capítulo 9: recuerdos

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Ocho años antes

-Llévate a Anna, sácala de aquí- mi madre me dio a la bebé de un año envuelta en una manta -Prométeme que la cuidaras con tú vida- dijo arrodillada junto a mí.

-Pero mamá, yo no puedo, te necesito- sólo tenía doce años, no podría cuidar de un bebé.

-Eres fuerte, eres una Carter- dijo mi madre acariciando mi cabeza, como si mi apellido fuera especial -Corre y no mires atrás, tu padre las encontrará- me abrazo y beso a mi hermanita en la cabeza y luego de sonreírme, tomó un arma y me indicó la puerta trasera.

Salí corriendo con Anna en brazos mientras escuchaba como la puerta delantera de la casa, que usábamos en vacaciones, se rompía, no tenía idea de lo que pasaba sólo sabía que debía correr, cuando me metí en el bosque que estaba cerca del lago escuche a mi madre gritar y me di vuelta, sólo podía ver el fuego, la casa entera estaba en llamas y no veía a mi madre por ningún lado, iba a correr en su ayuda, pero un ruido me detuvo.

-No llores Anna- mi hermana hacia pucheros y sus ojos verdes se llenaban de lágrimas -Todo va a estar bien- aferre a la bebé a mi cuerpo y seguí corriendo por el espeso bosque, tenía que salvar a mi hermana. Un anciano apareció frente a mí y tuve que frenar de golpe para no chocarme con él.

-Eres igual a tu padre- dijo el anciano de ojos celestes y piel blanca como el papel -Es una pena que él no pueda verte morir- un escalofrío me recorrió la columna, no estaba preparada para morir.

-Aléjate de mí- comencé a retroceder y él me sonrió, mostrando unos grandes colmillos.

-Te daré una oportunidad, ven conmigo- dijo extendiendo su mano -Serás más fuerte que nunca-

-Jamás- deje a Anna en el suelo junto a un árbol y saque mi navaja, mi padre me había contado historias sobre esas cosas -Prefiero morir- defendería a mi hermana aunque me costara la vida.

Intentaba cortarlo con mi navaja, pero el anciano era muy rápido, comenzó a golpearme y a reírse de mí.

-Es una lástima- dijo tomándome del cuello con una de sus huesudas manos -Tú eras mi favorita, pero supongo que tendré que conformarme con tú hermana- y me arrojó contra un árbol, no sentí dolor, solo el ruido de mi espalda al romperse y la sangre llenar mis pulmones, comencé a ahogarme y a escupir sangre.

-Anna- logre decir en susurros, al ver que aquel anciano se llevaba a mi hermana, el cansancio invadió mi cuerpo, los ojos se me cerraron y el mundo dejó de girar, sólo me deje llevar por la muerte.

-Hola!?- grite con desesperación, estaba suspendida en el aire por cadenas que ataban mis manos y piernas, sólo veía oscuridad y fuego -Hay alguien!?- entonces una risa se escuchó y cuando un profundo dolor me atravesó el cuerpo, supe que estaba en el infierno.

Siete años después

-Qué será hoy Carter?- dijo el demonio frente a mí, sacudiendo su lengua bípeda -Quemaduras o amputación?-

-Veté a la mierda- hacia siete años que estaba encerrada aquí, atada por las mismas cadenas de hacía años, siendo torturada una y otra vez de todas las maneras posibles.

-Eso dolió!- dijo Shet fingiendo estar ofendido -Después de tantas cosas que pasamos juntos, creí que ya éramos amigos-

-Quizás no me has demostrado tu amor lo suficiente- él sonrió con su horrible cara y se acercó a mí con un cuchillo, estaba harta, escaparía de aquí cueste lo que cueste.

-Con que eso quieres niña?- me clavo el cuchillo hasta el fondo en el estómago y aguantando el dolor, tire de las cadenas que me ataban y las rompí. Shet sacó el cuchillo y se alejó de mí, con una expresión, que supuse, era de sorpresa -Es imposible-

-Claro que no, soy una Carter- salte sobre él y comencé a ahorcarlo con las cadenas.

-No puedes salir, sólo los demonios pueden hacerlo- dijo con voz estrangulada por la falta de aire, mientras escupía sangre.

-Tienes razón- dije en su deformado oído -Por eso me transformare en uno- y quebré su cuello con la cadena, su cuerpo cayó muerto al suelo, la primera parte estaba hecha, ahora venía la parte difícil -Y para hacerlo necesitó esto- tome el cuchillo y arranque el corazón de Shet, lancé un suspiro para tranquilizarme y clave el cuchillo en mi propio pecho abriéndolo y sacando mi propio corazón, para en su lugar, colocar el de Shet.

Un dolor me recorrió el cuerpo entero y caí al piso, sentí como mis heridas se curaban y como me quemaba por dentro, hasta que todo paro y no sentí nada más, ni siquiera felicidad. Me di la vuelta y comencé a caminar entre la penumbra del infierno y los gritos de los desgraciados, peleando con los demonios que se cruzaban en mi camino, nada me iba a impedir que cumpliese mi venganza y escapase de este lugar.

Tres días después en un cementerio de Carolina del norte

-Santo dios!- grito el sepulturero al verme salir del ataúd, enterrado dos metros bajo tierra, al parecer mi cuerpo había crecido y ya no tenía doce años, sino veinte -El diablo!- él no tenía ni idea de cómo se veía el verdadero diablo.

-Lo lamento, pero necesito esto- noqueé al hombre y le quite su ropa, ya que la mía había desaparecido y también su dinero. Con el dinero del sepulturero me compre ropa y unos lentes, al parecer no sólo había cambiado mi interior, mis ojos ahora mostraban el fuego de mi alma y mi cabello, la sangre que había derramado en el infierno, robe una motocicleta y fui en busca de mi padre, si es que aún seguía con vida.

Dos días después en una casa de Luisiana

-Es imposible- mi padre había abierto la puerta de su nueva casa y su expresión había cambiado repentinamente, al ver a su hija muerta, vivita y coleando, o algo así.

-Claro que no- dije con una sonrisa -Estoy lista para volver al trabajo papá-

La Chica Con Los Ojos De FuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora