Capitulo 3
Ivan
4 años antes de las pruebas
Descanso el afilado borde de la navaja en mi muñeca y presionando un poco la deslizo sobre la delgada piel y hago un corte.
Soy demasiado cobarde como para hacerlo bien y que me haga un daño serio. Se perfectamente cómo hacerlo.
El desquiciado sonido de la música a tan alto volumen debería haber roto un vidrio ya. Quizás los vecinos estén llamando a la puerta de la casa para exigir que me calle. No lo hare, además, no me importa.
Mi cuarto es un desastre, hay ropa sucia por todas partes, hojas sueltas y no puedo ver el suelo. Apesta a humo de cigarro, licor agrio y comida podrida.
No he comido nada en 3 días. Quizás 4. Solo he bebido y dormido.
¿Por qué molestarse?
La sangre que sale de los diminutos y muy poco profundos cortes que llevo en las muñecas hacen un pequeño charco escarlata junto a mis pies descalzos. En la mesa hay un montón de latas de cerveza vacías y colillas de cigarros.
Soy patético.
El estómago me quema. No tengo más que alcohol en él. Me agrada sentir esto. Duele. El dolor no es placentero, pero me gusta sentirlo porque ya no soy capazas de sentir nada más.
Dejar de sentir. Me gustaría dejar de pensar. Así no sería consiente de mi miseria.
No. Ya no más. Esto no me afecta.
Ya nada me afecta.
Me levanto de un salto y casi tropiezo con el desorden del suelo, corro al baño y dejo vacío el estómago justo en el piso. No hay nada más que ardiente alcohol.
Da igual, no puedo retener nada dentro.
Me doy asco.
Lo poco que comí la última vez me provoco tantas nauseas que igual lo vomite.
Siempre he tenido desórdenes alimenticios. Nunca me he mantenido sano.
¿Por qué molestarse?
Debería estar muy borracho., pero el alcohol que logro beber rápidamente antes de que me escosa la garganta sale de mi antes de darme esa euforia. Incluso algo tan asqueroso como el alcohol huye de mí.
Todo huye de mí. Todos lo hacen.
¿Por qué querrían estar cerca de mí?
Soy alguien toxico. Siempre provoco problemas.
Por eso estoy aquí, hundiéndome en este abismo y nadie lo nota. Estoy solo.
De cualquier modo, odio estar con la gente.
Solía preocuparme por lo que pensaban de mí, pero ya no. Son todos idiotas. Nadie vale la pena.
Regreso a mi cuarto arrastrando los pies y me acuesto en mi cama deshecha.
Junto a mí, esta una sucia mochila y dentro, sé que tengo cuadernos llenos de tarea por hacer.
Odio las vacaciones de invierno, siempre tengo que convivir más con mi familia, o salir y no me gusta eso.
Siempre estoy solo en la escuela. Solía tener amigos. Eran unos idiotas también. Y yo era un idiota cuando estaba con ellos. Bromas idiotas, chistes idiotas.
Ahora todos ellos siguen juntos. Nadie se me acerca ya desde que, hace medio año, se enteraron que tome un frasco de pastillas mientras me bañaba. Mi padre me saco de allí y me llevo al hospital. Creo que es desde entonces que no puedo retener nada. Esa sensación de estar lleno, mareado, con fiebre, y sin poder respirar a la vez, fue una experiencia traumática, supongo.
Los odie a todos por no hablarme. Sus padres se los prohibieron, pero yo necesitaba a mis idiotas amigos.
Desde entonces veo a mi psicólogo. El cree que siendo tan amable y tan confortante yo mejorare. Él es solo un idiota más de mi mundo. Además de ser un hipócrita. He visto como me mira con desprecio y asco cuando él cree que no presto atención. Maldito. O quizás sea compasión. Aun así, odio eso también.
Enciendo un cigarro y doy una larga bocanada. Después lo apago contra la piel del dorso de mi mano. Ahí está otra vez, el dolor.
¿Por qué soy tan patético?
Hace dos días, entre al supermercado y distraje a quien atendía. Robe un frasco de somníferos sumamente potentes. Se recomienda tomar una cada 24 horas. Ayer tome 3. Decido que hoy solo serán 2
Me levanto y repito el disco de música que tanto molesta a mis vecinos y me llevo a la boca el par de pastillas blancas. Dejo que hagan efecto y por primera vez en mucho tiempo, siento esperanza.
Creo que el mundo tendrá piedad de mí premiándome con la muerte.