Cuando nací solo percibí un halo pesado y profundo de oscuridad, como también un manto frío que lentamente envolvía mi pequeño y delicado cuerpo... era recibida por los brazos de la muerte solo hoy logro encontrarle el sentido. Ellos no lo sabían, tampoco era de esperarse que lo supieran después de todo la lógica no tenía lugar allí, pero yo podía escucharlos; parecían voces lejanas, ecos en la distancia bloqueadas por inmensas paredes. Parecían quebradas, tristes, desoladas ¿estaban llorando? ¿por qué lloraban? ''no lloren'' fue lo único que escuché dentro mío, como una chillona voz en mi cabeza.
No sé en qué momento sucedió, pero de repente aquella sensación fría que me abrazaba desapareció. Una vez más sentí voces en la lejanía, ecos milenarios y bajos, sentí tu pecho retumbando en mi oído y tu corazón palpitando. Sentí tu respiración, el calor de tu piel y tus fuertes brazos rodeando mi débil cuerpo, prometiéndome en un hermoso silencio que serían los muros que siempre me protegerían. Sentí tu voz, firme y contundente, aceptando algo que no entendía, la escuché pronunciando mi nombre y en ese momento aquel halo oscuro que me mantenía prisionera se transformó en una luz blanca que me cegó, hasta que mis azules ojos se acostumbraron a la claridad y pude ver tu rostro, pude observar tus ojos clavados en los míos... me sonreías.
''Duerme'' me hubiera encantado decirte ''Duerme mamá, te prometo que mañana seguiré viviendo, peleando'' pero no sabía hablar y no tenía manera de comunicarte mi deseo para que no temieras por mi, para que no estuvieras pendiente de mi respiración, de mis signos vitales, velando por mi vida. Por eso solo me dormía cuando escuchaba tu profunda respiración y bajos ronquidos, cuando sentía que estabas relajada con tus brazos rodeándome aun tal vez con el temor o pensamientos de que yo me podía ir a algún lado. ''Tranquila mamá siempre me quedare contigo, lo prometo '' pensaba con las ansias de poder decírtelo para arrancarte las inseguridades y los miedos.
¿Te acuerdas mamá de ese día en el parque de diversiones? Era mi primera vez fuera de casa y lo primero que hicieron tu y papá fue llevarme a ese inmenso lugar. Nunca olvidaré ese día, lo tengo grabado en la mente y guardado a fuego en mi corazón; había tanto ruido, tantas cosas, tantas risas que me llamaba la atención del mismo modo que me asustaba, era una mezcla de sentimientos y emociones que mareaban, daban vértigo y generaban una adicción que me hacía gritar a todo pulmón hasta que la garganta me dolía. Recuerdo a todos los juegos que nos subimos, todos los caramelos que me compraron, cuando regañaste a papá por haberme dado el algodón de azúcar, la cabina fotográfica que despertó en mí aquella curiosidad y amor por las fotos. Pero sobre todo recuerdo sus manos aferrándose a las mías, impidiendo que saliera corriendo hacia los lugares que quería; antes no lo entendía (es más recuerdo que me hacía enojar) pero hoy sí: me protegían, me estaban cuidando para que no me perdiese entre la multitud de gente, para que nada malo me pasara. Y después de un día tan agitado y divertido, lo último que recuerdo son los brazos de papá sosteniéndome y el sueño venciéndome lentamente mientras regresábamos a casa.
El tiempo pasó, fui creciendo y los parques de diversiones fueron quedando atrás para dar paso a nuevas aventuras tan únicas y diferentes las una de las otras. En particular recuerdo ese día en el que papá nos contó que había encontrado un lugar tranquilo para pasar la tarde y sin pensarlo ni dudarlo nos fuimos de excursión; era un hermoso sendero que iniciaba en el bosque y te llevaba por la montaña, atravesando el río y claros. Fue una larga y ardua caminata en la cual casi muero por segunda vez en toda mi vida cuando caí por la saliente al estar observando el paisaje; por un momento lo pensé lo confieso, pensé que mi cuerpo se desplomaría contra el suelo y dejaría de respira, y lo hice hasta que sentí tus fuertes manos tomando las mías, como cuando llegué a tu vida aquel día, y mientras eras ayudada por papá me retabas con dureza por lo distraída que había sido, reprimiendo tu temor... ese mismo que yo había sentido segundos atrás. Aun así lo más lindo vino después, cando terminamos aquella extensa caminata y por fin llegamos al destino que papá nos había mantenido en secreto: ese inmenso y verde valle con una vista sin igual; me acuerdo que nos tiramos en la hierba fresca bajo los rayos del sol, cansados de tanto caminar, y sin darnos cuenta terminamos por dormirnos uno pegado al otro, como cuando era una niña y dormía entre ustedes las noches que tenía pesadillas.
Esos y miles de recuerdos guardo en mi corazón.
Así que no temas por mí, ya no más. Hoy te lo digo con total seguridad: duerme. Duerme mamá porque te prometo que respiraré, te prometo que seguiré luchando día a día, porque tengo motivos para seguir con vida, para sonreír, para reír... y esos son ustedes.
Una cosa más antes de despedirme, es importante y quiero que nunca lo olvides ¿si? nunca: No importa si no soy tu hija de sangre ni que no me hayas engendrado, tu me cuidaste y criaste, me enseñaste todo lo que hoy día se y por eso siempre serás mi mamá y siempre acudiré a ti sin importar qué.
Te amo mamá.
Te quiere, tu hija.
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Relatos.
RandomLa escritura... es un don, un regalo que solo pocos poseemos y tenemos que aprovecharla, pulirla de a poco porque es un diamante en bruto que de apoco con cada escrito que uno hace, va tomando cada vez más brillo y hermosura, se va volviendo perfect...