Ángeles y quimeras, una enemistad que nunca entenderé, mañana iremos a una guarida de Ángeles que los exploradores encontraron, todo es un desastre, todos arreglando los barcos, las armas, entrenando se que debería hacer lo mismo pero prefiero relajarme antes de que pueda morir.
Los Ángeles son muy parecidos a los humanos pero algunas cosas los diferencian, los Ángeles tiene piel tan blanca como la nieve, manos largas y son más altos que la mayoría de los humanos, por supuesto tienen alas pero las pueden volver invisibles. Las Quimeras somos más como una mezcla entre humano y animal, algunos tenemos cuernos, alas, patas o colas, en algunos casos se puede llegar a tener todo o en otros la mayoría tal como es mi caso, yo tengo unos cuernos de gacela, alas de murciélago y la parte baja de mis piernas son de gacela.
-Liraz ¿Qué estás haciendo?- me dice mi mejor amigo Kirion
-nada- le digo, no quiero angustiarlo, él no es de la guardia, él no va a pelear, Kirion trabaja con su padre en el castillo así que no tiene que preocuparse con ir a pelear.
Kirion es un muchacho muy apuesto, tiene unos hermosos ojos cafes oscuros, cabello corto oscuro, un torso bien moldeado, sus piernas son de lobo.
-mírame Liraz- me dice cogiéndome el brazo- se que mañana te vas a la guerra no creas que no lo sé, lo que quiero que me prometas es que vas a volver, no me importa si estas herida o te falta un brazo o una pierna, solo necesito que vuelvas.
-me encanta como me das ánimos, en serio- le digo sarcásticamente pero sonriendo, lo entiendo- vamos, siempre dices lo mismo y siempre vuelvo y nunca con las manos vacías y lo sabes, es más, te prometo que te traeré algo.
Kirion y yo tenemos un pacto, cada vez que voy a una guerra por más pequeña que sea le traigo algo, alguna joya, un pedazo da arma algo y vuelvo viva en cambio él me tiene una excelente comida y no se preocupa por mi, que es tonto porque en realidad no se si se preocupa o no, eso al menos lo mantiene ocupado.
Durante horas estuvimos planeando estrategias con mi general pero en mi es una pérdida de tiempo puesto que siempre que llega la hora de ejecutar el plan yo solo improviso. Durante la reunión pude ver la cantidad de Quimeras que existen aparte de nuevos reclutas.
-Liraz, tú te quedaras con 300 hombres- me dice el general- tenemos ordenes de que no te pase nada así que te pondremos a la derecha.
Un momento ¿Qué?, esto es indignante, soy una guerrera no una muñeca de porcelana que se puede romper con solo respirarle encima, no voy a permitir que eso ocurra y por la mirada que todos le están mandando al general veo que ellos también piensan lo mismo que yo.
-no- simplemente digo.
-¿disculpa?- me cuestiona el general.
-no lo voy a hacer- le digo mirándolo tranquilamente a los ojos- es una bobada y usted mismo lo sabe, toda las veces que me han puesto a hacer nada quedamos casi eliminados, una masacre ocurre y no son ellos los que mueren.
Sé que no comprendo esta guerra pero no me gusta ver como mi especie se extingue, hago lo que puedo para que nadie de ambos bandos termine muerto y me gusta pensar que eso ha servido para que varios Ángeles cambien su idea sobre nosotros a Quimeras, nadie sabe lo que hago excepto Akira, ella es mi mejor amiga y compañera de batalla, nunca le ha dicho a nadie lo que hago y eso se lo agradezco de todo corazón.
-se que no te gusta esta orden-me dice el general- incluso yo la odio, pero una orden es una orden y como soldados tenemos que acatarla.
-¿y puedo saber quien dio esa estúpida orden?-demando.
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la batalla final
FantasyEn medio de una guerra entre Ángeles y Quimeras, una joven quimera hace lo posible para que la división y el conflicto se acaben. Liraz, salvadora de Ángeles y Quimeras sufre un cambio drástico al convertirse en humana y olvidar toda su vida.