Gabriel,
Personas como tú me hacen reconsiderar mi opinión sobre los inicios de la eugenesia. ¿Quién eres tú para juzgarme por decidir quién vive y quién no? Si jugamos al psicólogo/paciente, podría pensar que me señalas por tener el valor de hacer algo que tú no puedes. Eso me hace sentir mucha pena por ti. Respecto a tu pregunta: no sabría cómo contestarla, pero sí puedo citar un texto que refleje mi sentir:
"Yo soy yo. Tú eres tú. Yo no estoy en este mundo para llenar todas tus expectativas. Y sé que tú no estás en este mundo para llenar todas las mías. Por que yo soy yo y tú eres tú. Y cuando tú y yo nos encontramos es hermoso. Y, cuando encontrándonos, no nos encontramos, no hay nada que hacer."*
Difiero de tu comentario, pues su vida no me importaba. Sí, estoy claro de la felicidad que traía a mi vida. Tienes razón y entiendo que quieras defender a quien ya no puede hacerlo por sí mismo. Quise comenzar mi contestación con la cita de ese libro que no te recomiendo leer. ¿Qué propósito tiene que te lo recomiende, si no entendiste el mensaje principal de mi carta anterior, para qué voy a provocarte un corto circuito? Pero bueno, que puedo intentar explicar:
Nos conocimos en una clase de matemática empresarial. De todos los matriculados de ese curso solo habían unos cuatro o cinco que no se integraron al grupo que habíamos formado dentro de la clase y él era uno de ellos. Para hacer el cuento largo corto: el chico de buenas piernas y serio de la clase se fue convirtiendo en alguien más cercano a mí. La noche se convirtió en nuestra aliada, era típico terminar la llamada a las seis de la madrugada. Nuestra primera cita fue algo salido de una película de comedia y el resto de una típica historia de Disney.
Le entregué todo lo que tenía, pero de nada sirvió. Una noche, la más especial de toda mi vida, experimenté por primera vez lo que es estar realmente enamorado de una persona. Ese sentimiento que te motiva a quererte primero a ti, pero también a poner su felicidad en el papel protagonico; pues la felicidad de esa persona es sinónimo de alegría para todo tu ser. Fue esa noche donde todas las líneas que ambos establecimos se cruzaron, nos encontramos y fuimos, fue hermoso.
No más de ocho horas después, fui a un encuentro ya establecido, pero jamás recibí contestación. Puede que pienses que le pudo haber ocurrido algo y tienes razón, yo también pude pensarlo, pero estaba frente a la puerta de su hogar. Nunca abrió. Nunca dio explicación. Se limitó a bloquearme de todos los lugares por donde pudiera contactarlo. El proceso para dejar eso atrás te lo puedes imaginar. Fue un poco fuerte saber que mis llamadas ni mensajes entraban a su celular, ni siquiera mis emails, todas mis cuentas fueron bloqueadas.
Ironías de la vida, nunca lloré, siempre quise, pero no podía. Las noches se convirtieron en esa luz que reflejaba su ausencia.
Seis meses después recibo una llamada y contestarla fue un regreso al pasado. Quería encontrarse conmigo. Desde el día cero se había ido del país y la llamada fue solo para confirmar la fecha en la que compraría su pasaje de regreso, solo por un día. No le bastó el cinismo de la llamada, quería verme y para colmo, en ese lugar —que luego de su partida yo acostumbré a ir constantemente para sentirme cerca de él y de cierta forma poder despedirme de sus recuerdos —.
El día llegó. De camino a su casa puse el CD que acostumbraba a escuchar cuando iba a buscarlo, todo era igual, como nada hubiera pasado. Tenerlo cara a cara fue una mezcla de ternura, cariño, mucho coraje y odio, pero lo primero predominó y un abrazó fue el primer contacto físico. Ese abrazó representó mucho, con él recuperé una parte de mí. Todo fluyó con naturalidad, una que fue destruida cuando me propuso tener una relación en ese lugar donde ya habíamos llegado a ese acuerdo seis meses atrás. Mi contestación ya la sabes, es por eso que me juzgas —o tal vez me envidias y lo reflejas con tal desprecio.
Hasta aquí mi explicación para jugar a ser Dios... o... ¿es Dios quién juega a ser yo?
- Fran
P.D. No lo vuelvas a pasarlo por alto: recuerda que soy un reflejo de tu vida. Estando frente a frente no nos encontramos, tal vez por eso decidí ponerle fin a la historia de una forma tan drástica. Para que llorara mi madre, mejor que llore la suya.
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Estrellas Ensangrentadas
RastgeleUn título tan original como la vida misma, nada se repite en ella. ¿De qué vale una descripción cuándo la historia no ha sido escrita? Es algo que surge en cada despertar. No esperes una relación lógica entre un relato y otro, si son tus expectati...