Sus manos.

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Eran frías,

cálidas para mi.

Eran el refugio

puro, del amor .

Siempre me gustó

tomarte las manos,

siempre te gustó soltar la mía.

Recuerdo cómo siempre

dibujabas los planetas en ellas,

eran un símbolo de ti,

de lo pequeño que se puede llegar a ser

aún siendo lo más grande.

Tú te creías una pequeña piedra,

esa que molesta en el zapato,

pero tú eras mi universo, eras la infinidad.


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