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  -Y yo te repito que no encuentro motivos para que se celebre ese matrimonio.

-Sus sirvientes saben que...

-Los sirvientes de esta dama han jurado por su alma inmortal que es inocente.

-Están mintiendo, ya que yo...

-¿Tú que Juan? ¿Tiénes tú algo que ver con el intento de deshonrar a la condesa de hirdbridge? Tanta mezquindad me sorprende incluso en ti, sobre todo al considerar la estima y el cariño que tu hermano tenía por su padre antes de que falleciera.

Leonor miró a su hijo a los ojos y leyó en ellos la verdad. ______ había sido su objetivo, William su marioneta, y la desgracia de la joven, la herramienta para someterla a su poder. Leonor se giró hacia la joven. Su respiración agitada le hizo ver que estaba a punto de desmayarse. La reina sintió una punzada en el estómago al comprender las intenciones de Juan.

-He hablado con todas las personas cuyos nombres me facilitaste, y ni una sola de ellas ha dicho nada que no fueran palabras elogiosas de su ama. Ni sus sirvientes ni los trabajadores del pueblo. Aí que no tengo más remedio que negarle a William el consentimiento para que se case con ella.

 -Señora, creo que deberíais reconsiderar vuestra posición -Aseguró Juan con una voz suave y al mismo tiempo amenazadora.

-Ricardo es otra vez rey y no permitirá este truco tan sucio para haceros con el control. Creo que tú y los tuyos debéis desviar vuestras sucias miradas hacia otro lado, porque aquí hemos terminado.

Leonor le hizo un gesto a la joven para que siguiera a los guardias. ______ se puso en pie e hizo una pequeña reverencia antes de salir.

Juan la observó marcharse con lasciva. Aquello no había terminado todavía, y así quiso hacérselo saber a su madre.

-No estoy nada satisfecho con vuestra intevención, señora. Nada satisfecho.

 -Satisfecho o no, estoy aquí por tu culpa. Y me quedaré hasta estar segura de que ______ está a salvo.

 -O hasta que algo reclame vuestra atención en otra parte.

Juan se acercó a su lado y la besó otra vez en la mejilla. Pero en lugar de apartarse después, le susurró una advertencia al oído.

-Dedícate a preocuparte de Ricardo y déjame Inglaterra a mí, anciana.

Leonor se quedó quieta mientras aquella víbora salía de la habitación y los guardias cerraban la puerta tras él. Y entonces, por primera vez en mucho tiempo, Leonor, reina de Inglaterra, permitió que cada uno de sus setenta y dos años le pesaran momentáneamente sobre los hombros. Y aquel peso inmenso la dejó sin respiración mientras pensaba en el modo de solucionar aquel problema. 


Honor y PlaserDonde viven las historias. Descúbrelo ahora