El centro de Operaciones era un edificio abandonado en la zona más marginal de Maryland. Era un esqueleto de cemento polvoriento con el distintivo de una gran L de neón en la entrada.
La calle habría inspirado terror a cualquiera que pasara por allí. Sin embargo, Marjorie sentía miedo y tristeza a la vez, la combinación resultante de saber que no puedes volver al hogar y debes construirlo por u cuenta en un horrendo bloque de hormigón.
Steven estaba a su lado, analizando su expresión. Pareció leer su mente.
- No pienses que vivimos rodeados por esas paredes a medio construir y sin ventanas con las que protegernos del frío-murmuró-. Nuestro verdadero hogar está bajo tierra, y a pesar de este hecho es mucho mejor que este disfraz de la superficie-. El joven extendió una mano, invitándola a entrar-. ¿Quieres verlo?
Los escalones pálidos que conducían a la planta baja estaban cubiertos por una fina capa de polvo amarillento; parecía una zona abandonada más y Marjorie se preguntó si esa no sería la única salida de la planta baja.
Mientras descendían, la joven no pudo evitar pensar que aquello parecían las fauces de una bestia, incluso podía sentir una brisa que procedía de la planta baja oculta en la más absoluta oscuridad.
Sacudió la cabeza. El miedo le estaba nublando la vista. Tenía los músculos agarrotados y sentía pinchazos en la cabeza. Había sido un día demasiado intenso.
Steven le indicó que torciera a la derecha para continuar la marcha. Al final del recorrido, Marjorie atisbó un haz de luz al nivel del suelo. Fue entonces cuando descubrió la puerta. Avanzó dos pasos, intrigada por lo que había más allá, cuando su pie chocó contra algo blando.
Su cuerpo se tensó y giró la cabeza hacia la sombra que descansaba sobre la escalera. La primera impresión que tuvo fue de haber pisado una oruga gigante, pero los productos transgénicos no habían avanzado tanto para dotar a los invertebrados de un cuerpo tan monstruoso con las extremidades de un ser humano, y menos para vestirlos con los harapos que llevaría un vagabundo.
La joven quiso gritar al ver que se trataba de un cuerpo pero Steven se adelantó y puso un dedo sobre sus labios.
-Shh-susurró-, es solo un maniquí.
Marjorie le respondió con un interrogante pintado en el rostro.
Él sacudió la cabeza.
-Te lo explico luego, pero por el amor de Dios cálmate-Ahora era él quien estaba alterado.
Ella tragó saliva. Todo aquello era surrealista, pero no como un sueño, sino más bien como una pintura a manos de un atormentado artista que deja reflejado en el lienzo las emociones más indescifrables.
Al final, la joven suspiró y asintió.
Muros derribados y niños asustadizos en los rincones ensombrecidos era la imagen que Marjorie esperaba encontrarse cuando franqueara la puerta.
Jamás había estado tan equivocada.
Las paredes eran firmes y estaban revestidas por paneles pintados de un delicioso tono pastel, una vista acogedora bajo la cálida luz de las lámparas dispuestas a lo largo del pasillo. El suelo dejó de ser piedra sucia y polvorienta para convertirse en un delicado pasillo de madera, tan bien cuidado como el rostro de una mujer.
La planta baja era un laberinto de pasillos y puertas numeradas. Parecía tener cierto lujo.
-Parece un hotel-murmuró Marjorie maravillada.
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Marjorie
Teen FictionMarjorie es una joven que acaba de perder a sus padres y se encuentra bajo la tutela de su tío, pero la desaparición inexplicable de éste la lleva a encontrar un modo de ganarse la vida por su cuenta. Sin embargo, vivir en un barrio de Maryland en l...