LA CULPA

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Parte # 3

Alan le acogió en su regazo; acaricióle con felina blandura; sirviendole golosinas; le arrulló para que se adormeciese tranquilo, y así que le vio calmarse recostando en su pecho la cabeza, se preparó a estrangularle, apretándole la garganta con rabia y brío.

Un sentimiento de pena y lástima lo contuvo, sin embargo, breves instantes.

¡Estaba tan lindo, tan divinamente hermoso el condenado Amor aquel! Sobre sus mejillas de nácar, palidecidas

Por la felicidad, caía una lluvia de rizos de oro, finos como las mismas hebras de la luz; y de su boca purpúrea, risueña aún, de entre la doble sarta de piñones mondados de sus dientes, salía un soplo aromático, igual y puro.

Sus azules pupilas, entreabiertas, húmedas, conservaban la languidez dichosa de los últimos instantes; y plegadas sobre su cuerpo de helénicas proporciones, sus alas color de rosa parecían pétalos arrancados.

Alan notó ganas de llorar... No había remedio; tenía que asesinarle si quería vivir digno, respetado y libre...

no cerrando los ojos por no ver al muchacho, apretó las manos enérgicamente, largo, largo tiempo, horrorizado del estertor que oía, del quejido sordo y lúgubre exhalado por el Amor agonizante.



Mylan Alexander

Un Amor muerto (yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora