Debería salir y dar una vuelta -pensé.
Sin dudarlo, ya que además me apetecía bastante, cojí mi chaqueta y el móvil pero antes de salir, y como no, ya estaba el cuzo de mi hermano delante de la puerta.-¿Donde vas? -dijo riéndose.
-A ver,¿que quieres ahora?
-Con esto de que es la época de exámenes y yo no puedo salir de casa porque se me van las ideas, como buena hermana que eres, ¿me traerías un muffin de chocolate? -dijo mientras agachaba la cabeza como un niño y se reía.
-Cielo, naciste con un par de manos y otro de pies, creo que de sobra puedes ir tu -le respondí mientras le guiñaba un ojo.
-Venga Blan, ibas a salir ¡que más te da!
Me dió pena, por lo que accedí y salí camino al Starbucks que había a 15 minutos de mi casa mientras escuchaba música. Llegué mucho antes de lo que pensaba, y después de saludar a una amiga entré y me puse a la cola, pero cuando la chica iba a atenderme me dí cuenta de que había un chico delante de mi.
-Em, perdona, pero es que estaba yo antes -le dije mientras le di un toque con el dedo en el hombro.
Y lo único que hizo fue girarse e intentar una risa burlona que ni quiera le salió.
-Chico,¡que estaba yo delante! -dije subiendo el tono de voz.
-El chico tiene nombre,y tengo prisa,asi que me quedo donde estoy guapa.
-Me da igual si tienes prisa o no,iba yo primero por lo que me toca a mi.
Sin hacerme caso se volvió a poner delante tan tranquilo dándome la espalda.
-Mira, no quiero gastar la poca paciencia que me queda contigo, así que si no te importa,déjame pasar -dije con voz de enfado.
-Porfavor, aguarde su turno -respondió y me dió dos palmadas en la espalda.
En ese momento, pensé en alto y empezamos a discutir como dos idiotas en medio de la tienda, y como era de suponer acabaron echandonos.
-Es lo que pasa cuando la niña se pone caprichosa, que le dan berrinches, cuantos años tienes ¿tres? -saltó mientras se reía.
-Odio a los tios como tu. Vete por donde has venido.
-Bueno, tranquila chata, que acabamos de conocernos, que confianzas son esas.
Me di la vuelta y a paso rápido comencé a caminar a casa.
-Seis, dos, siete, ochenta, ochenta, setenta y dos -gritó desde lejos su número y lanzó un beso.
Con mal humor llegué a casa y cerré la puerta de un golpe, fui a mi habitación, me puse el pijama y me tiré en la cama. Tres golpes en la puerta rompieron el silencio que había, y pasó mi hermano.
-¿El muffin?
-Gracias majo, por ir a por tu muffin se me ha quitado el buen humor, asi que si lo quieres, en la tienda lo tienes - le contesté desagradablemente.
-Perfecto -susurró mientras miraba para otro lado y cerraba la puerta.
Vaya rayada me pegué toda la tarde, es que odio a los tios así. En fin.
Llegaron las nueve y media y bajé a cenar cuando me llamó mi madre. Cuando acabé me fui a la cama después de ver una película, y seguía con un humor de perros. Di unas diez vueltas, pero al final me quede dormida.