Camila

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Faltaba cinco minutos para que el reloj diera las dos de la tarde y yo seguía sentada en el sofá cambiando los canales en la televisión esperando a que el Señor Mussi se dignara a venir en busca de la llave del coche.

Podría haber adivinado que no sería puntual, no debí confiar en mi hermano, sabía que esto no podía ir bien.

Deposité los restos de mi emparedado en un plato, dejándolo sobre la mesa junto al sofá, hasta las ganas de comérmelo ya lo había perdido.

Que bueno que en realidad no tenía planes para hoy o sino los habría cancelado por estar esperando al tonto de Daniel.
Seguro se le olvido venir por ella

¡Oh, Maldición!

Me quedo mirando la llave que está sobre la mesa, tal vez Arturo se le olvido decirle a que hora tendría que venir por ella.

¡Como eres idiota hermanito!

Suspiro mientras lentamente salgo del sofá, cojo la llave de la mesa, camino fuera de mi casa hasta que estoy pisando el acelerador dirigiéndome hacia la casa de Daniel.

Esto le costará mucho a mi querido hermano, ahora también tengo que ser niñera de su mejor amigo.

¡Genial!

Lo último que deseaba era ver a Daniel, con lo difícil que me resultaba ignorarlo todos los días en la universidad, hacer como si no existiera en mi mundo y ahora estoy aquí conduciendo hasta su casa y lo tendré que ver, tendré que hablar con él y lo menos que quiero es que note lo nerviosa que estoy por ir hasta su casa.

¡Tragame tierra por favor!

Tarde diez minutos en llegar a su casa y realmente estaba muy nerviosa de estar ahí con él a solas.

Bajé del coche, cerré la puerta, esto iva a hacer rápido,
Llego, le entrego la llave y me voy, no puede ser tan difícil.

Noto un convertible rojo estacionado a la entrada del garage de la casa, un escalofrío recorrió mi cuerpo, esto hiso que me congelara, nunca antes había visto ese coche por estos lugares, definitivamente el miedo me cojio la mano.
Daniel podría estar en problemas

Traje saliva y comenze a caminar hasta su casa, subi los escalones del corredor cuando notó que las llaves estaban aún puestas y la puerta estaba semi abierta.

¡Santo Dios!

Estaba tan asustada que fueron inútiles los intentos de tranquilizarme, sujete el pomo de la puerta toda temploroza y le di un empujón suave y lentamente me fui metiendo a la casa.

Comenze a caminar por el largo pasillo que lleva a la sala de estar, cuando de pronto unos gemidos me hicieron detener por un momento, me armé de valor y seguí caminando ahora más lento.

No tarde en encontrar la camiseta que Daniel llevaba puesta hoy tirada en el pasillo, di unos pasos más y ahí estaba otra prenda, el corazón me palmitaba tan rápido que podría explotar en cualquier momento. Sabía a quien pernetecia aquella blusa, y de inmediato las lágrimas llenaron mis ojos y un enorme nudo se me formó en la garganta.

El corazón se me caía en picada libre, y pude sentir la forma en como se quebraba en mil pedazos y un frío inexplicable se apoderó de mi y era imposible de controlar la forma en como mi cuerpo empezó a templar.

Estaban desnudos ella encima de él, besándolo, gimiendo, mientras el besaba su boca, y era imposible decir de donde la sujetaba por que tenía sus manos por todas partes de su cuerpo.

No pude controlar las lágrimas cayendo de mi y en un intento rápido por secarlas mis manos rozan un garrón el cual va a parar al suelo, el sonido del cristal rompiéndose los asusta y ambos se detienen, se voltean, cuando Daniel encuentra mi mirada la empuja haciendo que ella quede a horcadas sobre él, ella cubre con ambos brazos sus pechos desnudos y veo esa sonrisa estúpida en su rostro.

-¡Camila! - es todo lo que él puede decir y clava sus ojos en mi, trata de levantarse cuando una de las manos de Cony lo empujan devuelta hacia el sofá.

¡Tengo que salir de aquí, ahora!

- ¡Ten, es la llave del coche! -se la lanzo y la atrapa en el aire, baja la mirada a sus manos, y yo me precipito hacia el pasillo de vuelta velozmente.

Abro la puerta y salgo. La cierro detrás de mi y es la cosa más difícil que jamás he hecho.

Ni siquiera puedo caminar.

Soy nada.

Nada más que lágrimas.

Solo TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora