II

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¿No te detendrá, es cierto? Nada te detendrá.

Por favor, por todos lo dioses, de los cuales dudo existencia... Dejame solo.

Solo, solo, solo, solo. Sin nadie más, ¿sabes lo que eso significa?

Solo, solo, solo, solo.

***

Dudaba de lo ocurrido la noche anterior, ¿era aquello cierto, o simplemente yo deliraba?

Probablemente la segunda opción.

Debía reunir el valor suficiente para lograr salir de mi recámara, y la experiencia de la noche pasada me enseñaba a que el valor servía, sinceramente, para nada.

-¿que perdemos con intentar?- Me dije, esperando una respuesta.

La vida, probablemente. Pensé.

Y así fue como busqué con largos pasos la salida de mi desordenada habitación, la cual amenazaba con convertirse en la segunda gran selva amazónica si no la aseaba pronto. Bajé las escaleras cuidando cualquier paso en falso que pudiese dar, llamenme paranoico.

Finalmente llegué a la cocina, la cual hasta ahora y desde que me mudé sólo, es mi lugar favorito. Dos razones: en la cocina haces lo más placentero y delicioso de ésta vida, comer; eso y que también fue el lugar donde mi padre y yo pasamos la mayoría de mi niñez, y sus últimos días.

Este lugar me daba cierta tranquilidad y sabía que éste era el lugar preciso para hacerme las preguntas que anoche no habían dado tiempo de formular. ¿Que es ese colador andante? ¿Que quiere de mi? Y por último, ¿Pertenece al mundo en el que, nosotros actualmente estamos? Aquello era lo que yo debía averiguar, y no perdería tiempo y mucho menos decaería ante él espectro que anoche se encontraba ante mi, perturbando mis sueños.

Tampoco pretendía averiguarlo al instante, evidentemente quería confirmar si aquello era pura especulación mía, un sueño más, o algo realmente significativo. Sin embargo, antes de realizar cualquier acción alusiva a lo ocurrido, el sonido escandaloso de mi celular de casa sonó, alteradamente. Atendí colocando él respectivo audífono en mi oído.

-¿Hola? ¿Derek?- Decía una voz femenina que por supuesto reconocí al instante.

-Madre, eres tú. Estoy aquí.-Respondí sin mucho ánimo, sabía que ésta charla no produciría nada realmente interesante.

-Derek, derek. Necesito tu ayuda de nuevo.

Aquí vamos de nuevo, me pregunto que querrá ahora.- Pensé.

-Uhm, por supuesto. ¿que es lo que quieres?

-Excelente manera de responderle a la vieja que te dio la vida. No se si recuerdes que tienes una hermana menor, pero todo el día se lo ha pasado con una fiebre y sabes bien que yo no puedo salir. No puedo permitirmelo.

-Dime, entonces, ¿debo comprarle las medicinas?- Bufé, fatigado. Para mi el hecho de mudarme significaba alejarme de mi peculiar familia o, lo que quedaba de ella.

Ella colgó, siempre lo hacía y por lo menos ésta vez me dijo que era lo que debía hacer.

Me encaminé al vestidor, cruzando todo su espacio hasta llegar al pie de las escaleras, donde un sonido leve llamó mi atención. Me quedé en mi lugar durante unos segundos y luego de no escuchar mas que silencio absoluto, procedí a avanzar en mi largo camino hacia el hecho de volver a la casa de mis pesadillas.

Subí a mi habitación con él objetivo de vestirme, y tras cumplirlo decidí con esto salir de la casa hacia mi auto, el cual se encontraba en no muy buenas condiciones. Me subí a él y al encenderlo, quise arrancar.

Pero ésto no me fue permitido, él motor desfalleció y las luces del tablero encendían y apagaban destellantes, indicándome las múltiples fallas que éste tenía, y recordándome las deudas que ello me causaba. No presté atención a esto y con pesadez volví a encender el motor, que rugió con fuerza ésta vez, diciéndome que durante todo él camino estaría bien.

Maldito motor, mentir está muy mal.

Retrocedí hacia la calle y manejé unos kilómetros, pensando en lo que le diría a mi madre y como lidiaría con ella, en mi mente se formulaban mas preguntas de las necesarias, recuerdos iban y venían y yo sólo quería deshacerme de todos ellos.

Oh, por supuesto que lo haría.

Un estruendoso sonido me sacó de mis pensamientos, y él parachoques de mi desgastado auto me dio a entender que me había llevado por delante algo, espero que no un ser vivo.

Me bajé de mi auto y fue grande mi asombro al ver, que a pesar de mi parachoques hundido, no había nada.

-Esto debe de ser una muy mala broma, maldita sea.- Pensé, mientras me rascaba la nuca y en mi mente se formulaban mas preguntas de las necesarias.

No llores más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora