8. DÍA DE FURIA

34 4 4
                                    

El día estaba pintado soleado. Era uno de esos días que te sientes bien desde el momento que te levantas. Te da por darle un beso a tu madre antes de ir a clase, por saludar a los vecinos que encuentras por la escalera, incluso de sonreír a la gente con la que te cruzas por la calle.

Llena de energía, con la adrenalina cargada a tope,... Podría perder la mochila, quedarme sin dinero, que mi almuerzo se lo llevara un perro,... que aún seguiría sintiéndome bien.

Pero hay algo en la vida que nunca puedes tocar de otra persona: El novio.

La jornada transcurrió con normalidad. Las mismas clases aburridas con los mismos profesores aburridos.

Hasta que llegó la hora del almuerzo.

—¿Te apetece un poco de ensalada? —me preguntó Adrián.

—No gracias —respondí siendo amable—. Prefiero terminarme mi sándwich.

Estábamos los cuatro sentados en el césped, disfrutando del descanso y de los rayos de sol que nos regalaba en este día tan bonito.

—Oye, Claudia. ¿Qué tienes pensado hacer en las vacaciones de invierno?—preguntó Carol con la boca llena.

—Pues no tengo nada en mente—respondí —.Me gustaría que Marcos me llevara lejos, algún viaje los dos solos. ¿Por?

—No, por nada— dijo desilusionada.

—¿Qué tenías pensado hacer?— quise saber.

—Christian y yo habíamos pensado alquilar una casita en la nieve, por si os interesaba la idea e íbamos en pareja.

—¡Yo me apunto!—exclamó Adrián emocionado.

Las dos le miramos desconcertadas. ¿Hasta qué punto comprendía lo de ir en parejas?

—¿Vas a llevar a alguna chica? —investigó Carol.

—No, claro que no— dijo con una sonrisa nerviosa—. Lo que no me gustaría pasar las vacaciones sin mis amigos.

Eso era algo en lo que no habían pensado. No querían abandonarlo así. Pero sería mejor si fuese acompañado para evitar malos royos.

—Puedo hacer de mayordomo, ayudaros para que sea una velada romántica.

Cuando pronunció la última palabra me miró fijamente como si me la dedicara a mí, y eso me sonrojó.

—Eso molaría—ofreció Christian que había dedicado todo este tiempo a zamparse su bocadillo.

—No, no mola —dijo Carol con un tono serio.

—No pasa nada— sus palabras sonaron sin ánimo ninguno.

—Lo que dice es que no es divertido que estés allí sin disfrutar igual que nosotros— ayudé a mi compañera—. Podríamos buscarte una acompañante.

—Eso sí sería divertido— dijo Carol entusiasmada —. Tres parejitas perdidas en la montaña, rodeados de nieve, abrazados junto a la chimenea,...

—Y de pronto aparece un loco con la cabeza tapada y un machete en la mano— ofreció Christian.

—Sí—continuó Adrián— y nos acosa todo el fin de semana hasta que decide matarnos uno a uno.

El bonito plan de Carol de un fin de semana romántico se vio chafado por los comentarios de dos hombres carentes de pasión.

—¿La viste?— preguntó Chris a Adrián.

—Buenísima— respondió —. Pero me gustó más la otra, ¿cuál era?

—¿Los extraños?

—Sí, esa, qué peliculón.

Stop feeling [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora