•Capítulo 1•

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Capítulo 1

Estaba acostada en mi cuarto. Los rayos del sol, entraban por la grande y blanca ventana que enseñaba una gran parte de mi cuarto. Las repisas blancas que de encontraban junto a esta, estaban a punto de caerse junto con los muñecos y peluches que se encontraban en estos estantes.

Mi estómago gruñó pidiendo comida. Ya llevaba varias horas sin comer, y todo porque tengo flojera de bajar las largas escaleras de madera que llevan a mi cocina. Con todas las fuerzas que tenía en esos momentos, decidí pararme de mi cama. Miré  a mi alrededor, todo se veía normal. El closet que se encontraba en el rincón de mi cuarto, se encontraba abierto. Me lo quedé viendo, esperando a que con mi mirada, por alguna razón, se cerrara, pero para mi suerte, no lo hizo.

Caminé hasta la gran puerta café que llevaba al pasillo principal. Salí sin importarme cerrar la puerta del closet, lleva 2 semanas así y nadie me ha dicho nada. Mis pies se arrastraban contra el piso -la flojera mucha- intenté recogerme el cabello, pero fallé miserablemente. No estaba hecha para esas cosas.

Bajé  las escaleras lentamente, tropezando en el camino unas cuantas veces. Ya era costumbre, siempre me ando tropezando con cualquier cosa, lo que lleva a que mis amigos me llamen "La patas locas" . Por fin llegué al primer piso, las escaleras se habían hecho enteras y eso que las bajaba todos los días. Caminé despacio a la cocina. Música se podía escuchar al rededor de la casa, no era algo nuevo. Los vecinos siempre ponen música que destroza oídos. No los juzgo ni nada, pero su música simplemente hace quererme cortarme los oídos.

Abrí la alacena, esperando ver una gran variar de comida, pero eso ya era mucho pedir. Como de costumbre, la alacena estaba vacía. Una caja de barritas de granola era lo único que se encontraba ahí. Con un bufido agarré las barritas, mi estómago iba a aceptar cualquier tipo de comida con tal de que fuera comida. La tele estaba prendida en la cocina, lo cual se me hizo extraño, pero no le tomé mucha importancia y seguí devorando mi barrita.

Mi vista se enfocó en u punto en específico, la silla gris que se encontraba enfrente de mí, se empezó a tornar cada vez más interesante. Las líneas que se encontraban en el descanso de la silla, eran diferentes a las del respaldo. Pensamientos estupidos empezaron a invadir mi mente. Mis pensamientos cambiaron a la foto familiar que se encontraba pegada al refrigerado con un imán. En la foto se encontraba mi mamá, mi papá y mi hermano. Todos siendo una familia feliz, aunque en estos momentos, ninguno de ellos estaban. Me puse a pensar en lo triste que sería perder a tus padre. Ese sentimiento es inimaginable. No sé qué haría si los perdiera, tal vez no son los mejores padres, pero sería espantoso no volver a verlos.

Después de devorar 4 barritas y observar mis alrededores por 15 minutos, mi interés por estar en la cocina, desapareció, y el pensamiento de mí en mi cama se hizo cada vez más interesante. Sin más preámbulos, corrí escaleras arriba hacía mi cuarto, tropezando una vez más en el proceso. Me senté cómodamente ya en mi cama, y agarré el libro que llevaba
leyendo ya desde hace un tiempo "The Maze Runner".

Hasta ahora, ese era uno de mis libros preferidos. Su historia era mágica. Tenía tantos detallas que te atrapaban en la historia, que hacía que no parara de leerlo.
Ya había visto la película y el libro lo había leído miles de veces, pero era tan adictivo. Dicen que los libros son mejores que las películas, que las películas le quitan la emoción al libro. Peor siendo sincera me gustan ambas, claro que el libro tiene más detalles, y la película quita cosas importantes que pasan en el libro, pero aún así, todo es genial.

Todo iba genial. Thomas estaba descubriendo qué significaban las palabras que habían deletreado el laberinto y Newt seguía siendo igual de tierno como siempre. Pero mi paz fue interrumpida por el sonido de campanas, indicando que alguien están tocando el timbre.

The Maze Runner •DREAM• [Thomas]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora