Cuídate

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No había ido desde hace más de una semana, no lo había visto desde aquel día, desde que aquello ocurrió. Ella sabía que algo le preocupaba, le atormentaba, lo notaba en su mirada. Pocos días antes de lo sucedido, él se mostraba impaciente, aunque fingía leer, ella sabía que no lo hacía, su mente debía estar en algo mas. Pero nunca se imaginó que ese algo más se refería a encontrar la manera de asesinar al director de Hogwarts, a Albus Dumbledore. Harry le había contado, después de casi un año sin contarle nada, lo que sucedió en la Torre de Astronomía, como fue que Snape mató a Dumbledore, en lugar de Malfoy. Desde aquel día, él, su acompañante diario, había dejado de acudir a sus citas y la verdad es que ella lo extrañaba.

Cierra el libro de golpe, lo deja en la mesa, pone los codos sobre él y se cubre la cara con las manos; no puede concentrarse en la lectura, sólo puede pensar en él. ¿Cómo estará? ¿Qué le habrá pasado? ¿Qué le habrá hecho Voldemort por no ser capaz de asesinar a Dumbledore? ¿Lo volverá a ver? Seguramente la próxima vez que lo vea sea en medio de una batalla, con las varitas en alto y ambos dispuestos a lanzar una maldición en cualquier momento, aunque... ¿de verdad ella estaría dispuesta a acabar con él? No puede responder a esa pregunta, pues una sombra llama su atención. Levanta la vista, no ve a nadie, se levanta de la silla y camina hacia los últimos estantes del lugar. Debido a que ya es algo tarde aquella parte esta oscura, solo unos pocos rayos de la luz de Luna entran por una pequeña ventana, pero aun así los ve... aquellos grises ojos que la han acompañado todo este año, están ahí y ella no sabe que hacer, no sabe que decir. Pasan unos cuantos segundos, que para ambos fueron horas.

Hermione se lanza hacia el rubio y lo abraza con fuerza. Él se sorprende por aquel gesto, siente su cálido aliento en su cuello y después algo frío que resbala por él, imagina que es una lágrima; así que corresponde al abrazo.

—Draco... —susurra ella.

—Shh... no digas nada —la calla, entonces ella lo abraza con mas fuerza.

Pasan algunos segundos hasta que se separan. Se miran.

— ¿Qué te pasó, Draco? —dice ella, al notar una larga cicatriz en su mejilla izquierda, y sus ojos se humedecen de nuevo.

— ¡Detente! -pide el rubio. — ¡No llores!

—Pero...

— ¡Pero nada, Granger! Ya habrá tiempo para eso, ahora debes de sacar tu vanidoso lado Gryffindor y no dejarte vencer. No te separes del cara-rajada, ni de la comadreja, con ellos estarás segura -dice con tono intranquilo.

— ¿Qué pasará contigo? —pregunta ella tratando de controlar sus lágrimas.

—No te importa —responde, pero esta vez su voz no suena sombría ni amenazadora.

La castaña no resiste más y deja a las lágrimas escapar de sus marrones ojos.

— ¡Por favor, Granger! ¡No llores! —pide de nuevo. — ¿Por qué lo haces? —pregunta algo impaciente.

— ¡¿Por qué lo hago?! —repite ella alzando la voz. — ¡Por todo! ¡Por Harry, por Ron, por mis padres, por la muerte de Dumbledore, por la guerra que se avecina y en la que se que morirán muchas personas! —explica exaltándose y después de unos segundos agrega: —Por ti.

— ¡No! Tú no puedes llorar por cosas que no valen la pena —dice el rubio.

— Y ¿según tú, que cosas, de las que acabo de decir, no valen la pena?

—De hecho es solo una: yo — responde él.

— ¿Tú? -inquiere incrédula. — ¡Por favor! ¡Llevas haciéndome compañía todo el año! ¡Estabas conmigo mientras mis amigos se olvidaban de mí! ¡Mientras me sentía sola! —dice como reprochándolo. — ¡Así que si vale la pena llorar por ti! —otra traviesa lágrima brota de su ojo derecho.

El rubio se acerca a ella.

—No —dice en voz baja. Pone una de sus frías manos sobre la cálida mejilla de la castaña y con su pulgar limpia aquella lágrima. —No lo vale —susurra y comienza a pasear sus dedos por el rostro de ella.

Por sus mejillas, su barbilla, su frente, su nariz. Hermione lo mira directamente a los ojos, quiere cerrarlos y disfrutar de aquella caricia, pero se niega a hacerlo, pues teme que al abrirlos él ya no este ahí. Entonces sus pálidos dedos llegan a sus labios, siente como el rubor sube a sus mejillas, siente el cosquilleo que se forma en su estomago y en sus labios, no puede resistir, cierra los ojos y disfruta de aquello. Siente como sus dedos se apartan de sus labios, de su rostro, pero ella no se atreve a abrir los ojos, no quiere ver que él se ha ido.

Pero entonces siente un aliento cerca de sus labios y después un murmuro apenas audible...

—Cuídate mucho, Hermione —lo siente alejarse, sabe que esta vez si se ha marchado, pero aun así no quiere... no quiere abrirlos.

— ¿Hermione? —la llama una voz conocida, lo que hace que abra los ojos de golpe, para enfrentarse a que él ya no está, y es posible que no lo vea nunca más.

—Hermione, tenemos que hablar —anuncia aquella voz. — Tenemos que ponernos de acuerdo en como es que escaparemos para ir en busca de los Horrocruxes —explica—, Hermione, ¿estás bien? —pregunta el chico al no recibir respuesta alguna.

—Si, Harry, estoy bien —responde girándose hacia su amigo.

Él le pidió que sacara su lado Gryffindor, pues así lo haría. Sería fuerte, sería valiente, no se dejaría vencer, estaría con Harry y Ron hasta el final. Vencerán a Voldemort, tienen que hacerlo, se lo deben a todos aquellos que creen en Harry Potter. Ella se lo debe a él.


Mi acompañante diario (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora