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Samuel.

He llegado a mi casa, el día no ha estado tan mal como pensé que iba a estarlo. Abro rápidamente el computador y reviso mi bandeja de entrada. Nada nuevo. Qué mal. Pensé que me llegaría hoy algún correo de la biblioteca o algo. Necesito rápido la aceptación, de verdad necesito dinero.

Creo que en una hora o dos, llega mi madre. Lo sé porque está subiendo las escaleras y viene directo hacia mí. Dice —Vamos a ver tu departamento, rápido antes de que cambie de opinión —asiento y me levanto. Por fin. Por fin tendría mi maldito departamento. Por fin estaría "independizado" por así llamarlo.

Vamos en su coche, uno pequeño de color plateado, y veo que nos alejamos mucho de la ciudad. Queda cerca de un lago o río —nunca supe la diferencia, por muy tonto que suene— y es muy bonito. Hay pocas farolas en la calle por lo que en la noche debería ser muuuuy oscuro. Es un edificio pequeño, de no más de 6 pisos, y arriba hay un pequeño espacio para mirar. Es como una terraza que creo que se llega por las escaleras, así es en todos los edificios.

—¿Te gusta? —dice cuando entramos, yo sonrío. —. Sí, me encanta. Gracias mamá —digo mientras la abrazo, hace tiempo que no lo hacía. A veces necesitamos un abrazo de tu madre, aunque no sea mi madre real, para mí sí lo es. Es como una.

—Toma —dice, tras separarse, para entregarme las llaves. Tienen el numero 4 puesto ahí, seguramente por la planta, que es justamente la cuarta. Las admiro y ensancho más la sonrisa que tengo en mi rostro.

(...)

Mi madre me prestó el coche para llevar unas cuantas cosas que quepan ahí. El departamento es pequeño por lo que llevo pocas cosas. Está la cocina y la cama instaladas ya. Así que solo llevo algunos muebles pequeños y lamparas. Unos servicios y platos. Todo necesario y útil.

Dejo algunas cosas ordenadas y voy a la casa de mis padres, que ya no es la mía, obviamente. Será el último día que duerma ahí y me tengo que despedir de ellos. No sé cómo me acostumbraré a vivir solo. Es que estoy tan acostumbrado a que mi madre limpie la casa, los platos, haga el aseo, y no sabré cómo hacerlo por mi propia cuenta. Pero, de algo me servirá para aprender.

A la mañana siguiente, me despido de mi madre con un beso en la mejilla. Con mi hermano igual. Y mi padre un simple apretón de manos, no me dice nada, simplemente asiente. Siempre me hubiese gustado tener un padre que realmente me quiera, pero bueno. Por algo suceden las cosas, ¿no?

En el trayecto a la universidad no pasó nada interesante. Solo que me topé, nuevamente, con el mismo chico de la otra vez. Ese que me dio su sándwich de queso. La conversación fue algo así: —Hola, disculpa pero... ¿conoces esta calle?—dijo mientras me mostraba una dirección. Yo solo asentí y contesté—. Sí, está a unas 5 cuadras hacia la derecha, ¿vez? — a lo que respondió—Oh, muchas gracias. ¿Eres el chico de ayer? Qué casualidad.
—De hecho sí. Me tengo que ir, adiós—exclamé. No quería prolongar la conversación, me resultaba extraño hablar con un desconocido y más si nos hemos visto antes.
—¡Espera!— Gritó, pero no pude seguir oyendo lo que me decía ya que me fui corriendo de aquel lugar. Qué encuentro tan extraño.

Y así no me ha pasado, tampoco, nada interesante. También volví a revisar la bandeja de entrada, de mi correo, y no había nada nuevo. Solo publicidad y más publicidad. De verdad anhelo aquel trabajo.

—Deme un capuchino, por favor— Le pido a la cafetera, la cual me está atendiendo. Estoy en una cafetería que es muy grande, con mesas y sillas a lo largo de esta. Y me siento en una de ellas. Saco mi pc que siempre traigo en mi mochila y abro muchas páginas. Sí, tengo internet gracias a esta cafetería. Normalmente vengo cuando no tengo nada que hacer o cuando me siento solo o triste. Es algo normal sentirme así ya que ni siquiera tengo amigos. Que aburrida mi vida.

Después de haber llegado a casa, escucho el timbre. Con toda la pereza del mundo me levanto de mi cama.

—¡Hola, hermanito! ¿Qué tal todo?— Pronuncia mientras me da un efusivo abrazo. Yo sonrío y me aferro a su espalda. Una de las pocas personas, a parte de mi madre, que han estado ahí para mí es Mat, mi hermano. Sé que él no es mi hermano de sangre, porque yo soy el único hijo adoptivo, pero lo quiero como tal.

—Todo me va bien, solo tengo que conseguirme un trabajo y tendré todo listo— digo tras separarnos del cálido abrazo.
Dejo que pase y cierro la puerta. Tras hecha la acción nos movemos al salón y él se sienta en un sillón blanco y yo en uno rojo.

—¿Si? Creo que tengo el trabajo perfecto para ti.

—¿Cuál?

—El lunes a las 6 esperame en casa, ¿o prefieres que te vaya a buscar a la uni?

—No has respondido mi pregunta.

—Oh, Samuel. Luego sabrás, recuerda que al final siempre viene lo mejor. Entonces, ¿en casa a las 6?

—Sí, sí. Ahí estaré.

Nos pusimos a hablar toda la noche de cualquier barbaridad. Pedimos hasta una pizza a domicilio y estaba buenísima. Hace mucho tiempo que no teníamos una "junta de hermanos", porque con los estudios y demás no había tiempo. Pero ahora que tengo esta casa propia, nueva, podrá venir las veces que sea necesaria. Me encanta hablar con él y pasar la tarde jugando o conversando.

—Se me hizo muy tarde, adiós Sam— dice tras mirarse el reloj que tiene en su muñeca.

—Adiós Mat, ¿vendrás mañana?

—Sí, es Sábado ¿no? No tengo nada importante que hacer mañana. Así que aquí estaré, ten lo asegurado.

—Ok, cuídate— digo y le abrazo. Se va y, antes de pasar por la puerta, me hace un gesto con la mano en modo de despedida. A lo que yo copio dicha acción.

Me balanceo para posteriormente caer en el sillón. Doy un suspiro. No sé cómo me saldrá eso de sacar las cosas que faltan de las cajas. El salón se ve muy vacío y está lleno de cajas. Y me molesta mucho lo desordenado que se ve. Ya es hora de ordenarlo.

Paso mi mano por mi frente, haciendo ese gesto de quitarse el sudor después de realizar una gran tarea. Pero, no sé qué horas serán, he estado mucho tiempo sacando cosas de las cajas y colocándolas ordenadamente. Me saco mi abrigo ya que está empezando a hacer mucho calor. Enciendo la televisión y voy a la cocina a servirme un vaso de agua con hielo. Mientras, escucho la voz del conductor de noticias, y están hablando de las lluvias que se aproximan, qué aburrido. Cuando estaba con Mat él había puesto las noticias, yo no soy de verlas, de hecho me aburren.

En un momento pasaron a hablar de las lluvias a las desapariciones de personas. Y casi escupo el agua, que tenía en mi boca, cuando veo el rostro del mismo chico que me topé ayer. Uno de pelo negro y que me preguntó la dirección de un lugar. Estaba seguro que era él, pero no quería aceptarlo. Me parecía tan extraño que, como hablaban ahí, él era el culpable de las desapariciones. Y la dirección la cual me preguntó era justo donde había desaparecido una persona, mostraban ahí. De repente sentí un completo pánico. "Guillermo Díaz" era su nombre. Ahora tendré mucho miedo, de verdad. Pensar que me topé con el causante de unas desapariciones me asusta mucho. Pensé en avisarle a la policía que lo he visto, pero no serviría de nada. Primero porque, aunque les dijera que lo vi ese día, no lograrían localizarlo el día de mañana. Y segundo, me culparían de testigo y quizás me pueda topar de nuevo con él y ser yo la siguiente persona desaparecida. Prefiero mantenerme alejado de eso. Es mucho mejor.

Lo encuentro muy extraño. Pensar que a diario lo pude haber visto pero sin fijarme en él , y pensar que es alguien que ha causado algunas desapariciones. Toda la gente lo ve y lo ignora completamente sin tener en cuenta de lo peligroso que es, por lo que veo. Estamos día a día haciendo lo que nos preocupa a nosotros mismos y no nos damos cuenta de lo que sucede a nuestro alrededor. Incluso a mí me resulta raro y aterrador. Quizás cuántas veces tuve alguna que otra conversación con algún ladrón, asesino, violador, y yo ni enterado. Hasta nauseas me da.

***

Holi<3 Quiero pensar que alguien lo lee, me dedico mucho tiempo a escribir esto, aunque no sean muy largos, bueno eso, chau<3.

Murder (Wigetta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora