Jueves.

Martes.

En casa de Ana.

Ella no entendía nada, la mente de Ana estaba hecha un lío.—¿Por qué no deja de pensar en él?.—Se decía así misma una y otra vez, ya se había dado por vencida, sabía que su "Amor" era totalmente imposible, pero aún así lo quería ¿Cómo? Ni ella sabía.

Nuevamente se puso su mejor ropa. Siempre era la misma rutina, arreglarse solamente para él.

Ayer había tenido una charla con su mejor amiga, ella tenía la razón, había otros chicos, y esto no era sano para ella, pero él la hacía sentir mejor ¿Qué más daba?.

Esta vez fue ella la que llego primero. Algo raro, él siempre estaba ahí mucho antes que ella.

El tren estaba apunto de irse.—¿Por qué no llega?—Pensó para si misma.

Minutos más tardes llego Álex, se notaba que había estado corriendo para poder alcanzar el tren. Álex estaba ligeramente agitado, tenía el cabello humedo por el sudor.—Hasta empapado de sudor se ve bien.—Pensó Ana mordiendose el labio.

Álex se sento enfrente, otro día, otro juego de miradas.

El corazón de Ana parecía que se le iba a salir.—¿Siempre causará esto en mi cuándo lo veo?.—Pensó.

Una hora antes en casa de Álex.

Ya era tarde para él ¿La causa? Su despertador no había sonado.

Tenía que arreglarse demasiado rápido si quería ver a su amor frustrado. Y así lo hizo, él no podía tener un día sin verla, sería como la muerte.

Se arregló de una manera rápida. Tomó un puño de cereal y se lo llevó a la boca, luego tomó leche del cartón y listo, ya había desayunado y sólo le tomó 5 minutos, y sin ensuciar platós.

Álex corrió cómo si su vida dependiera de ello, y así era, no solamente por que si no lo hacía no miraría a la chica de su sueños, también por que si llegaba tarde lo iban a despedir de su trabajo.

Apenas pudo llegar a tiempo. En cuánto entró al lugar su corazón se aceleró, y no, no fue por que había corrido un kilómetro y medio sin parar. Fue por aquélla hermosa mirada de Ana y la manera en que se mordio el labio cuándo el se sentó en frente, labios que deseaba besar.