Extraños sueños

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No podía dar título a mi sueño; pero era sobre Daniel, yo lo veía con mis cristalizados ojos, desde una distancia decente, besando a otro chico, después tapé mi cara y estaba despierto.

Me levanté de mi cama, cubierta por una simple sábana de color oscuro, bajo la tenue luz proveniente de la ventana. La mañana estaba muy nublada, y hacía frío, pero a mí me daba igual, porque iría a clases aburridas con profesores ignorantes hablando sobre basura.

- Levántate -una voz de mujer, sacudió mis oídos; era mi madre.- vamos, David, ¡levántate!

- Bien, ya voy -sacudí mi cabello, desarreglado por mi postura en la cama.

Me levanté, con mi pecho desnudo y mis piernas parcialmente desnudas. Dormía en interiores, y pues, dormía fresco por los "calores" que hacían...

- Bien, -entré al baño, sin quitarme los interiores, y acto seguido abrí la llave del agua.

Un chorro frío sacudió mi espalda, que estaba acostumbrada al agua caliente.

- D-Dios, joder. - dije, literalmente congelado por el chorro de agua que acababa de recibir.

El baño estaba recubierto de azulejos blancos un poco sucios, y tenía una tenue luz de ventana, que procedía desde afuera; yo había decidido no encender la luz blanca del baño.

Reflexioné durante los 12 minutos de baño, junto a un poco de música que sonaba de mi celular; era System of a Down, y sonaron tres canciones: Toxicity, Violent Pornography y B.Y.O.B, que me dieron un poco de energía reflexiva para iniciar la mañana.

Salí del baño empapado, y sin mis interiores, totalmente desnudo, aunque me tapé con la toalla de color blanco que tenía colgada el baño.

- ¿Ya? -preguntó mi padre, interesado por llevarme al Insti para ir a su trabajo-.

Me arreglé, poniéndome una remera de Avenged Sevenfold y unos jeans apretados de color negro, junto a mis infaltables Converse negros. Como accesorios, me puse un gorro negro con rayas grises y llevé mis audífonos.

Llegamos al instituto, y yo me bajé del auto, despidiéndome con una seña. Me adelanté hasta el salón, donde ví a Daniel en el fondo de la sala, escuchando música.

( ¿Por qué me tocó en este salón, y justo junto a Daniel. Lo que me faltaba... )

Mis pensamientos decían que estar en un salón realmente ruidoso era incómodo, así que me adelanté a sacar mis audífonos y conectarlos a mi celular.

- Hey, pelito de marica -dijo un chico, que se paró frente a mí, como para golpearme.

Yo le miré algo hostil, y no le dije ni una simple palabra, hasta que se agachó y me sacó los audífonos.

- ¡Hey , pelito de marica! -me gritó en el oído el chico previamente mencionado, aturdiéndome.

- ¿Qué? -respondí de mala gana, mirándole algo desinteresado.- ¿Qué quieres?

- ¿Crees qué por ser nuevo no serás molestado? -me dijo, con un aire de superioridad.

- Muévete, estoy tranquilo; por favor. -Dije con una serena mirada, volviendo a conectar mis audífonos.

- Bien, pero no tienes una buena pinta. - El chico, me dijo con mirada algo más suave, con menos brutalidad.

No me acerqué a Daniel ni un minuto, así que, al elegir sillas, me hice en una parte cercana a la ventana, alejada de Daniel y de todo el mundo, yo era el último de mi fila y adelante había una chica.

- Fernández. -Exclamó el profesor por orden de lista, levantando la mano a los que llamaba.

- Martínez. -Todos miramos al chico de apellido Martínez, y vi quién era, era Daniel.

- Ortiz. - Levanté mi mano tímidamente, y todos los de la sala me vieron.

A la segunda hora de clase, nos tocó presentarnos. Los nuevos éramos: Adriana Fernández, la chica del frente mío, Juan José González, un chico de altura considerable, amante del baloncesto, Andrew Berg, un chico de intercambio y yo, Juan David García, un chico emo, de altura mediana, flacucho y silencioso.

Pasaron las horas, y el receso, hasta la salida, sin palabras entre Daniel y yo. Mi madre me recogió y la rutina de siempre.

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Este capítulo lo hice enorme, porque me encanta hacerlos leer.







Mis deseos más profundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora