Prólogo

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Riley en multimedia.

-Soy la persona con más mala suerte del planeta.

-Creo que no eres la única, pero... ¿Como llegaste aquí?- me pregunta el chico confundido.

-Siéntate, porque esta historia es más larga que la película de Titanic.- caminamos hasta un banco y nos sentamos.- Pues todo comenzó...

Flashback:

Estaba tumbada en el suelo rodando.

No preguntéis porque, ni yo misma se porque hice caso al rumor de Google.

Escuché la música de llamada de mi móvil, corrí hasta mi habitación y atendí la llamada.

-¿Me llama algún actor guapo, un representante que me haga ganar dinero fácil o algún personaje sexy de un libro? Si tú respuesta es no, adiós.- dije riendo.

-Te ha faltado incluir: Si me llama alguna amiga sexy.- incluyó Beth imitando mi voz, no le salió para nada bien.

-Beth, sexy se nace, no se hace. Y yo claramente soy el ejemplo. Tú, por desgracia, no naciste con el mismo don. El tuyo es el de la torpeza.

Me tumbé en la cama, nuestras conversaciones duran bastante tiempo.

-Eres mala conmigo. Incluso mi perro me trata mejor.- comenzó a llorar de mentira.

-Deja tus mentiras para tus amantes. ¿Para qué me llamas, zorra?

-Ja-ja yo también te quiero, puta. Te llamo para decirte que tu novio te ha cambiado por mi.- comencé a reír ante su estúpido comentario.

-Claro, y yo soy un personaje de una novela. ¡Cuéntame lo que quieres ya o te cuelgo!- grité dejándola medio sorda, miré al techo esperando a que respondiera.

-¡No grites, tonta! Te quería preguntar si quieres acompañarme a que me lea el futuro una vidente.- levanté una ceja al escuchar la palabra "vidente". ¿Enserio cree esas cosas?

-¿No decías que tu perro te trata mejor? Pues ahí tienes un acompañante, pero como me aburro tanto en casa, iré contigo.- reímos las dos.

-Te iré a recoger a tu casa en un rato.

-¡Oye eso lo debería decir yo! El día que tu vengas, será el fin del mundo. Eres demasiado vaga para venir a mi casa, ¡y no tienes coche!

-Esas palabras ofenden a mi corazón de cristal.- lloró otra vez de mentira y yo solo reí.

-Estoy allí en 45 minutos, a las 17:00. Adiós, zorra.

-Adiós, puta.

Terminé la llamada y me levanté de la cama.

Caminé hasta mi armario y comencé a rebuscar entre toda la ropa que tenía.

Al final me decidí por una falda negra que me llegaba un poco más arriba de las rodillas, un top de flores y unas bailarinas negras.

Me maquillé muy poco, un poco de rimel, colorete y pintalabios.

Antes de salir de la habitación, cogí mi bolso y metí mi móvil y un poco de dinero.

Bajé al salón y escuché a mi hermano, Jake y a mi novio Ryan hablar.

Jake tenía 15 años, yo 17. Ryan tenía un año más que yo, 18.

Me acerqué a ellos.

-Hola, Riley.- dijo Ryan sonriendo, se levantó del sofá y me besó como si no hubiera un mañana. Le quiero mucho.

¡No quiero un cliché!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora