Capítulo 1

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-¡Hola amor!, buenos días dormilona, ¿cómo amaneciste hoy?-

-Muy bien amor, ¿qué tal descansaste?-

-Excelente, ¿qué quieres hacer el día de hoy?, hoy me di un día para nosotros, pasas mucho tiempo sola en la casa y eso no es bueno para tu recuperación, hace... ya casi un año del accidente, pero eso no importa, que estés junto a mí es lo que me hace dichoso-

-Gracias cariño, ¿podríamos salir al jardín?, es un día hermoso y me gustaría pasear, pero ya no con la silla, llévame caminando por favor-

-Así será aunque llevaremos la silla por si te cansas, ¿es un trato?-

-¡Es un trato! Y Candy guiñó el ojo.

Afuera el clima es precioso, la campiña resultaba siempre excitante, aunque era diciembre en Rancagua, ciudad chilena, el clima en esa época es caluroso, la casa estaba a la orilla de un lago hermoso rodeado de montañas nevadas y un bosque verde hermoso, el cielo estaba radiante y lleno de nubes , parecía una postal sacada de un calendario, la casa color beige con techo en color ladrillo era espaciosa, de un solo piso para poder desplazarse sin problemas ya que Candy usó silla de ruedas después del accidente y de haber salido del coma en el cual duró dos meses, según fue lo que él le dijo, estaba lejos de su país natal, no sabía mucho el idioma de ese país, pero ya entendía lo suficiente para comunicarse con la servidumbre que siempre era tan amable con ella, él le había dicho que ese lugar era perfecto para su recuperación y lo había comprado pensando en ella y en sus días de recuperación, los negocios los llevaron hacia Sudamérica y por lo que le cuenta él su matrimonio siempre fue bien avenido, hasta que ella sufrió aquel accidente.

-Cariño, ¿por qué no me cuentas cómo fue el accidente?

-Amor... titubeó... el doctor no me lo tiene permitido, piensa que puedes caer en shock y eso sería contraproducente ya que apenas te estás recuperando de las secuelas, además ese día me sentí morir al encontrarte así, no insistas, ¿no te basta el amor que te tengo?-

-¡Claro que me basta!, no seas tontito, sólo que este vacío me hace sentir una persona incompleta, como si faltara algo en mí.-

-Entiendo, pero puede que no recuerdes tu vida pasada, es una posibilidad, recuerda que lo dijo el médico la última vez que vino-

-Lo sé- puso cara de tristeza

Él la besó- no estés triste, nos tenemos mutuamente-

-Sé que me amas porque para que me recupere duermes en la habitación continua y no... no hemos podido convivir... como esposos- dijo preocupada

-amor, lo hago por ti, cuando te sientas lista, podremos estar juntos de nuevo, te confieso, que ya te extraño- y le dio un tierno beso.

Aunque Candy recibía mucho amor por parte de su esposo no comprendía el por qué no sentía aquel apasionamiento que se dice sienten todos los esposos, le tenía un cariño inmenso, veía como trataba a todos y ellos se referían a él como un buen hombre, que al principio parecía altanero y arrogante pero a decir de Celia, su mucama, él fue cambiando poco a poco, decía que por su amor tenía que ser otra persona que fuera digna de ella, de la dulce Candy. Después del maravilloso día que pasaron juntos que para Candy era como si fuera el primero, veía un hombre con semblante pensativo, pero a la vez con esperanza y un gran amor en su mirada cuando la veía, ya de noche, al llegar a la casa ella platicó con él.

-Cariño, ¿crees que a partir de mañana puedas dormir en mi habitación?, aunque no compartamos el lecho hasta órdenes del doctor quiero acostumbrarme de nuevo a tu compañía.-

-¡Claro Candy! Si tú me lo pides así será, mañana le daré instrucciones a Celia para que cambie algunas cosas de mi cuarto, ¡te amo tanto Candy! Que temo perderte algún día.-

-¡¿Qué cosas dices?!- dijo una asombrada Candy

-Es sólo que ... luego platicamos, ahora descansa querida, estás exhausta.- le dio un beso y se retiró.

Candy se disponía a dormir y charlaba un poco con Celia, su mucama, era ella la que la enseñaba a hablar en español.

-Señora es usted muy afortunada de tener un esposo así, ¡es tan atento!, cuando ustedes llegaron usted venía como dormida y él se veía realmente preocupado, pero el doctor decía que usted se recuperaría pronto en este clima-

-Ya veo, pero no recuerdo nada, por más que quiero no recuerdo, solamente recuerdo un campo lleno de rosas blancas, su olor... , ¿hay un campo así por aquí?-

-No señora, creo que sus recuerdos pueden estar en América, porque ustedes son de allá, el señor vino a aventurarse en unos negocios que le han ido de maravilla, dijo que su partida tuvo que realizarse a pesar de su condición, pero poco a poco hemos visto su recuperación y la verdad es un milagro señora.-

-Espero recuperarme pronto Celia-

-Así será señora- le tomó la mano- y en un tiempo puede que por esta casa corran niños pequeños-

-Eso espero Celia- y miraba pensativa por la ventana tratando de recordar quien era ese chico rubio de ojos azules que veía en el campo de rosas.

Mientras tanto, en la habitación contigua...

-Mi querida Candy, al principio pensaba que sólo eras un capricho, pero todo eso se fue convirtiendo en amor, pasé por muchas cosas, y al encontrarte así, en ese accidente...ahhhh... me partió el corazón, juré que te recuperarías a pesar de todo, lo de tu memoria puede ser solo un paso para ganarte totalmente, pero....ese miedo a perderte está latente, me has hecho una mejor persona, ¿qué has hecho conmigo Candice White?, decidí arriesgarme, sé que me entenderás algún día, por lo pronto ya compartiremos la habitación, será cuestión de tiempo para que puedas enamorarte totalmente de mí, eres mi todo- de repente llamaron a la habitación, era Sebastián, mayordomo y esposo de Celia y por así decirlo, la persona de toda su confianza.

-Disculpe, han traído de la ciudad una carta para usted señor-

-Gracias Sebastián, puedes retirarte, es todo por hoy, ¿la señora ya se durmió?-

-Sí señor, mi esposa ya se ha retirado de la habitación y la dejó dormida-

-Gracias Sebastián, buenas noches-

-Buenas noches, señor Neal-


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