Entre dos mundos

Capítulo {2}

"El progreso consiste en el cambio"

《-Es la tercera puerta a la izquierda- Me dice una voz familiar. Miro para todos lados pero no consigo saber de dónde proceden esas palabras. Atravieso un pasillo que parece no tener fin, el suelo es de baldosas totalmente blancas y del techo cuelgan unos pequeños focos que alumbran el estrecho pasillo. Llego a la puerta en la que con letras gruesas pone "Habitación 123". Mis manos tiemblan y una corriente eléctrica recorre mi espina dorsal. Sin saber muy bien si entrar o no, posiciono mi mano derecha sobre el pomo y giro con suavidad. La puerta se abre junto a un leve chirrido de las bisagras, desde el umbral de la puerta apenas tengo una vista clara de la habitación, todo se ve muy borroso...》

-Señorita, despierte, ya hemos llegado a Londres- Abro los ojos lentamente, los párpados me pesan, consecuencia de la falta de sueño. Una mujer de pelo moreno recogido en un moño y de ojos verdes, me da suaves toques en el hombro. Por un momento luzco aturdida, pero rápidamente recuerdo donde estoy, pero no recuerdo haberme quedado dormida.

-Vale, muchas gracias- Le digo a la chica con aspecto de azafata cuando por fin consigo articular palabra. Aún aturdida por ese extraño sueño miro la hora en el reloj, son las tres de la tarde. Me apresuro a levantarme de mi asiento, estiro mi jersey que se ha arrugado un poco y cojo mi bolso, para salir del avión.

Después de recoger mis maletas, voy a una parada de taxis, pero choco con alguien y me caigo de bruces.

Desde el suelo puedo ver a un joven alto, de pelo y ojos marrones, que viste con una camisa blanca y unos caquis, seguramente tendrá mi misma edad o a lo mejor será uno o dos años mayor, es bastante guapo y me resulta muy difícil dejar de mirarle.

Tonta, tonta, tonta, tonta, tonta y tonta.

-Lo siento ¿Estas bien? ¿te has echo daño?- Me dice el apuesto chico sacándome de mis pensamientos.

-Tra-tranquilo, estoy bien no te preocupes- Mi voz suena insegura y temblorosa, avergonzada me levanto del suelo y recojo mis maletas que están tiradas en el suelo.

-Me llamo Justin ¿y tu?- Su voz suena segura y en ella se puede notar un leve acento británico. Mientras me levanto del suelo puedo observar por el rabillo del ojo como su mirada está fija en mí, lo que hace que me sonroje.

-Yo soy Sky- En cambio mi voz suena una vez más terriblemente insegura.

-Por lo que parece no eres de aquí ¿me equivoco?- Sonríe. Tiene una bonita sonrisa que hace que se le formen dos preciosos hoyuelos en ambas mejillas en los que es difícil no fijarse.

-Acabo de llegar de Estados Unidos y la verdad es que ando un poco perdida- Sonrio nerviosa. Me giro una y otra vez pero no pasa ningún taxi por el alrededor. No quiero tener que ir andando, no se muy bien donde está todavía la residencia de estudiantes y posiblemente me pierda.

-Pues bienvenida a Londres, te va a encantar- Alguien grita su nombre desde dentro de un coche, a lo que me doy cuenta de que el también carga con maletas. Se gira para mirar en dirección al Mercedes Benz plateado. -Si quieres te puedo acercar a algún sitio- Continúa diciendo, volviendo la mirada hacia mi y pasándose la mano por su pelo perfectamente peinado.

-No hace falta, de verdad, ya me las apañaré para llegar- Suelto una leve sonrisa.

-Como quieras- Sonríe -Espero volver a verte Sky, me ha encantado conocerte, de veras- Me extiende la mano a modo de despedida a lo que le respondo con un apretón de manos. Se marcha en dirección al coche y desaparece por la carretera.

(...)

¿Es que no hay taxis aquí?

-Siendo Londres la ciudad más transitada de Inglaterra ¿como no puede haber ningún taxi por los alrededores?- Digo para mis adentros mientras observo si se digna a pasar algún taxi.
Después de andar media hora cargando con las dos maletas, encuentro un taxi disponible y unas ganas inmensas de saltar de alegría me invade pero mantengo la compostura. Al abrir la puerta del taxi londinense un olor a pino invade mis fosas nasales, haciendo que se me revuelva el estómago, para que engañarnos, es un olor extremadamente desagradable.