Los Morgenstern

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Clarissa Adele Morgensten despertó, como todos los días, a las 7:00am. Se cambio el pijama por el traje de combate y se dirigió hacia la sala de entrenamiento. Cuando llegó se quedó observando a su hermano Jonathan Christopher Morgenstern, quien a veces podía llegar a ser muy pesado y sobreprotector, y a pesar de que se quejara de ello,  le gustaba saber que tenía a alguien que se preocupaba por ella.

—Hey hermanita —sacudió una mano frente a su rostro—. ¿En que estás pensando? —preguntó sacándola de sus pensamientos.

—Nada —negó sacudiendo la cabeza—. ¿Por qué? ¿Qué tengo en la cara? No me mires así.

—¿Nada? —se cruzó de brazos con esa sonrisa arrogante en su rostro—. Seguramente estabas pensando en lo buen hermano que soy.

La pequeña pelirroja no respondió. Y no se dio cuenta de que su hermano había ido acercándose hasta que fue demasiado tarde para reaccionar, y tomándola con la guardia baja empezó a hacerle cosquillas. Le era imposible parar de reír.

—Vale —risa—. Para John —más risa—. Vale tu ganas —le dolía la panza de la risa—. Eres el...
Sin embargo no pudo terminar su frase porque otra voz la interrumpió:

—Jonathan no molestes a tu hermana —Era su padre, que estaba en la puerta con una sonrisa en el rostro. Cuando Clary lo vio, le devolvió la sonrisa y corrió directamente a sus brazos para que Valentine la levantara, provocando que chille de la emoción.

Jonathan fue hacia ellos y su padre le revolvió el pelo.

Los Morgenstern eran una familia unida y respetable. Clary admiraba mucho a su padre y quería ser igual a él: un nefilim respetado por todos. Él era un gran guerrero y ella estaba en proceso de serlo; cada dÍa mejorando mas. Su extraño don con las runas, del cual nadie sabía su origen, ni siquiera ella misma, la volvía más especial.

Valentine amaba con locura a su madre Jocelyn Fairchild y se lo demostraba en cada mirada, en cada palabra.No se dio cuenta de que su padre se dirigía fuera del salón, cuando Jonathan preguntó:

—¿A dónde vamos? 

—¿Curiosidad chicos? Paciencia.

Con esto hizo que los dos se sientan aun más intrigados.

Cuando llegaron a la biblioteca de la Mansion Morgenstern, encontraron a su madre sentada en uno de los sillones.

—Hijos míos. Mi amor —dijo acercándose a su esposo y abrazándolo con Clary en medio—. Mami, me estoy ahogando —exclamó la niña y Jonathan empezo a reirse. Jocelyn se alejó de Valentine levemente sonrojada y le dio un cálido beso en la frente a su hijo mayor.

—Chicos —dijo Valentine llamando sus atenciones, se sentaron cada uno en un sillón y su padre prosiguió—. Noticias —empezó a enumerar con los dedos—. Mañana llegará Thomas Whitelaw. Por favor sean ambles con él, acaba de perder a sus padres y tiene diez años, igual que tu John. Se quedará a vivir con nosotros —terminó lanzándoles una mirada cautelosa a cada uno.

—Padre —respondió Jonathan—. Confía en nosotros, seremos como dos ángeles, nos portaremos bien ¿Verdad Clary? 

—Por su puesto— su hermana le siguió el juego—. A veces pareciera que no nos conoces.

Su padre sonrió complacido y su madre no pudo evitar reirse, pensando en que su hija solo tenia siete años y ya mostraba un poco de su personalidad.

—Okey chicos ya entendimos. Son los mejores hijos del mundo. 

—Obvio —respondieron los dos Morgenstern al unísono riéndose.

Y así pasaron el dia hablando sobre el chico que llegaría mañana.
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Algunas aclaraciones:
-Valentine es bueno, nunca se volvió en contra de la clave.
-Jonathan no tiene sangre de demonio.
-Clary tiene el don de las runas pero por otra cosa...
-Jocelyn no se fue y viven en la Mansión Morgenstern.
Espero lo hayan disfrutado. Soy nueva en esto, comenten, denle a la estrellita.
Yo los leo en los comentarios. Bye.

Cazadores de Sombras: Los Morgenstern y la profeciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora