Verdades

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Era una noche fría y en la mansión Trancy sólo se podía ver en una sola habitación algo de luz, en aquella habitación se encontraban dos cuerpos desnudos y sudorosos llenandola de respiraciones entrecortadas y gemidos de puro placer. Estos dos individuos eran nada más y nada menos que el Conde Alois Trancy y su fiel mayordomo Claude Faustus, este último entre las piernas del pequeño Conde.

Las estocadas que le propinaba Claude eran salvajes y certeras dando en ese punto donde lo hacía gritar y gemir su nombre, Alois se encontraba aferrado al cuello de su mayordomo arañando ocasionalmente su espalda haciendo que se exitara de sobremanera y gimiendo sin pudor alguno en el oído del demonio.

- mmm... Cla... Claude aahh agn... más... más por... por favor- decía Alois entre gemidos cerca de los labios del mayor, sus alientos chocaron iniciando un profundo beso dando lugar a una lucha de lenguas lujuriosa y pasional ahogando los gemidos del pequeño Conde. Tuvieron que separarse a causa de la falta de aire en sus pulmones.

-Cla...Clau... Claude... dime... que me... amas- pidió Alois a punto de llegar al clímax, el demonio se sorprendió pero lo oculto para que el menor no lo notará y para no contestar lo volvió a besar, y las estocadas se volvieron más violentas haciéndo que la cama empezará a rechinar amenazando con romperse en cualquier momento.

Al percatarse de que estaba a punto de llegar al tan ansiado clímax el mayor tomó el pequeño miembro iniciando una masturbación con movimientos salvajes haciendo que el menor gimiera a todo pulmón y distrallendolo de aquella petición.

-CLAUDE! /CIEL! -gritaron al unísono, el mayor corriendose dentro y el menor entre sus abdomenes , sin percatarse Claude había dicho el nombre de Ciel pero para su suerte Alois se encontraba inconsciente después de aquél maravilloso orgasmo. Pero el menor si lo había escuchado antes de caer en un profundo sueño y con el corazón hecho pedazos.

El mayor salió bruscamente del conde se sería asqueado después de tener sexo con ese ser que no le trasmitia ningún sentimiento más que el de repugnancia, ya no quería comer esa asquerosa alma. Se quedó parado viéndolo por unos instantes y después tomó sus ropas para poder bajar a su habitación que darse un baño para quitar aquel flujo de su cuerpo.

Después de aquella batalla que tuvieron el Conde Trancy y Phantomhive Claude probó la sangre del último haciendo que ahora el demonio no pensará en otra cosa que no fuera Ciel Phantomhive. Todo el tiempo moría de rabia al ver que ese tal Sebastián tenía un contrato con el menor y que al finalizar dicho pacto podría devorar su alma.

Sin tiempo que perder el mayordomo salió directo a su baño, sin darse cuenta que una persona lo veía.

Con mucho cuidado de no hacer ruido entró Hannah Annafeloz, con delicadeza empezó a limpiar al Conde, quitándole todo el sudor y el semen, después le puso su camisón. Al finalizar se arrodilló enfrente del menor y poco a poco se acercó a su oído susurrandole

-Mi señor, no se preocupé Claude lo amara, créame lo amara- dijo la peliplata acariciando los cabellos rubios del menor.

<<<<<<<<<En la habitación de Claude >>>>>>>

El mayordomo se encontraba adentro de la tina con los ojos cerrados, poco a poco sus manos descendieron hasta su miembro iniciando un vaivén frenético; no se hicieron esperar los gemidos varoniles del mayor. Su mente sólo pensaba en una sola persona Ciel Phantomhive.

No tardó en venirse pronunciando en un grito se placer al llegar aL clímax el nombre del Conde.

-Ciel... serás mio-dijo con dificultad- aunque tenga que matar a ese chiquillo insolente- sonrió con malicia, se paró dirigiéndose a ponerse algo de ropa y acomodarse en la cama a divagar hasta el amanecer.

<<<<<<<En la mansión Phantomhive>>>>>>>

-Se... sebas... tian- decía el pequeño Conde mientras era embestido por su mayordomo con una fuerza tan brutal que la cama chocaba con la pared haciendo que hiciera ruidos amenazando con romperse.

-Ciel... ciel te... amo- dijo el mayordomo besando al menor sellando esa declaración de amor.

-SEBASTIÁN/ CIEL- gritaron al unísono al llegar al clímax, con sumo cuidado Sebastián salió del interior de Ciel acomodandose para quedar abrazados y el menor refugiandose en el cuello del primero.

-Sebastián-dijo Ciel dudando- Sebastián te amo- sé abarazaron más fuerte.

-Yo también te amo Ciel, eres lo mejor que me ha pasado en toda mi vida demoníaca.

Y así abrazados durmieron hasta el amanecer disfrutando de su amor puro.

Hola, les agradezco por detenerse a leerlo. No es un plagio por si hay personas que ya lo leyeron, sólo lo estoy publicandolo aquí por que unas amigas me dijeron que sería mejor para mi historia; pero eso no quiere decir que lo dejaré de publicar donde actualmente lo hago.
Gracias por leerlo.

Ya no quiero amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora