Mis deseos más profundos

Mi querido Kevin, mis errores ya han sido perdonados

Hoy tengo ganas de revelar algunas cosas, no lo sé, quiero decirle a Daniel todo lo que siento. Estoy seguro, que por la forma en que me miró cuándo le respondí tan fríamente, que se sintió mal por eso. No sé si fue justo tratarle así, pero me siento algo peor. Me repetía esa frase, aquella frase de recuerdo sobre Kevin siempre en mi mente, y terminaba con un: "no volveré a amar a nadie". Creo que me tragaré aquellas palabras, joder.

La rutina de hoy fue la misma de cada día: despertarme-baño-toalla-ropa, aunque varié ahora, tenía una camiseta gris clara con motivos de heavy metal, unos jeans entubados azules oscuros y unos converse negros, de nuevo.

Volví a irme caminando con Adriana, esta vez no charlamos porque estábamos en una carrera para ver quién llegaba más rápido. Ella me ganó, al ser yo un tonto que no hace ejercicio.

- Te gané, ¡ja! -gritó Adri, desde la entrada de la puerta.

- Lo sé. -Solté una carcajada, y caminé exhausto hacia ella.

- Joder David qué lento. - Me dijo Adriana, mientras apoyaba su mano diestra en mi hombro.

- Vamos adentro, por favor. No siento mis piernas. - Dije yo, agobiado por el cansancio que generaba correr.

Llegamos al salón, Adriana llevándome casi a rastras. Estaba literalmente exhausto.

Eran las 6:00 AM cuándo entramos, y me dispuse a mirar por la ventana. La mirada se me heló cuándo vi a Daniel entrar por el arco al terreno del instituto. Sinceramente, pensé estar preparado para decirle lo que sentía, pero no soy una persona de palabra firme, mi voz se me fue y me quedé frío, e inmóvil como una estatua.

- Juan, Juan, ¿qué pasa? -me preguntó Adriana, que me vió callado y quieto como estatua.

- No pasa na... -mi voz se fue en el momento en que ví entrar al salón a Daniel, repentinamente.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, de arriba a abajo, al ver a Daniel tan cerca a nosotros. No lo sé, pero de alguna forma mi voz se separó de mi cuerpo y alma y me quedé en un silencio casi de meditación.

Aquél repentino silencio confundió a Adriana, que me miraba algo extraña, cómo si algo pasara conmigo.

- Adriana... podrías, retirarte del salón un momento. -Exclamé lentamente, pidiéndole aquél favor a mi mejor amiga.

- Claro, igual quería ir a ver las flores de afuera, David. -Ella respondió, con una voz serena y calmada.

Adriana se retiró del salón, dejándonos solos a Daniel y a mí, para que pudiéramos discutir nuestros asuntos de hombres, bueno, para poder dejarle en claro que sentía yo por él y mostrar mi corazón al descubierto de nuevo.

- Daniel... -mi voz se tornó más baja de lo normal.- ¿p-podemos hablar de una cosa?

- Sí me odias sólo dilo, ¿vale?, sólo dilo. -Daniel sonó un poco menos compuesto, como si sus sentimientos se robaran el tono de voz de Dani y lo ajustaran como ellos quisieran.

- ¡NO TE ODIO!, SÓLO QUÉ...-mi voz sonó quebrada, como si algo muy doloroso se apoderara de ella.- Sólo que... estoy muy h-herido, ¿vale?... tú, eres... alguien... m-muy...

- ¡¿Muy qué?! -Daniel sonó algo distinto, y noté en su tono de voz que se quebraba lentamente.

- M-Muy... especial p-para mí. -Rompí en llanto, escondiéndome en el rincón cercano a mi silla.

Daniel caminó hacia mí, con unos lentos pasos, juré que me golpearía por eso... mi cuerpo se puso tenso, y yo intenté esconderme más... no quería ser golpeado o pateado.

- N-No me golpees. -Mi voz, llorosa, sonó bajamente por el rincón, dirigiéndose a Daniel.

- ¿P-Por qué lo haría? -él se agachó, levantando mi cabeza con su mano diestra, posando aquella en el mentón.

Lo miré tiernamente, porque él había descubierto el lado tierno de mí, el lado más vulnerable, el verdadero... yo...

- Haz l-lo que quieras. -le miré con mis dos ojos, que estaban llorosos, pero tenían una cálida y hermosa mirada y energía dentro de ellos.

Él me besó, juntando sus labios con los míos, ambos cerramos los ojos, y cuándo eso pasó en los míos, lágrimas bajaron por mis mejillas.

Esa escena era una preciosura, hasta qué...

- ¡CHICOOOOOOOOOOOS!, ESTOY ACÁ. -sonó la voz de Adriana, ella había gritado al llegar.

Nos separamos al instante, y un leve sonrojo apareció en mis mejillas. Aunque era tarde, Adri nos había visto besarnos.

- D-David, D-Daniel... e-etto... ¿qué pasó? -nos preguntó algo incómoda, por ver el beso.

Nosotros dos nos reímos, sonrojados los dos, disfrutamos de aquel precioso beso...

- Dios, Adri. Nos pillaste, pero mantenlo en secreto. -Dije yo, mientras tomé a Daniel de la mano derecha, estrechándola con la mía.

Ambos volvimos a besarnos, justo frente a ella, para que ella corroborara la imagen previamente vista.

Aquel beso duró muchísimo, y fue un beso maravilloso. Uno de los mejores que me han dado, y me sentí orgulloso...

- Y bien, David... ¿ya aseguraste lo que querías saber? -Daniel pasó su mano derecha por mi cabeza, acariciándola de manera hermosa.

- Ujúuum. -Contesté como siempre, pero Daniel sabía que yo era así, y que no había dejado de disfrutar nada.

- Supongo que dejarás de ser un niño llorón y de berrinchear por Mateo. -Me preguntó Daniel, mientras me tomaba de la mano derecha y me besaba el cuello.

- S-Sí. -Dije, sonrojándome por la manera en que me cogía y me besaba.

- Aw... cómo una novela yaoi. -Dijo Adriana desde el fondo, con una voz tiernísima.

- ¡No! -contestamos ambos al unísono, habíamos visto suficiente yaoi y sabíamos demasiado sobre eso.

- Claro qué sí, son cómo dos personajes yaoi. Daniel, tú el seme y David el uke, total...

Aquél día ocurrió lo mismo, sólo que, Daniel y yo nos encontramos en los descansos y afuera para besarnos a escondidas...

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¿Qué tal el capítulo?, niños míos. Próximo capítulo viene con cosicas incluidas. Y mi saludito a Sebas, mi amigo que me está leyendo.