Capítulo III

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*** En la mina***

-¡Buenos días Carlos!, ¿cómo va todo?-

Carlos es el capataz de la mina Leagan - Muy bien señor Leagan, hasta ahorita sin novedades-

-¿han encontrado ya la nueva veta?-

-En eso estamos señor-

-Recuerda Carlos que ante todo está la seguridad de los mineros, si se ve riesgoso paras la producción y que el ingeniero revise bien la mina, de acuerdo?-

-De acuerdo señor-

-Tráiganme el equipo para entrar a la mina por favor-

Carlos dio la orden a unos mineros y fueron por el equipo para que Neil entrara en la mina.

-Pues se ve muy bien todo Carlos, si este negocio marcha como va hasta ahora y continúan pidiéndonos el salitre de Europa habrá muchas mejoras por aquí, a todos nos irá mejor-

-Gracias Señor, es usted un buen hombre-

-Por nada Carlos, no debes agradecer nada, yo no era ni la sombra de lo que soy ahora, era un hijo de papi mimado y caprichoso, hice muchas cosas malas, pero... esa luz en mi vida me hizo recapacitar y no lo niego, todavía venía muy arrogante, pero aquí me enseñé a ser un hombre y eso es gracias a mi esposa-

-Pues sólo porque me lo cuenta señor, porque no me hubiera dado cuenta, nos ha traído muchas mejoras aquí al pueblo-

-De hecho en unas semanas partiré hacia Santiago, necesito ultimar detalles con Barton Sewell para poder proporcionarles el mineral que me piden, gracias a ese hombre me vine a invertir aquí a Rancagua, se lo agradezco infinitamente y espero conozca pronto a mi esposa ya que se termine de recuperar. Te encargaré la mina en esa semana que estaré ausente-

-Gracias señor, así será-

*** en Rancagua***

-Oh Celia, ¡todo esto es hermoso!, desde que tengo memoria no había venido al pueblo, espero venir más seguido- lo dijo en un tono cantarino que le agradó a Celia.

-sí señora, es hermoso y desde que llegó su esposo, fue más, ya después de un tiempo vino con usted, parecía que estaba dormida, pero él explicó que sería temporal, él estaba muy angustiado, nervioso y pasaba noches enteras cuidándola, esperando se despertara hasta que ese día llegó, él fue el hombre más feliz del mundo, pero cuando usted no lo reconoció se mostró angustiado, luego el doctor lo calmó y dijo que con el paso del tiempo usted podría recuperar la memoria, o tal vez no,¿ ya le contó que recuerda usted un jardín de rosas?-

-No, no se lo he contado, quiero esperar si puedo recordar más cosas, no quisiera que albergara esperanzas si es que no puedo recordar más cosas-

-Tiene razón señora, mire, hemos llegado a la mercería-

-Oh, todo es hermoso, ¡mire esos colores de estambre!, son realmente bellos-

-¡Buenos días señoras!, ¿en qué les puedo ayudar?-

-¡Buenos días Rosita, le presento a la señora Candice Leagan, la esposa del señor Leagan-

-¡Mucho gusto señora!, es un placer conocerla y ver que se está recuperando, se habla mucho de ustedes aquí y lo bien que ha traído su esposo a este pueblo-

-¡Gracias Rosita, es un placer para mí también-

-Vamos a llevarnos aquellos estambres y también unas agujas...-

-Rosita seguía pidiendo lo necesario para enseñar a Candy a tejer, cuando algo le llamó la atención, era un cartel anunciando una puesta de teatro de una compañía norteamericana-

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⏰ Última actualización: Oct 18, 2015 ⏰

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