5.

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Unos golpes en la puerta hicieron que Louis saliera de su ensoñación, se levantó del sofá y suspiro, con pasos sumamente lentos y torpes llego hasta la puerta, llevándose con una grata sorpresa.

–¿Qué haces aquí?

Harry alzo ambas cejas, mirándolo de arriba abajo.

–También me alegro de verte.

Louis rodo los ojos. Acomodándose mejor el suéter que cargaba y escrutándolo con la mirada.

–No me buscas durante otra semana entera ¿y tú pretendes que este feliz?

Harry le sonrió.

–¿Estas solo?

El castaño asintió lentamente.

–¿Puedo pasar?

Lo pensó por varios segundos. ¿De verdad dejaría que ese hombre con una casa súper lujosa viera la de él? Tan humilde, tan sencilla por falta de dinero.

–No creo que sea buena idea.

Harry no insistió.

–Está bien, solo pasaba para ver si querías ir a mi casa esta noche.

Louis en realidad se sintió mal al ver la mueca de tristeza de Harry cuando lo rechazo, así que rápidamente se acercó hasta él, abrazándolo.

–No es que no quiera que entres, es solo que...

–No importa –susurro, devolviéndole el abrazo–. Está bien, de verdad.

Se quedaron un buen rato así, entre los brazos del otro. Louis se sentía mareado, porque a cada momento que pasaba sabía que Harry le gustaba más y más y no sabía si el sentimiento era mutuo.

Aunque sospechaba que si le gustaba, no creía que fuera tanto como para formar un futuro juntos, o como para presentarlo a la familia como un novio.

–Por más que me gustaría quedarme todo el día así, tengo que ir a trabajar.

La voz del hombre lo saco de sus pensamientos, subió su cabeza quedando con la barbilla en el pecho de Harry.

–¿A qué hora pasas por mí?

Harry se inclinó, besándolo en los labios suavemente.

–A las ocho, ¿te parece?

Louis asintió, subiendo más su cabeza para alcanzar los labios del rizado y seguir besándolo.

–Me gustaría hablar contigo esta noche –Harry susurro sobre sus labios, apretando ligeramente sus nalgas.

–De acuerdo.

(...)

Harry se la había pasado todo lo que restaba del día distraído, en las reuniones sus socios por poco y lo estafan, y él se había enfurecido tanto que los saco a todos a patadas.

Además de eso, no había pasado más nada, él solo se había quedado en su oficina viendo la pared, con miles de papeles sobre el escritorio que esperaban ser atendidos.

Con Henna entrando casualmente a su oficina dejándole un café y marchándose rápidamente.

Cuando las ocho llegaron, él solo se levantó y se dirigió rápidamente a su auto.

Necesitaba ver a Louis.

Y así pasó, no pasaron más de veinte minutos cuando el castaño salía de su casa, despidiéndose de una señora mayor que Harry dedujo que era su madre, junto con varias niñas detrás de ellas.

Louis se subió como siempre en el asiento de copilo, sonriéndole.

–Hola, bebé.

Él se inclinó y le beso los labios rápidamente.

–Mi madre me ha preguntado quien eras tú.

Harry alzo una ceja, con su vista en el camino.

–¿Y qué le has dicho?

Louis jugo con sus manos nerviosamente, mirándose los dedos y mordiéndose el labio.

–Louis...

–Entiendo si te molestas, pero no quería que ella tuviera una mala imagen de mí.

El rizado se pasó una mano por los rizos, desviando la mirada por un momento.

–Solo dime que le dijiste.

–Le dije que somos novios.

Después de eso el auto quedo en silencio, Louis en sus pensamientos de como la había cagado y Harry en la bonita sensación que sentía en su pecho.

Cuando llegaron a la casa de Harry, ninguno había dicho nada. Ellos solo entraron y Louis rápidamente se dirigió al sillón, sentándose y mirando hacia cualquier parte menos a su acompañante.

El rizado un poco divertido por su actitud, se acercó hasta él. Agachándose y quedando a su altura, junto en frente.

–¿Qué pasa?

Louis lo miro, con miedo en sus ojos.

–No quiero que te enojes conmigo.

Harry solo se inclinó y lo beso, aunque a Louis le encantabas los besos suaves y dulces de Harry, él quería más, así que abrió un poco su boca, tocando tímidamente con su lengua los labios del rizado.

Y eso fue lo que basto para que Harry perdiera el poco control que tenía cuando se trataba de Louis, así que lo acostó sobre el sillón, colocándose encima de él y besándolo más profundamente, jugueteando con su lengua, mordiéndole el labio inferior.

Harry bajo sus besos por todo el cuello de Louis, esta jadeo, sintiendo sus mejillas sonrojarse.

–¿Qué haces? –tartamudeo un poco, tratando de no elevar sus caderas.

Harry llego hasta la altura de sus labios, dejando un corto beso.

–¿Es lo que hacen los novios, no?

Louis lo miro con sus mejillas sonrosadas.

–¿Somos novios?

–Es lo que le has dicho a tu madre.

Él hizo un puchero, a lo que Harry no pudo evitar soltar una carcajada.

–Es una broma, bebé. Me encantaría que fueras mi novio.

–¿Entonces porque no lo somos?

–¿Es lo que quieres?

Louis asintió.

Harry acercándose un poco más, susurro sobre sus labios:

–Pensé que ya lo éramos.

Louis soltó una risita antes de volver a unir sus labios con los del rizado. Sin poder evitarlo –y por la posición en que se encontraban–, enrollo sus piernas en las caderas de Harry.

Hace tanto tiempo que no tenía una erección de excitación pura.

Harry ciento lo duro que estaba su novio, así que inclino sus caderas, logrando que por la presión ambos gimieran en la boca del otro.

Pero su burbuja se reventó gracias al sonido del timbre.

Louis bufo, y Harry solo sonrió, besándolo por última vez y levantándose para ir a atender.

Cuando la puerta fue abierta, Louis pude ver un bonito niño, con rizos en su cabeza y unos ojos de un lindón marrón, sollozando, abrazando a un pequeño oso de peluche.

–¡Papi! –lloriqueo abriendo sus brazos y corriendo torpemente hasta los brazos de Harry.

Louis abrió sus ojos viendo como el rizado abrazaba fuertemente al niño, susurrando algunas cosas en su oído, logrando que el pequeño se calmara.


Un buen comienzo {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora