1.Febrero

27 5 0
                                    

Había nacido él. Alguien común y corriente. No lloró al nacer, solo se quedó callado.
Pasaron 3 meses y él, su padre, los dejó.
Su madre tendría que críarlo ella sola, pero quizá nunca esté preparada para explicarle porque su padre lo abandono.
Del porqué lo hizo.
Acaso, ¿Nunca lo quizo?
Quizá era eso. Quizá no lo amaba. No lo amaba lo suficiente como para quedarse.
Solo se fue. Se fue y no volvió más.
Pero, ¿Por qué se fue? ¿Por qué lo dejó solo? En este estrepitoso mundo lleno de penurías.
Solo queda un vacío sin llenar.
Solo queda alguien que ríe para no llorar.
Que siempre sonríe sin pensar, pero que por dentro muerto está.
Un miedo inmenso a ser abandonado otra vez.
Un miedo que no puede sanar.
Aunque él lo entienda, nunca podrá comprenderlo siquiera.
Solo es un pequeño que creció sin nadie que quisiera quedarse con él.
Críado mayormente por mujeres, niñeras, tías, vecinas, abuelas y a veces por su madre.
Pero, ¿Y papá? ¿Dónde está?
Papá no está y no volverá. Jamás lo hará. No quizo ni querrá quedarse.
Está enceguecido, no puede entender porque algunas personas se alejan.
¿Por qué se van? ¿Tantas ganas de marcharse, pero no de quedarse?
Esta bien, no importa.
Somos seres humanos, no máquinas.
Si no querémos estar, no estamos.

El risueño [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora