Tenía poder. ¿Lo tenía? Ya ni siquiera lo recuerdo. Fue hace años, ha pasado tiempo desde que fuí desterrado eternamente... Oh, Kyrie. Tan cruel. ¿Era nece...? Ah, sí, ¡lo era!
Por supuesto, consideró que el querer arreglar un poco las cosas sería peligroso. ¿Qué importaba? De cualquier forma los humanos morían abajo de formas fieras, crueles, toscas. Con el paso del tiempo, inventaban cosas extrañas para divertirse. Eso me agradaba de ellos, sabían divertirse. Siempre me hacían reír a escondidas de otros ángeles aburridos.
Era un espectáculo, era divertido. Ellos se lo perdían.
No podrías saber con que precisión construían sus máquinas antes. Antes de aprender a usar hierro, el ser humano ya era un sádico. Comiéndose unos entre otros, huyendo inútilmente de esos reptiles enormes. Pude presenciar, como más de una vez, se traicionaban. No podían hablar, eran tan estúpidos e incapaces, tanto que me hacían retorcerme de risa cada día. Antes me conformaba con tan sólo observar de lejos, pero hubo un punto donde ya no fué suficiente tan solo ver desde lejos. Ansiaba, ver a fondo cómo los seres "evolucionaban" inútilmente. Siendo simples animales que se movían por instinto y en lugar de dialogar soltaban bufidos, ya eran egoístas.
«Han pecado, por ello están ahí» me habían explicado mis anteriores compañeros. ¿Qué era, exactamente, el pecar? ¿Por qué la palabra? ¿Por qué tan solo eso?
Se mataban con rocas o a mordiscos por carne cruda que acababa matándolos. Eran como pequeños dinosaurios, saltando contra una presa grande y siendo aplastados. Si los hubieses visto, años después, utilizando hierro y roca para defenderse, no sabes cuanto hubieses reído. Se magullaban manos y pecho al no usar ninguna protección, quemándose. ¡OH! ¡El fuego! ¡Cómo olvidarlo! El primer humano que vio fuego se retorcía de miedo hasta que un pobre imbécil lo tocó. Hubieses escuchado los alaridos, hubieses visto como todos huían, tropezaban, llamaban la atención de más animales o se retorcían entre las llamas al haber encendido fuego cerca de un enorme roble de miles de años; siendo que los ángeles lo hacíamos aparecer en nuestra palma en un chasquido sin hacer ni un esfuerzo, ligero, cálido.
Comienza a dolerme el estómago. Realmente, adoraba a los humanos. Quizás demasiado.
¿Cómo había terminado con ellos? Lo recuerdo vagamente, no es algo que me interese mucho, pero algo es algo. Después de todo, el juez así lo dictó, el que no pudiese olvidar.
El sentimiento de aplastarte contra la tierra húmeda de sangre, en medio de un campo de guerra, rodeado de huesos y cadáveres secos -humanos, claro está- me extasió totalmente. Al ver al cielo, los portales se cerraban, y en su lugar, una esfera de asqueroso resplandor me dañaba la vista.
No pude incorporarme, pero comencé a reír. No podrías comprender qué tan contento estaba, y sigo estando. Jamás estuve tan complacido como cuando los ví ahí, masacrados por su estupidez.
Pensar que terminaron así todo por culpa de una mujer que tomó lo que no debía.
Una mujer... Al parecer son la perdición en persona... ¿no es así? Resulta gracioso, el que yo haya caído por una, igualmente. Pero me estoy saliendo del tema.
El sentimiento fue inolvidable. Ni siquiera cuando fui ángel, con tanto poder, rodeado de pureza -que, más bien, llegó a asquearme luego de algunos milenios- y bondad, pude sentir algo igual. Me levanté como pude, evitando resbalar con la sangre, y me interné en un bosque reseco, perturbador y árido, tan árido como cuando él mismo me arrancó las alas. No las extraño para nada, eran sofocantes. Lo que tengo ahora es mucho, mucho mejor. Caminé con una sonrisa de oreja a oreja, mis pupilas dilatadas y mis ojos curiosos, mis manos tocando todo lo que podían para asegurarme de que ahí estaba, no en el infierno, no en el cielo, sino en la Tierra, algo peor que ambos. Podría cualquiera haber dicho que yo estaba desquiciado, pero no podría ser así. ¿Cómo podría? Siempre fui distinto, siempre me mantuve un paso adelante.
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Destructiva y hermosa melodía 【d.w.d】
Fiksi Penggemar❝No supe cuando sucedió; antes caídas dóciles y apacibles abrazaban el aire con un aleteo al caer. Pero ahora no era así, simple y sencillamente, lo suave y terso del aire me sacudía el cabello con una fiereza que jamás creí que experimentaría. El a...