Capítulo 5: La cena (Parte 1).

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Javier aparco en el estacionamiento a un lado del restaurante "Donovan's Family", el lugar era espacioso y con numerosos carteles que indicaban los sectores disponibles que había sin ocupar. Se percató de inmediato que estaba construido específicamente con la intención de facilitar el acomodamiento de los autos a gusto de uno y se preguntó si adentro del restaurante tal comodidad permanecería presente.

Armándose de valor, dirigió a Claudia y a Franco hasta la puerta de entrada. Un mozo los recibió, les entrego una tarjeta con el número de mesa que les correspondía y les pregunto si querían que los acompañara hasta su mesa, Javier se negó. Sería demasiado vergonzoso que alguien más los escoltara.

Un par de vistazos bastaron para que divisara a lo lejos a Gabriela y a Alison sentadas en el sitio que ambos habían reservado, hablaban entre ellas y sus posturas dejaban en claro quien quería estar en aquella cena y quien no, Gabriela estaba sentada firme y erguidamente, sus ojos miraban a Alison pero también miraba a sus alrededores, obviamente buscándolos a ellos por entre el tumulto de gente que estaba comiendo en ese instante, y Alison prácticamente estaba recostada sobre la silla, cruzada de piernas y jugando con el tenedor, daba la impresión de que se levantaría en cualquier segundo para irse y dejar a su madre allí sola. Javier sonrió, consciente de que debía apurarse para que ello no sucediera, pero cuando intento dar el primer paso, sus pies no reaccionaron, su cerebro dejo de pensar en las probabilidades de que la noche se estropeara y olvido su motivo egoísta por el cual se encontraban en aquel sitio.

Porque a pesar de los nervios notorios de Gabriela y el aburrimiento predecible de Alison, ambas se veían hermosas. Elegantes. Con clase. Seguras de sí... Independientes. Percibió la conexión entre ellas y se encontró con el pensamiento de que quizás se habían manejado mejor sin él estorbando en sus vidas. ¿De verdad quería destruir eso por algo real?, más precisamente, ¿Para él?, ¿Valía la pena?

-El olor que desprenden los platos es delicioso.- Comento Claudia, devolviendo a Javier al presente.

-Es cierto, mi estómago está comenzando a hacer ruidos extraños que ni yo sabía que hacia.- Dijo Franco tocándose la panza.- Veamos a esas dichosas entrometidas y comamos antes de que me clave en el pecho un cuchillo de plástico.- El sarcasmo ofensivo era su estilo de vida.

-¡Franco!, deja de decir tonterías.- Hablo Javier duramente, varios comensales lo miraron por elevar la voz, pero poco le importo, de una forma u otra le debía imponer las reglas que Franco se negaba a seguir.- Hoy sé amable y compórtate como un chico de tu edad, si no tienes nada bueno para decir entones mantente callado y si te preguntan algo, contesta educadamente, y por lo que más quieras, no nos hagas quedar en ridículo, hacer todo eso por un par de horas no matara a nadie.-

A Franco se le ensancharon los ojos y su ceja se levantó inevitablemente, ¿Su padre le estaba dando órdenes?, ¿Cuantos años creía que tenía?, ¿Cinco, tal vez, seis?, una ira se apodero de él y se dijo que aquella noche seria la persona más maleducada que esas intrusas alguna vez conocerían. Y así hubiera sido, de no ser por Zack. Recordó de improviso cuando su padre le dijo que su nuevo amigo estaba a prueba, que tenía que domesticarlo y enseñarle algunos modales básicos para poder quedarse por las noches dentro de la casa. Que tenía que aplicarle y acostumbrarlo a un horario para salir y entrar a la casa cuando quisiera ir al baño y que Franco debía darle al menos tres paseos a la semana para que el animal se cansara y no llegara a la noche con tantas energías.

Franco ya no era él solo, ahora tenía a alguien más a quien cuidar y mimar, y se dijo con ironía que tener una mascota era como tener un hijo económico, ya que no requería tantos cuidados como un bebe humano. De cualquier manera, si Franco se portaba mal esa noche supuestamente tan importante para su padre y su abuela, no solo él sufriría las consecuencias, sino que también Zack las padecería. Tal vez lo correrían de la casa, tal vez no lo dejarían verlo más como castigo, tal vez su padre estaría tan enojado que lo llevaría a una perrera para que tuviera el peor final. Cada "tal vez" era peor que el anterior y él no estaba dispuesto a dejar que ninguno de esos "tal vez" sucedieran.

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