1-Regreso a un viejo hogar

146 7 10
                                    

1-Regreso a un viejo hogar

Todo empezó en abril de aquel año, hasta esa fecha toda marchaba bien pero mi padre me fue a visitar a Buenos Aires diciendo que debía irme a vivir con él como lo hace una hija, después de cinco años de estar con mis tíos él tenía que empeorarlo con tontas excusas que solamente lograban sacarte de quicio, la verdad  era que se casaría y no me iba a emitir su efectiva idea de pasar tiempo de calidad con su esposa Fabiola. Pero como ya me encontraba en la terminal de ómnibus de el Calafate esperando tomar un taxi era demasiado tarde para negarme a su orden, por eso lo único que me quedaba era que las pesadillas que me habían hecho partir de esta ciudad no regresaran.

 Ya estando en el coche la cosa empeoro, yo no iba desde hace tiempo y  los cambios se veían, era un pueblo en crecimiento gracias a los turistas cuando deje Calafate pero no era así actualmente.

—Listo señorita —El conductor me saco de mis pensamientos indicándome que ya habíamos llegado, le pague y baje del coche con las maletas.

Mi nueva casa era de estilo inglés, construida en tres plantas, con techo de tejas, puerta de dos hojas de color blanca, al igual que las ventanas. Gracias a mi juego de llaves pude entrar, en cuanto traspase el umbral, un living fue lo que me recibió, en un sector de este había un juego de tres sillones blancos, todos ellos alrededor de una mesa ratona de algarrobo. Estos estaban ubicados mirando al televisor LSD de veintiún pulgadas.

—Sí solo tienen tele en el living no saben lo que es disfrutar de un buen almuerzo —Me dirigí a las escaleras y de paso pude ver la parte del comedor y todas sus cosas lujosas  —Se van arrepentir de tenerlas cuando me las empiece a chocar— Creo que la parte propensa a los golpes con muebles estará encantada.

Me dirigí a mi habitación sin prestarle verdadera atención y deje las valijas en un rincón, como no tenía ganas de desempacar decidí salir a recorrer la calle pero como soy muy buena a que la suerte me abandone, en cuanto cruce la puerta para salir una chica tropezaba con el cordón de la calle, ¡Qué dicha la mía! Me encamine a ayudarla y cuando estuvo en condiciones me reconoció.

—Tú eres Sarah, la hija de Gustavo Daniels —En ese instante me saludo, mi cara se podría deducir que era de póker, ¿Cómo sabia quien era yo?

—Soy Samanta, gracias por ayudarme, estaba el rumor de que ibas a volver —Ella parecía ser el estilo de chica que se busca como amiga, claro si eres gente como yo a la que no le gusta salir a fiestas y prefiere quedarse leyendo un buen libro pero era un poco, ok, demasiado alegre para mi gusto. Su pelo largo, morocho combinaba con sus ojos miel y su piel blanca.

—Hola Samanta, esto puede sonar mal pero a ¿Qué colegio vas? Porque voy a empezar en  Santa Clara y me gustaría conocer a alguien —dije evitando que se notara mi mal humor porque me había reconocido.

—Si voy al mismo, entonces que te parece si paso a buscarte a las siete para ir a clases.

—Sería muy amable de tu parte, ¿Si es que no te molesta?

—Claro que no, bueno te dejo porque debo irme.

—Adiós.

Recorrí unas dos cuadras más y decidí volver, al entrar a casa mi padre por poco no corrió a abrazarme.

—Hola Sarah, perdóname por no haber podido irte a buscar, me surgió una reunión urgente —Me miraba con cara de perro desvalido esperando que lo perdonara, ¡Qué otra cosa iba a hacer!

—Está bien, no importa —dije cuando me dejo respirar y me deshice de su abrazo.

El resto del día después del encuentro con Samanta pasó con total normalidad, se ceno y limpio los platos. Como Fabiola tenía que quedarse hasta tarde en la empresa no vino a cenar y no la vi, ¡Qué lindo regalo de bienvenida!

Sacrificio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora