Parte 4

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Terminó la clase y me fui rápidamente. No quería volver a toparme con Daniel, no después de lo que le había dicho. Tenía arte que era una materia opcional por lo cual podía ir a la clase de; pintura, teatro o canto. Todos los años elegía canto porque ciertamente se me hacía muy sencillo y me iba bastante bien, todos en mi familia decían que tenía un don para ello. Seguramente lo había heredado de mi abuelo, no lo conocí, pero todos decían que eran un muy buen cantante. Bueno, en fin, este año no iría a esa clase. Daniel la elegía y no quería cruzarme con él, así que elegí teatro, ya que para todo lo que era pintura me iba horrible. Por más de que mi madre era una artista nata, yo lamentablemente no había heredado sus genes. Terminé anotándome en teatro y, dado a que era el primer día, no hicimos grandes cosas más que sólo presentarnos, por lo cual la clase se me pasó bastante rápido.

Salí de la escuela infinitamente agradecida por no volverme a cruzar con Daniel. Mis actitudes parecían de una persona paranoica, pero la verdad no quería establecer una amistad con alguien de la escuela. Eso demandaría una gran parte de mi atención, entonces mis promedios bajarían y no me lo podía permitir. No si quería que ir a Colorado, no si quería salvar a Sammy.

-¡Alex!- Ese grito desarmó mis pensamientos de un golpe, no sólo porque me tomó por sorpresa, si no porque conocía esa voz; Daniel. Me di vuelta y lo ví, se acercaba a mí corriendo con la intención de alcanzarme. Ya no tenía sentido escapar, sería tonto, así que me detuve a esperar que llegara hasta mí.

-¿No pensabas despedirte de tu nuevo amigo? - fue la primer pregunta que lanzó al posarse delante de mi.

- No eres mi amigo-De nuevo había dicho mis palabras sin pensarlo, no quería hacerlo, pero era la verdad, no éramos amigos.

- En todo caso, no importa -dijo como si no le interesara el hecho de acabara decirle aquello-. Venía para preguntarte si querías hacer algo por la tarde, salir al cine o ir a comer algo.
¡Oh no, claro que no!

- No salgo con chicos -le corté rápidamente sin mirarlo directamente a los ojos.

- Oh lo entiendo. Eres lesbiana, ¿No? - me dijo comprensivamente, pero se equivocaba .

- No, soy inteligente -dije tajantemente al tiempo que me daba la vuelta yéndome, creo, que un poco desconcertada.

Lo único que esperaba era que no me siguiera. Afortunadamente, no lo hizo. Antes de irme, alcancé a ver un tanto de desilusión en su mirada. No quería lastimarlo, aunque no creía haberlo hecho dado que en realidad no creía que él pudiera llegar a sentir algo por mí, algo verdadero. Seguramente buscaba diversión, una nueva compañía, una nueva aventura, una nueva novia. Y ahí estaba el problema: yo no era una diversión, yo no era una muy buena compañía, yo no era una aventura y mucho menos estaba preparada para ser la novia de él. Para ser la novia de nadie. Estar con alguien era algo que no podía permitirme en ese momento, sabía como se ponían las personas cuando andaban juntas, tontas, no controlaban lo que les pasaba, vivían en las nubes y sus sentimientos siempre eran contradictorios a lo que pensaban. No, estar con alguien en ese momento era lo menos indicado, lo que menos necesitaba. Me quería enamorar, claro, como todos, pero creo que el amor, las parejas, y todo eso. Es algo delicado, no quiero equivocarme en esa elección. No, sería horrible que mis futuros hijos pagaran el pacto de una mala relación. Así como yo pagué las malas elecciones de mis padres.

No estoy queriendo decir que mis padres no se amaban, claro que lo hacían, pero a veces el amor no es suficiente. El amor no pudo evitar los actos violentos de mi padre, ni que mi madre se fuera de la casa. El amor no pudo evitar mis lágrimas de pequeña, ni tampoco las de Sammy. El amor es poderoso,claro, pero hay cosas que van más allá del amor.

Me puse mis auriculares y caminé hasta a mi casa. Suficiente con eso de pensar.

Llegué a mi casa y reinaba el silencio. No sabía si tomarme eso como algo malo o algo bueno. Nunca sabía como tomarme las cosas en casa, tampoco ahora lo sé. Entré sin más preámbulos, papá no estaba o por lo menos no lo veía, así que me dirigí a la habitación de Sammy. Él estaba llorando, lo noté al instante, aunque hizo el máximo intento de ocultarlo apenas me vió. Yo siempre lo hacía y él quería aparentar ser el niño más fuerte del mundo. "Quiero ser un caballero como los de las películas", me diría él, pero yo sabía que no lo era. Sólo era un niño de once años. Pude ver sus ojos llenos de dolor, ellos no mentían, no quise decirle nada ni preguntarle cosas, así que sólo lo abracé.

-Lo intente devuelta, Alex- me dijo y pude sentir como su voz se quebraba mientras pronunciaba esas últimas palabras, pero siguió adelante-. Sé que me dijiste que tengo que esperar que se le pasé que él no controla sus actos, pero se me es imposible no decirle que me hace mal, ya sabes lo que hace cuando se da cuenta, llora, pero cuando se lo decimos bebe.

-¿Dónde está el ahora? -Pregunté preocupada, nada bueno pasaba cuando papá bebía.

-Durmiendo, tomó demasiado, fue mi culpa-dijo, ya no trataba de ocultar sus lágrimas, era en vano -. Sabía que no debía decírselo y lo hice igual todo es mi culpa, mi culpa, mi culpa...

-Mírame, Sammy-levanté su mentón para que me mirara a los ojos-. Nunca vuelvas a decir que es tu culpa ¿si? No lo es, tampoco es la suya. Lo hace inconscientemente y lamentablemente no podemos hacer nada al respecto, ¿entendido? Tu eres un soldadito y tienes que ser fuerte, ¿recuerdas el juego que jugábamos de pequeños?

-Sí, tú eras una princesa y yo el soldado que mataba dragones, siempre juntos. -Secó sus lágrimas y me dió su mano.

-Siempre juntos. -Afirmé y apoyé mi mano junto a la suya.

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⏰ Última actualización: Oct 04, 2015 ⏰

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