Capítulo 2

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Kardia y Manigoldo se encontraban caminando rumbo al bar de Calvera que se encontraba en el centro de la ciudad, se habían puesto a hablar de cosas triviales cuando de la nada escucharon un grito que les resulto familiar.

-Dégel?-dijo Kardia, ambos se miraron con un poco de preocupacion y fueron en busca de el lugar de donde provenian aquellos gritos.

primero caminando rapido y luego corriendo al escuchar fuertes sollozos. Al dar la vuelta en una esquina se encontraron a un grupo de chicos que rodeaban a dos chicos, uno estaba tirado en el suelo sin moverse y el otro estaba parado con una mirada de horror mientras uno de los chicos le tapaba la boca y le ponia el cuchillo en el cuello.

-Albafica, Dégel!!-gritaron ambos, lo que provocó que todos se dieran vuelta.

El grupo de chicos vio a Kardia y Manigoldo con un poco de terror, ya que ambos chicos eran conocidos por toda la ciudad ya que habían hecho cosas que uno preferiría no decir. Ambos chicos se acercaron un poco más y el grupito comenzó a correr. Después de esto ellos No dudaron en ir a  ayudar a sus amigos.

  Cuando se acercaron vieron con espanto como el peliceleste se encontraba en el suelo desangrándose, mientras que el pelirrojo tenía algunos golpes a lo largo del cuello, este levantó la cabeza y miró los ojos de Kardia, fue un breve momento hasta que reaccionó y miró a su amigo.

-una ambulancia! Necesitamos una ambulancia! Albafica!

Manigoldo que hasta ese momento se había quedado petrificado viendo el rostro del peliceleste, que estaba tirado en el suelo, reaccionó y sacando el celular llamó una ambulancia, la cual no tardó en llegar. El paramédico revisó a Albafica y dijo que era urgente el llevarlo a un hospital, ya que podría morirse desangrado. A Dégel también lo revisaron, pero dijeron que lo de él no era urgente y que debía volver a su casa, Dégel no quería dejar a su amigo sólo. Manigoldo se ofreció a acompañarlo, no muy convencido Dégel tuvo que aceptar.

La ambulancia se fue y dentro de ella iba un moribundo Albafica y un muy preocupado Manigoldo, algo muy fuerte estaba creciendo dentro de él, una angustia por perderlo no quería perderlo a él no.

- no era necesario que me acompañaras- reprochó Dégel mientras caminaba junto a Kardia de camino a su casa.

- El paramédico dijo que era mejor que te acompañara, además alguien te tiene que vendar las heridas que tienes en el abdomen- Dégel se sonrojo no sólo por la idea de tener las manos del otro sobre su cuerpo, sino también porque el no le había dicho a nadie que uno de los chicos lo había herido en el abdomen.

- ¿Cómo sabes que me hirieron en el pecho?

- lo noté cuando caminábamos, te tomaste el abdomen -

Llegaron a la casa de Dégel, no era la gran cosa como se había imaginado Kardia, por la forma refinada en la que el peliverde se vestía. Al entrar todo estaba en perfecto orden.
- Listo, ha estoy en mi casa así que puedes irte- dijo Dégel apenas entraron a la casa con la esperanza de que a Kardia eso le pareciese suficiente y así marcharse.
- Todavía falta que te vende- replicó Kardia y recibió un bufido por parte del otro.
- que insistente que eres, voy por las gasas y vuelvo. No toques nada- Dégel salió de la habitación para ir a buscar las gasas al baño. Kardia inspeccionaba  la habitación, cuando escuchó un golpe.
-¡Dégel!- gritó y al no recibir respuesta lo volvió a llamar, devuelta no hubo respuesta y fue en ese momento cuando se levantó y fue directo a donde había visto salir a Dégel, llegó hasta el baño y fue ahí donde lo encontró inconsistente en el suelo.

Del odio al amor (saint seiya yaoi)[PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora