sombrío, inmediatamente apagado por la ropa ancha y poco a la moda que vestía, sin contar con el deforme sombrero triangular que cubría su frente ancha.

-¡Fue Marrrrqueza!- grito de la nada el enano que siempre acompañaba al maestro de ceremonia. Marqueza, la mujer musculosa y con barba que amenizaba el acto de lanzamiento de hachas se puso en pie y sin mediar palabras se lanzó sobre el diminuto ser, no basto el hombre come espadas y el maestro de ceremonias para poder separa a la corpulenta mujer del físico del enano que ahora se retorcía en el suelo.

-¿¡Acaso todos se han vuelto locos!?- regaño el monje levitador y que también luchaba contra los tigres –Están dejando que esto los saque de quicio, recuerden que nos reunimos para obtener la verdad- Las miradas dolosas no se hicieron esperar, no estaban allí para cooperar, todos querían ganar el desafío y con esto el gran premio que les prometió el dueño del circo.

-Yo sigo pensando que es el titiritero el culpable- acusó Sniper, el maestro encantador de serpientes.

-¿Y por qué no tú, falso encantador?- respondió el titiritero con la voz de Arnulfo, su muñeco ventrílogo.

-Quietos… basta ya de acusaciones mis adorables criaturas extrañas- rugió con su voz esplendorosa Agustín, el maestro de ceremonia y haciendo sus ademanes lanzó al payaso Punky a una esquina –El dueño nos ha prometido heredar el circo a quien descubra al culpable de su intento de homicidio… ahora, sabemos que el culpable se encuentra en esta carpa y ha de tener un motivo y una oportunidad para intentarlo…

-Marquezzza, ella se revuelca con el jefe y siempre ha querido ser la jefa- dijo el enano incorporándose lentamente sin presentir que una hacha se clavaria en su diminuta cabeza y le cegaría su existencia. Era Marqueza que cansada de una causación falsa cobro venganza de propia mano, fue sometida por tres hombres sin resistirse y llevada al cuarto del jefe del circo, mientras Punky y la Mujer agujas se hacían cargo del cuerpo de su antiguo compañero. Nadie se mostraba triste ni preocupado, solo un poco molestos por el hecho de que tendrían que compartir el premio entre los presentes.

-Jefe acá le traemos a quien lo intentó asesinar- diplomáticamente hablo el maestro de ceremonia, esto mientras Sniper y el hombre espadas se hacían gestos de victoria.  Marqueza por su parte estaba de rodillas en el suelo y sus fuertes brazos la sostenían mientras sollozaba de la rabia –Prueba de su maldad esta que acaba de asesinar a nuestro compañero el enano- terminó diciendo Agustín.

-No es ella… quizás mató al enano como ustedes dicen… pero ella estaba duchándose en el momento que atentaron contra mi vida- aclaró el hombre de mediana estatura y vos fuerte como un trueno.

-Señor pero ¿y el enano?- indagó Sniper al notar la reacción fría de su jefe.

-Lo hubiese matado yo cualquiera de estos días… era una molestia… dejan a esa pobre mujer aquí… ustedes sigan haciendo lo que están haciendo- los despidió el hombre con un gesto de manos y sin colocar en ellos su mirada en ningún instante.

Los tres hombres regresaron al salón que ahora era un sitio de disputas. Una riña tumultuaria se libraba donde no existían contrincantes si no una turba de golpes y armas por doquier. Agustín se hizo a un lado mientras veía como el hombre de las espadas atravesaba las vestiduras del feo payaso y la mujer de las agujas cobraba la vida de un Sniper que distraído matando al titiritero no notó la presencia de dicha mujer. Al final el hombre de las espadas herido por la fragorosa batalla cayó por un simple garrotazo de la mano del maestro de ceremonia, que impactado pero satisfecho de ser más inteligente que el resto corrió hasta la sala de su jefe.

-¡Señor todos están muertos!- gritó excitado Agustin.

-¿Te emociona saber que tus colegas de años están muertos?- respondió el dueño del circo sin dejar de darle la espalda a Agustín.

-Pero aquel que lo intentó asesinar… ya no está…- dijo de manera un poco más calmada el maestro de ceremonias.

-Nadie me intentó asesinar… quería probar su  avaricia y confianza… bastaba con que se apoyaran mutuamente para que yo les heredara esto que he construido, pero vosotros se mataron con tal de lograr hacerse con algo que siempre les perteneció… iluso… no existe peor ser que aquel que disfruta viendo la muerte de sus compañeros… paga por tus pecados y siéntete orgulloso de saber que siempre supe que tú serias el mayor traidor- El jefe se giró para ver como el hacha de Marqueza zanjaba el cráneo de Agustín.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 13, 2013 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Historias de DeliriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora