Prólogo

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Él la hacia feliz, la hacia sonreír, algo que nadie nunca había conseguido desde la muerte de su padre. Hacían una pareja maravillosa y se querían, se querían muchísimo, más de lo que los dos creían que podían llegar ha amar a una persona.

-Eric, ¿qué crees que ocurrirá cuando lo dejemos?- comento Elisa muy seria.

-Eh, ¿quién ha hablado de dejarlo? Yo te quiero, nos queremos. ¿Qué te hace pensar eso? No vamos a dejarlo. ¿Juntos?
-Juntos.-Elisa asintió. Las dudas la devoraban por dentro.

Se dieron un abrazo, pero un abrazo de esos en los que se cierran los ojos, de esos en los que se siente de verdad, y es como si ellos estuviesen solos en el mundo.
Se despegaron y se dieron un intenso beso en los labios.

-Yo te quiero a ti, Elisa. ¿Pero cómo no iba yo a quererte? Si eres preciosa, y esos ojos.... Esos ojos verdes que me embelesan cada vez que los miro, esos ojos en los que te puedes perder.
Te quiero y siempre te querré.-le dijó Eric para tratar tranquilizarla mientras la acariciaba delicadamente la mejilla izquierda.

-Siempre es una palabra muy fuerte.

Los dos rieron ante al comentario de la chica, sentados en un banco de la Plaza Mayor. Elisa tiene un pensamiento fugaz e inesperado que la saca una sonrisa esperanzadora. Así que decide compartirlo con con su novio.

-¿Te imaginas que un día llegamos a casarnos?-comenta Elisa sonriente.

Eric deja de sonreír, está como ido.

-¿Eric? Lo siento, no quería decir eso, no quería hacerte sentir mal. Solo estaba bromeando.

Se gira hacia ella y la sonríe nervioso.

-Es curioso que lo hayas comentado está noche, lo tenía pensado para más adelante, pero...

Se arrodilla y la mira nervioso, esperanzado y muy entusiasmado. Saca de su bolsillo un pequeño cofre de tela oscura. Lo abre y la mira atentamente.
Elisa no tiene palabras para lo que está viendo. Está llorando, las lagrimas le resbalan por las mejillas sonrosadas y se siente impotente y a la vez la persona más feliz del mundo.
Todos se han parado a observarles, pero a ellos no les importa, es que como si solo existieran ellos dos.

-Elisa Williams Johnson,¿quieres ser mi esposa?

-¡Sí!¡Sí quiero!

Se abrazan y se besan intensamente mientras la gente aplaude y grita.
Pero a ellos no les importa. Solo se besan y Elisa llora de alegría.

Laberinto De Emociones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora