Mirada rara

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- ¿Esto no podría ser mejor? - Me dije a mi misma al recordar que el día de mañana empezaban mis clases de universidad.

Me levanté de la cama exhausta, sinceramente no entiendo el motivo por el cual me levanto de esa manera, no he hecho nada el día de ayer como para sentirme cansada. Pero bueno, son cosas de la vida.

Salgo de mi habitación y lo primero que veo es lo que siempre alegra mis mañanas, mi cachorro. Se llama Drago, es de raza pug, color negro y con unos ojos grandes que se me hacen bastante tiernos. Me agacho y le doy un poco de cariñito para seguido de esto cargarlo en mis brazos e ir a la cocina.

Mi departamento no es el más grande o lujoso que pueda haber, pero para ser solo yo y mi mascota vivimos muy cómodos. Solo consta de una cocina, una pequeña sala de estar, una habitación con baño incluido, y un baño fuera de esta también.

Vuelvo a la realidad dejando de lados mis pensamientos y dejo a drago a un lado de su plato de comida, para luego servirle un poco. Fijo mi mirada en el reloj y no me llevo una grata noticia con eso.

-Maldición-. Digo al sorprenderme por la hora.

«11:30»

Se suponía que hoy debía llevar al Drago al veterinario, apenas tiene 4 meses y aún necesita sus vacunas mensuales.

Prendo la cafetera para de manera apresurada meter un pan en la tostadora. Mientras espero mi rápido y desesperado desayuno, empiezo a lavar los platos que había dejado sucios el día anterior. De reojo miro a Drago nuevamente y agradezco de manera silenciosa el tenerlo conmigo. Al menos mi padre me dejó un buen recuerdo.

Ya han pasado tres meses desde la muerte de mi padre y en esos tres meses hice un papeleo enorme para mudarme de la casa de mi madre ya que no quería seguir viviendo en el mismo techo que ella ni tener nada que ver a su lado. Tengo una beca completa en una universidad debido a mis buenas notas. También, tengo un poco de dinero ahorrado. Creo que eso es suficiente para mantenerme a mí y a Drago hasta que consiga un trabajo de medio tiempo.

Un sonido me hizo volver a la realidad, la tostada estaba lista y al parecer el café también. Vi la hora y ya eran las 12:00

-¡Llegaremos tarde!-.Digo exaltada.

Me sirvo el café y como lo más rápido posible la tostada. Le pongo la correa a Drago y salgo corriendo del departamento hacia mi coche, pongo a Drago en los asientos traseros y arranco.

Todo el trayecto maneje más allá del límite de velocidad hasta llegar a la veterinaria, saco a Drago y corro rápidamente hasta llegar.

-Señorita Hazel, llega 4 minutos tarde - dice una voz en tono severo- Mierda, esta vez fue casual -. Le dije que si usted enserio querría a su mascota debía ser más responsable y puntual.- Continuó.

-Sí, lo sé, solo que me levanté un poco tarde y no tuve mucho tiempo de hacer mis cosas.- Refuté.

El veterinario me siguió dando un puto sermón el cual solo escuché unas cuantas palabras ya que me aburrían completamente

Ver cómo le ponían la vacuna no era tan lindo ya que Drago empezaba a temblar y eso de alguna manera me ponía un poco nerviosa, cosa que en mi rostro no denotaba nada. El veterinario decía que en estos casos era normal ya que el cachorro aún no se acostumbraba a este tipo de cosas. Cuando terminaron de ponerle la vacuna empecé a acariciar a Drago para que dejara de estar tenso.

Estuve un rato en ese lugar esperando a que el veterinario le diera unos últimos chequeos para descartar unas cositas. Quería que Drago estuviera muy sano a mi cuidado.

Al estar perdida en mis pensamientos- Como comúnmente lo hago- no me di cuenta que había entrado un par de personas con un pequeño labrador y no estaban teniendo una grata conversación.

- Se suponía que tenías que acompañarme desde temprano, tuve que ir a buscarte para que vinieras conmigo- dijo molesta aquella chica...Pero parecía que a la nada. Había un chico de cabello rubio cerca de ella que solo estaba prestando atención a los accesorios de mascotas que había en una vitrina-. Oye, préstame atención.

La chica jala del brazo al rubio de manera tosca y este le corresponde con una mirada de desprecio.

- Creí haberte dicho antes que solo acepté venir porque no tenía nada más que hacer, deja de estar rompiéndome las pelotas.- Respondió con violencia. La chica miró indignada y solo se limitó a quedarse callada.

«Que tipo para más insoportable»

El rubio volteó a mirarme. Supuse que era debido a que estuve prestando atención a su pequeña discusión. La impresión que él tuvo no era la que me esperaba. Estaba... sorprendido.

¿La razón?

«Ni puta idea»

Imaginé que se dio cuenta de la manera en la que me miró, porque luego de eso su rostro volvió a tener la misma expresión que antes.

- ¿Tengo algo en la cara o qué? – soltó toscamente.

No dije nada, no entendía aquel comportamiento y tampoco era como si me importara. No tenía idea de nada, así que me daba completamente igual.

- Señorita Hazel, su mascota está en óptimas condiciones. Al parecer siguió todas mis indicaciones desde la última vez que nos vimos – Dijo entregándome al cachorro en brazos -. Nos vemos el próximo mes.

Me despedí haciendo un ademán con la mano para luego retirarme, no sin antes volver a ver al rubio por última vez.

«O eso creía»

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