Capítulo 7

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Lo que Kardia había notado en los últimos días que había pasado junto al peliverde era que este era aún más solitario de lo que el jamás hubiera creído, y la verdad es que no se lo culpaba. El peliazul se sentía aun más idiota por haber hecho sufrir al acuariano por tanto tiempo sin haberse puesto a pensar en que tal vez el chico había sufrido en verdad demasiado.
La familia de Dégel había sido asesinada cuando el otro tan sólo tenía doce años. Una tarde el chico estaba volviendo de su casa, cuando llegó al umbral de la puerta notó algo sumamente extraño, la puerta no se encontraba cerrada, con cierto miedo el pequeño subió las escalinatas hasta entrar a su hogar. Lo primero que vio fue en verdad abrumador, frente a la puerta el cuerpo de su madre se encontraba degollado, la sangre se encontraba dispersa por todas partes, su hermano menor  se encontraba tirado en las escaleras con dos balas en la nuca, en su mano aun  se encontraba el pequeño juguete con el cual se divertía momentos antes de la tragedia. Pero lo peor fue saber quién había sido el asesino, nada más ni nada menos que su padre en uno de sus ataques de locura. Sin embargo nunca pudo reprocharle nada al padre ya que este se había suicidado, se encontraba colgado de una soga en la cocina.
En las noches que Kardia había pasado junto al que ahora era la persona más importante para él,  había notado que todavía a pesar de que habían pasado años el chico continuaba teniendo pesadillas, todo lo que Kardia sabía sobre la familia de Dégel no era directamente del otro, sino que era lo que había logrado rescatar de las palabras que había dicho mientras deliraba una noche, gritaba y se retorcia pronunciando el nombre de su hermano y el de su madre, lo otro que sabía era a través de lo que había encontrado en Internet, el pueblo en el que vivían no era muy grande así que le bastó con poner aproximadamente el año y "asesinato" en el buscador para que apareciera algún resultado.
Ahora que sabía esto no se despegaba ni un segundo del otro y lo abrazaba constantemente, en las noches ni siquiera volvía a su casa, se quedaba a cuidarlo a pesar de que Dégel se negara con la escusa de que el podía sólo, pero esto era mentira ya que como vivía sólo en su casa ahora que no se sentía muy bien le era imposible hacer los quehaceres del hogar y comprar los comestibles, Kardia nunca se había encargado de cuidar a nadie, pero al peliverde se lo debía.
En su casa nadie lo extrañaba y como la relación con su madre no era para nada buena, ella no le reprochaba nada en lo absoluto, la verdad es que eran muy pocas las palabras que ambos se dirigían y eran sólo para saludarse. La última semana ambos chicos estuvieron faltando al secundario, pero no hubo problema ya que después de esa noche de fiebre en la que ambos chicos se habían bañado juntos, de la cual ninguno de los dos había mencionado nada al otro día habían ido al hospital no sólo a ver como se encontraba Albafica, sino que también a que un médico revise a Dégel, le dijeron que debía de estar en reposo por una o dos semanas más. Además se disculpó porque había sido imprudente por parte de sus compañeros no revisarlo ya que podría haber tenido una infección en la herida si el peliazul no se la hubiera vendado. Con el certificado que había presentado en el Instituto la directora le había dicho que no había problema, que volviera cuando se encontrara mejor.
Ahora ambos chicos se encontraban en la habitación de Dégel viendo la televisión, el peliverde estaba dentro de la cama tapado por unas cuantas frazadas y Kardia estaba sentado a su lado pero encima de las frazadas, al peliazul lo estaba atacando el sueño, los ojos se le cerraban lentamente y su cabeza se comenzaba a balancear.
En un momento ya no pudo aguantar más el sueño y se quedó dormido, su cabeza cayó sobre el hombro del otro. Dégel sintió el peso de la cabeza del otro sobre su cuerpo, sus mejillas se tiñeron de rojo, por un instante recordó la noche en la que el deliraba y la manera tan vergonzosa con la cual él se había comportado, pedirle que se quede con él ¿Qué  le pasaba? el jamás después de la muerte de su familia había querido estar cerca de alguien como lo quería estar de aquel bello escorpiano del cual comenzaba a crecer una cierta dependencia. Decidió escaparse de sus pensamientos y volver a la realidad para ver cuál era la razón de que el otro hiciera eso, sin duda ni era lo que el está pensando.
- Kardia ¿Qué haces?- el peliverde no recibió una respuesta del otro entonces suavemente con el brazo en el cual el peliazul no estaba apoyado lo sacudió, el otro se movió primero un poco y después se movió de una manera en la que se resbaló del hombro de Dégel y cayó sobre su regazo.
El peliverde notó que el otro se encontraba dormido, su belleza se notaba más de esa manera, también notó que debajo de sus ojos se notaba una sombra negra, de seguro a causa de que no dormía por cuidarlo. La tentación de tocarlo era muy fuerte y Dégel no pudo evitar estirar sus dedos y tocar suavemente su rostro, luego con delicadeza acarició el cabello del otro, era muy suave y contrastaba con su bronceado rostro, parecía una escultura griega antigua. Sus ojos se mantenían sobre el como si quisiera conocer la razón de por qué aquel chico que antes sólo lo molestaba ahora era tan gentil y lo cuidaba como si fueran grandes amigos. Al parecer Kardia pudo sentir la mirada de Dégel y se levantó provocando que sus ojos se encontraran. Como si hubiera sido atacado por un instinto o como si el tampoco pudiera haber resistido la tentación de tocarlo estiró su brazo y agarró el rostro del otro. Tiró de su rostro y sus labios se encontraron, fue un momento efímero en el cual ambos se sintieron llenos de calidez,  se sintieron como si quisieran estar así el resto de su vida porque por primera vez no se sentían vacíos ni solos en aquel mundo que había sido cruel con ellos.

Del odio al amor (saint seiya yaoi)[PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora