Sorvolo [Fal & Emms]

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Había una vez, en un lugar muy lejano dos guerreras de corazones valientes, que luchaban contra los asesinos más peligrosos de los reinos cercanos. Estaban siempre atentas, pues no había forma de averiguar por donde se encontraban.

Un nublado día, en pleno invierno, nuestras guerreras decidieron refugiarse del clima, en una alejada cueva, al lado del río. Escuchaban el agua trasladándose, chocando con fuertes rocas y debilitándolas.

Ellas hablaban casualmente, recostadas en las frías paredes de piedra que las protegían.

Eran nuevas en "Isikole Esisha"*, un pequeño pueblo zulú que decía tener una excelente ganadería.

-¿Has oído hablar de Sorvolo? -preguntó alguna de ellas, en realidad no recuerdo sus nombres, pero no son importantes.

-De hecho, no -respondió la guerrera número dos. No sean caprichosos y conformense con números.

-Cuando nos detuvimos a conseguir provisiones en "Ulimi Kancane"*2, escuché a unos campesinos hablando sobre ella

-¡Ella! -exclamó con curiosidad la segunda

-Si, ella. -afirmó, sus ojos brillando con entusiasmo -Al parecer, tiene diferentes "amigos" -mencionó haciendo las comillas con los dedos y observando misteriosamente a su alrededor -por todo el pueblo; de este a oeste, y de norte a sur. Quien sabe que clase de información interesante recibe cada día...

-¿Eso no es, acaso, interferir con la privacidad de uno? -exclamó a otra, recorriendo su refugio con la mirada, alerta.

-Escuché que lo hace por seguridad, sin embargo, no es algo que una dama deba hacer

-Tal vez es una guerrera -pensó en voz alta la segunda -de cualquier modo, no debemos fiarnos de ella

-Por supuesto que no; jamás confiaría en nadie, más que en ti.

De repente, empezaron a llover arco iris y Liam Paynes y las dos guerreras se ahogaron en felicidad.
Fin

Okno

(Y eso es lo que pasa cuando son las 2 am y Fal no puede dormir)

Las guerreras llegaron finalmente a Isikole Esisha, después de largos meses de viaje.
No habían estado allí más de unas horas, y sentían una mirada en la nuca que les erizaba hasta el último cabello.

Mientras el sol caía por el horizonte, decidieron pasar por el mercado local en busca de provisiones, y la vieron.

Su cabello, claro como el maíz, le llegaba hasta la nuca, decolorándose cada vez más. Tenía unos grandes ojos marrones que irradiaban desconfianza y una nariz más grande que la mano de la guerrera número uno. (En realidad no importa de quien es la mano, lo importante es que su nariz era tan grande, que seguro tenía una familia de hurones ahí adentro desde 134 a.C.)
No era precisamente alta, y algo de ejercicio no le vendría mal (Cof just sayin' cof cof) sin embrago, las guerreras no pudieron reparar en eso. Las observaba como si supera algo que ellas no; como si estuviera buscando el error; como si no fueran más que basura caminante.

Sabían quien era, a pesar de ser su primer encuentro.

Las guerreras intercambiaron una mirada, y se alejaron lo más rápido posible.

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⏰ Última actualización: Dec 15, 2015 ⏰

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