Sabados por la noche nos dieron domingos por la mañana

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Estoy en el hospital a las cinco de la mañana cuidando de esta chica. Acaban de entrar unos medicos a tratar a esta chica, aun ni si quiera se su nombre. Dejan estar a un familiar con ella, solo a uno, he dicho que soy su novio y les he dicho a los medicos que se llamaba "Paula"
Me gustaría saber su nombre pronto, yo también tengo algunas heridas...pero no pasa nada, serán cicatrices dentro en un futuro, solo unas pocas más. Tengo cicatrices desde hace mucho, desde que era muy joven, mis cicatrices han crecido conmigo, siempre estaban ahí para recordarme que un día gané una batalla, que no debía rendirme.
Pero luego recuerdo todas esas cicatrices que me hacía mi padre...muchas son físicas, pero las peores son las que aun están en mi mente y en mi corazón. Lo peor de estas cicatrices, es que no recuerdo como me las hice, tampoco tengo demasiados recuerdos de mi infancia, no fue demasiado buena, recuerdo todas las heridas que me hizo, pero no recuerdo porque muchas veces que intento acordarme de lo que me hizo me duele el corazón, me empieza a doler la cabeza...nunca puedo recordarlo, pero fue algo mucho mayor que unos golpes.
Una conversación al otro lado de la puerta me despierta de mi pensamiemto.
Salgo de la habitación y me aproximo a la enfermera que está hablando con un tipo.
¡Es el tio del muelle, el que me dio diez libras!
-Lo siento señor, pero el novio de la chica ya se encuentra dentro.-Dice la enfermera.
-¿Algún problema enfermera?-Le digo por detrás.
-Si, este hombre dice ser el novio de la paciente.
-¿Me deja hablar un segundo con el?
La enfermera se aleja y el tipo me mira con cara de pocos amigos.
Parece ser un tio muy fuerte, por lo que vi en el muelle no iba mal de dinero, pero no tendría mucha inteligencia.
Si fuera legal el tio me habría matado ya.
Bah, mas cicatrices.
-¿Quieres algo?-Le digo sin mirarle a los ojos.
-¿Qué si quiero algo?¿Cómo te atreves a quedarte a cuidar con mi novia?
Debería estar cuidandola yo.
-¿Dónde estabas tu cuando la atacaron?
El aprieta los dientes y los nudillos y mira a otro lado.
-Esto no quedará así.-Me dice cabreado.
-Ponmelo difícil.
El tipo con una ultima mirada asesina se da la vuelta y se dirige a la salida.
-¡Espera!-Le grito.
Se da la vuelta.
-Toma esto, es el pago por pasar una noche con ella.-Le devuelvo las diez libras. Lo cual parece cabrearle aun más.
Entonces entro en la sala donde está esa chica.
Me fijo en sus ojos cerrados y sonrío.
-Deja de hacerte la dormida.-Ella abre los ojos.-Tengo muchas preguntas que hacerte.
-¿Cómo he llegado aquí?¿Quién eres tu?
-La pregunta jugosa es quien eres tu.
Ella no me hace caso y se levanta de la cama, empieza a dolerle la herida de el costado y cae en mis brazos.
-Estás loca.
-No...tu lo estas.¿Como hiciste eso anoche?¿Por qué me ayudaste?
-No tenía mas opción, tu dijiste que yo era tu novio.
-No, tu saliste del café a ayudarme y te enfrentaste a cuatro.¿Cómo?
-En una pelea lo importante no es el número de luchadores, si no la razón por la que se lucha.-Los dos guardamos silecio durante unos segundos.
-¿Cómo te llamas?-Dice ella.
-Soy Tommy.¿Y tú como te llamas?
-Yo soy Gina.
-Gina...bueno, si te preguntan los enfermeros te llamas Paula.No me sabía tu nombre.
Suelta una pequeña risa.
-Otra pregunta.¿Por qué te has hecho la dormida cuando ha venido tu novio?
-Es complicado...
-Vamos, te he salvado la vida, merezco saberlo.
-El se suponia que me tenía que recojer de el trabajo, pero se retraso casi una hora y pasó todo esto...
-Vaya...¿Le quieres?-Me mira extrañada.
-¿Qué clase de pregunta es esa?¡Claro que le quiero!
La pantalla que había al lado suyo midiendo las pulsaciones de su corazón empezo a pitar muy rapidamente. 120 pulsaciones.
La miro y sonriendo le digo.
-Has elejido un mal momento para mentir.-Ella molesta gira la mirada.
La enfermera entonces entra por la puerta.
-Señorita Paula, usted debería estar bien, ya puede irse a casa. Recuerde tener mucho reposo.
Le ayudo a levantarse.
-Tranquila, tu secreto queda entre nosotros, ya nos veremos.
-Si, supongo...
Y procede a salir de la habitación pero no sin antes decirme:
-Por cierto...muchas gracias por ayudarme esta noche.
-No hay de que.
Cuando ya me encontraba totalmente solo, me levante la manga pudiendo ver mi gran corte que me atravesaba todo el brazo, intente contenerlo toda la noche evitando que la sangre goteara. Pero debo curarme esto.
Me arranco una manga y me la ato al brazo a modo de venda.
Todos...mantengamos la fe, saldremos adelante.

Livin' On A PrayerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora