Capítulo único

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—¡Silencio!

El grito estuvo de más porque el aula de pociones se encontraba sumergida en la más completa calma. Nadie abría la boca. Ya todos sabían que a esa hora el profesor no admitía ningún tipo de interrupción ni ruido molesto.

—Hoy haremos una nueva poción y espero que sepan, no solo hacerla correctamente, sino también asumirlas con la correspondiente seriedad. Luxuria.

Varios alumnos, los que le prestaban atención, se mostraron confundidos e interesados.

—Se trata de una poción de lujuria—dijo con lentitud lanzándole una mirada de advertencia a todos aquellos adolescentes con hormonas alborotadas— Incrementa el...—se aclaró la garganta nerviosamente— apetito sexual en una persona. Originalmente era utilizada en las parejas de Sangre Puras cuyos matrimonios eran concretados por los padres para garantizar la consumación e impedir cualquier tipo de nulidad en el compromiso.

Una mano se alzó en medio del silencio sepulcral. Severus contuvo sus ganas de rodar los ojos.

—Señorita Granger, incluso cuando no hago ninguna pregunta es capaz de contener sus incontrolables ganas de destacar.

No le pasó desapercibido que las mejillas de su alumna se sonrojaron levemente.

—Tengo una pregunta, profesor—murmuró,

Severus la miró con asombro por unos momentos pero rápidamente logró controlarse.

—Vaya, hay algo que la insufrible sabelotodo no sabe... y, dígame, por favor, qué es lo que quiere saber.

—He leído que la poción no funciona de ese modo, en realidad, que es la... eh... lujuria va dirigida hacia la persona deseada... y... eh..

—Señorita Granger, cállese—la interrumpió—No me ha hecho ninguna pregunta aún y sólo hace perder mi tiempo. Eso era lo que iba a explicar. La poción no siempre tiene el efecto esperado. Si la persona que la bebe siente un deseo mayor o reprimido hacia otra, la poción sólo incrementará esos... esas sensaciones y no podrá ser... satisfecha por nadie más que su... querido... o habrá que esperar a que el efecto cese por completo.

Miró a su alrededor y no le asombró descubrir que ahora más que nunca todos sus alumnos le prestaban desmedida atención. Quiso resoplar y rodar los ojos. Malditos adolescentes que sólo pensaban en sexo...

—Las instrucciones están anotadas en la pizarra. ¡Pónganse a trabajar! ¡Ya!

Los sonidos de pasos yendo a buscar a los armarios los ingredientes no tardaron en oírse, continuado de una incesante cantidad de sonidos varios, de calderos que chocaban, de cuchillos que cortaban ingredientes sobre tablas de madera, de morteros triturando.

Y una hora después ya podían verse como vapores se elevaban hasta el techo del aula, creando un ambiente húmedo y un tanto asfixiante. Todos podían sentir diversos aromas que llegaban a sus fosas nasales, cada uno un aroma en particular dado que la base de aquella poción eran los ingredientes principales que componían la Amorentia.

Severus se permitió aspirar profundamente una sola vez y al sentir aquel olor que tantas veces había sentido tan cerca de él no pudo evitar sonreír, sonrisa que ocultó perfectamente detrás de su cabello ya que simulaba corregir ensayos inclinado sobre su escritorio. Era aquel peculiar aroma que la caracterizaba: una mezcla de dulzura con el mentol de la pasta dental y la escancia natural que la rodeaba, con esa suavidad propia y ese aroma de libros antiguos que esperaban a ser abiertos para que alguien aproximase su nariz para aspirar con fuerza.

LuxuriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora