Capítulo 3

3 0 0
                                        

Cuando me desperté, lo primero que percibí, aparte de una sensación de dolor increíble en los pies, fue que tenía diez millones de mensajes de texto de Jane. Todos giraban en torno a Jack y no consideré que fuera urgente responderlos.

Me puse una sudadera y caminé a trompicones hasta el baño para admisnistarme una sobredosis de analgésicos y cubrirme los pies de pomada antibiótica y tiritas.

Milagrosamente, me había despertado antes de las dos de la tarde, lo que significaba que mi madre seguía durmiendo. Trabaja de telefonista en el turno de noche del St. Paul, por lo que solía llegar a casa a horas intempestivas y dormía durante el día.

Pero mi hermano Milo que seguramente se habría acostado antes de medianoche, estaría de pie desde antes de las nueve de la mañana.

Cuando entré en la sala de estar, lo encontré sentado frente a la computadora, seguramente buscando información para algún trabajo del colegio a pesar de que estábamos en plenas vacaciones de primavera. Estaba en segundo año de instituto pero llevaba la vida social de un niño pequeño.

Era triste, muy triste, que yo fuera la complicada de la familia.

-¿Qué te pasa?-me preguntó Milo, levantando la vista de la pantalla.
-¿Y a ti?- le respondí, aprovechando mi rapidez de reflejos.

Había entrado ya en el pequeño espacio anexo donde teníamos la cocina para prepararme un tazón de cereales.

-¿Estás resacosa?- Milo se dió cuenta de que estaba preparando mi antídoto y la verdad es que había acertado cómo me sentía.
-Más o menos-dije.

Me dejé caer en el sofá con mi tazón de cereales y mi bebida energética de lina limón, decidida a encontrar algún capítulo de loa Looney Tunes o cualquier película mala del canal Lifetime.

-¿A qué hora llegaste anoche?-preguntó Milo, con un matiz de desaprobación en su voz.

Es un año y medio menor que yo, pero representa sin duda la figura paternal en nuestra relación. Como mi madre siempre está trabajando y mi padre es como si no existiese desde el principio de los tiempos, supongo que uno de los dos tenía que dar el paso y asumir el papel.

-No lo sé.- Intenté pensar, pero la verdad es que no me acordaba.

Había perdido la noción del tiempo desde el momento en que salimos del restaurante. Sólo recordaba vagamente haber recibido el mensaje de texto de Jack, e imaginaba que eso debía haber sido hacia las dos o tres.

-¿Y al final qué hiciste anoche?- Milo dejó por fin de fingir que estaba haciendo algo en la computadora y giró su silla hacia mí.
Sus ojos marrón oscuro se quedaron mirándome con su habitual mezcla de curiosidad y preocupación, como si siempre estuviera esperando que reconociese que me estaba metiendo heroína y practicando sexo a cambio de dinero.

-Nada- dije, encogiéndome de hombros.

-¿Nada?- levantó una ceja, y su recelo le dió un aspecto del mayor edad de la que en realidad tenía. Si no fuera por sus mofletes de bebé, podría pasar por mayor que yo.

-No conseguimos entrar en ningún lado- le expliqué con la boca llena de cereales-. Nos pasamos la noche dando vueltas en busca de alguna discoteca donde nos dejaran entrar, acabé con los pies destrozados y al final volvimos a casa.

-¿Y Jane no te llevó a ninguna fiesta?-

-No-

-Vaya, eso sí que es raro en ella: acabar una noche sin vodka o sin sexo- comentó Milo.

-La vida está llena de sorpresas.- Terminados los cereales, apuré la leche multicolor de la taza y confié en que Milo dejara el tema de una vez-. ¿Qué vas a hacer hoy?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 05, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Instinto 01Donde viven las historias. Descúbrelo ahora