Capítulo 4

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A las 12:15 a.m estábamos fuera del avión. Cogimos las maletas y fuimos fuera. Mi padre llamó a un taxi para que nos llevara a nuestra casa.
Por la ventanilla vi una playa inmensa y unos edificios enormes a en primera línea. Yo viviría en una casa así que supuse que nos quedaría un largo camino.
Media hora después, el taxi se paró en frente de un chalet casi el doble de grande que nuestra antigua casa. Una verja de metal pintado de marrón para que parezca madera le daba un toque mas acojedor. A través de la verja se podía ver un gran jardín que rodeaba todo el chalet.
-¿Vamos a vivir aquí?-preguntó mi hermana-.
-Si. ¿Que os parece?
-¡¡Vaya casa!!-gritó mi hermana emocionada-.
Yo ni si quiera podía articular palabra.
Mi padre metió la llave en la cerradura de la verja y pasamos dentro. Luego abrió la puerta blanca de la entrada y vimos nuestra casa. A la izquierda una cocina enorme abierta desde la que se veía todo el salón. Tenia hasta una barra. Luego el salón y detrás de este unas escaleras. A la derecha había un baño, la entrada al garaje donde estaría nuestro coche en un par de días y una habitación de invitados.
-Vaya...
Desde abajo se veía el pasillo que daba a la parte de arriba.
-Quizá pongamos ventanas en esa parte de atras- dijo mi madre señalando la parte de atrás del salón-, para que sea más como antes. Y tened por seguro que pondremos mas estanterías. Venga venid arriba.
Mis padres se cogieron unos días para venir aquí antes de comprar la casa y ya se la sabían de memoria.
Subimos las escaleras cargando con las maletas y vimos que era una especia de cuadrado. Estaba mi habitación, dos baño, la habitación de mis padres y otra habitación de invitados. Entonces me fije en otras escalera que daban al techo.
-¿Y eso?
-Esto era una casa antigua, pero la hemos decorado -respondió mi padre- Esas escaleras dan a la buhardilla. No subimos allí cuando vinimos así que no sabemos cómo esta. Supongo que tendremos que limpiarlo y ver si eso estable.
-Bueno-le cortó mi madre- Raquel y yo nos vamos a colocar su ropa. Calle vete a tu habitación, la escogimos precisamente para ti. Puedes estar allí el tiempo que necesites.
Últimamente mis padres estaban mucho más tolerantes que de costumbre porque sabían que yo era la que peor lo pasaba con la mudanza al dejar a todos mis amigos.
-Vale. Quizá tarde un rato, tengo que llamar a Valeria.
Mi madre sonrió y se fue con mis hermana. Mi padre se giró hacia mi, sonrió y me dijo:
-Disfrutala.

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