Montse

179 9 7
                                    

Capítulo 1

Montse

Amo hacer esto. Amo girar y que el cabello empapado de sudor me golpee la cara. Este espacio es mío, lo hago mío, me apropio de él. El suelo responde al ritmo de mi cuerpo, me respeta y yo a él.

Siento la música hablándome, rogándome que cuente su historia con mis movimientos. Lo hago y los chicos me responden con aplausos. Soy adicta a sus aplausos.

La piel me hormiguea cada vez que alaban mi perfecta técnica, mi perfecta coordinación, mi perfecta postura. Perfecta. Debo ser perfecta. Doy todo por ser perfecta.

Nunca nada me detiene, siempre debo ser la mejor. Simplemente lo necesito. No importa a que me dedique, o que decida hacer, siempre seré la mejor. Está en mi naturaleza.

-¡Un aplauso para Montse!-Grita el profesor y todos me ovacionan, me proveen de mi droga.

Sonrió agradecida. Siempre sonrió. Las personas más atractivas y felices siempre sonríen.

-Gracias, chicos- No puedo evitar sonrojarme.

-Una vez más, por favor, Montse- Pide el profesor.

-Claro- Digo encantada y lo hago una vez más.

Les transmito todo. Sé que emociones emanan de mí y ellos las perciben, soy una creadora, una artista. Piso segura.

Passe, pique, pirouettte. Perfecto.

-¿Lo ven chicos?, Montse de verdad nos hace sentir la canción, eso es lo que buscamos en una interpretación, sentirlo, hacer que el público lo sienta, ¿Vale? Una vez más todos juntos.

Todos se levantan para bailar. También amo esto. Amo hacer lo que me gusta con estos chicos que, aunque apenas empiezo a conocer, siento que los quiero. Somos un equipo.

Puedes sentir en el aire la emoción, el amor que tienen por hacer esto. Ellos lo sienten, lo se.

Yo lo siento.

Soy feliz. Feliz y perfecta.

Termino la clase. Momento de respirar un poco.

El profesor sale del salón y todos toman sus botellas de agua y comienzan a recuperar la que perdieron sudando.

-Eres muy talentosa, Montse, ¡Soy tu fan¡- Exclama Ivan.

-Gracias Ivan.

Él me sonríe y camina hacia la puerta.

Y es justo ahí, cuando todo comienza.

La puerta se cierra con un brusco golpe, a la vez que las ventanas hacen lo mismo.

-¿Qué pasa?- Pregunta Fátima, mi hermana.

-No lo sé-Respondo intentando abrir la puerta que parece estar soldada a su marco.

Lo siguiente sucede tan rápido que no soy capaz de reaccionar.

-¡Miren afuera¡-Grita Cris y todos giramos la vista hacia la calle. Esta anocheciendo, pero anormalmente rápido, la luz de día se desvanece, y la oscuridad se hace tan espesa que ni siquiera puedo ver las luces de la calle, ni de los coches.

Mi respiración se acelera. Todos lo hacemos. Ivan y Cris intentan abrir la puerta sin éxito y comienzan a golpearla entonces.

-¡Maldita sea, ¿Qué está pasando?¡- Grita Jessica, mientras lleva su mano izquierda al pecho y lucha por contener las lágrimas de sus rojos ojos.

Las luces se apagan. Todo está oscuro y todos comienzan a gritar.

Siento los empujones y golpes que van directo hacia la puerta.

Mi mano arde. El cristal no debería ser tan difícil de romper. Pero ya no se siente como cristal. Es duro y frio. Es metal. ¿Qué rayos...?

Una sacudida. Me eleva a centímetros del suelo y caigo de rodillas.

Todos gritan.

Otra sacudida. Escucho los espejos de las paredes romperse y caer al suelo a la vez que una chica grita de auténtico dolor. ¿Quién es?

Quiero ir a ayudarla, pero estoy muy asustada para siquiera intentar levantarme del suelo. Me arrastro por el suelo.

Tercer sacudida. Esta fue más fuerte. Me levanto quizás medio metro. Siento la cabeza adolorida y la sensación me recorre la espina dorsal. Intento gritar, pero no hay aire en mis pulmones. Me retuerzo de dolor en el suelo.

Unas manos me sujetan los brazos y me levantan.

-¿Quién eres?, ¿Estas bien?- Conozco esta voz, pero el dolor no me deja concentrarme.

Siento el brazo izquierdo húmedo y caliente. Me he hecho un corte. Me llevo la mano izquierda para tocar la herida, pero no alcanzo a rozarla si quiera, el dolor me come.

No se si pasan 5 o 10 minutos, pero puedo respirar un poco más profundo, pero aun con dolor.

Una luz roja y débil ilumina el lugar. Consigo levantarme cómo puedo y se me va el alma a los pies. El lugar está destrozado. Los espejos están hechos trizas y desperdigados por el suelo. Las chicas están intentando incorporarse, pero sé que temen lo que yo, otra sacudida.

Ceci, Dani y Diana se acercan a alguien que está en el suelo. Will. Tiene un trozo de espejo en la pierna. La parte que sale de la herida es tan grande como mi antebrazo. Camino con dificultad hacia ella, que no controla las lágrimas que le escocen la cara.

-Will...-La voz apenas me sale- ¿Es...Estas bien?

-¿Te parece que estoy bien?

Bien, me lo merezco. Will es una chica ruda, siempre lo ha sido. Pero quizás esto la supere a ella.

Ivan rompe la malla que Will lleva puesta y puedo ver la herida, que, aunque sea poco apreciable a esta luz, tiene un aspecto terrible. No sé qué tan profunda es, pero quizás fue el hueso el que detuvo el trozo de espejo.

-No te muevas, iré por el boti...-No alcanzo a terminar la frase porque algo me interrumpe. De las paredes ahora desnudas se abren pequeños rectángulos, quizás del tamaño de un teléfono celular.

Mariana se acerca a ver uno de ellos.

-¿Qué rayos es esto...? -Cuando lo toca, parece activarse y un gas le cubre la cara y cae al suelo.

-¡Mariana¡- Grita Ceci y corre para ayudarla. Es justo cuando los demás paneles se abren y sueltan ese gas...

Huele carbón y a naranjas. No sé si me gusta, pero tengo sueño.

¿Qué pasa? ¿Por qué la piel se siente tan pesada? Espera... ¿Cómo llegue al suelo?

Intento respirar, pero el aire es pesado.

Veo una silueta intensamente oscura viéndome desde arriba. Se agacha y con su fría mano toca mi rostro.

-Que empiece- Dice con una profunda y segura voz.

La pesadez me arrastra y entonces cierro los ojos.


24 horasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora