Capítulo 6.

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Aritz llegó a la zona dónde se encontraba la tienda de novias. Como siempre, ningún aparcamiento libre.

Después de dar mil vueltas y esperar como media hora, el joven fue al parking de pago pero nada. No había ni un maldito aparcamiento. Siguió dando más vueltas por la zona y de repente vio un coche que había dejado un parking libre, sin pensárselo dos veces Aritz aparcó antes de que se lo quitasen de las manos.

Está claro que todo esto lo hacía por su prima, sino con lo poco que le gusta estar de compras o ir a recoger otras cosas por el estilo, no lo hubiese soportado y ya se hubiese ido hacía bastante rato.

Cuando tenía el coche bien aparcado, bajó y lo cerró. Antes de abandonarlo por completo miró que no estuviese en zona azul y se dirigió hacia la tienda.

Por otro lado, Thalia estaba frente al espejo del pasillo dónde se encontraban los probadores.

La modista se acercó a la clienta y apuntó un par de arreglos que debía de hacer antes de entregárselo.

—Con esto arreglado el vestido ya estaría listo —dijo la modista.

Thalía asintió.

—¿Y ya estaría todo? —preguntó la jovencita.

La modista sonrió feliz.

—Sí. Si me haces el favor, te agradecería que te pusieras los complementos y todo lo demás. Digo, para ver como quedaría la última prueba y para ver que no necesita nada más—le recomendó a la futura esposa.

Thalía epezó a ponerse todo, incluidas las joyas, con la ayuda de la modista.

—Me encanta. Estás preciosa Thalía. Cuando te vea el novio se va a quedar prendado, entre tu belleza y como te queda, estas hecha toda una princesa —dijo la modista.

Thalía asintió y se miró al espejo.

—Gracias de verdad, sobre todo por tanta paciencia que habéis tenido conmigo —agradeció Thalia.

La modista se acercó y la abrazó.

—No te preocupes para eso estamos. Para el gran día es necesario que todo sea como una novia sueña —dejó de abrazarla satisfecha de su trabajo.

—¿Y para cuando estaría? —preguntó Thalía con curiosidad.

—En dos días. Mírate en el espejo de nuevo por si hubiese algo que te gustase de otra forma mientras voy a mirar unas cosas.

Thalía se quedó mirándose en el espejo sin ilusión. Como podía sentirse tan triste y sin nada de entusiasmo si estaba eligiendo el vestido de su propia boda. Definitivamente nada es como lo había soñado pero aunque le costase debía mostrarse ante todos feliz.

Aritz entró en la tienda y se dirigió al mostrador.

—Buenos días ¿En qué puedo ayudarle? —le preguntó una atractiva dependienta.

Aritz sonrió.

—Hola. Vengo a recoger un vestido de novia que hay encargado —respondió.

—Me podría decir el nombre, por favor —añadió la trabajadora.

— Está a nombre de Lucia—dijo el.

La dependienta buscó la ficha.

—¿Lucía Marín Gómez? —preguntó mirándolo a los ojos.

—Sí. La misma —asintió.

Ella cogió la ficha y salió del mostrador.

—Acompáñeme por favor —le rogó a Aritz.

La dependienta fue hacía el vestuario y entró. Aritz la siguió y nada más entrar lo que más le llamo la atención fue la silueta de una joven vestida de novia. Ni sacada de la mejor telenovela venezolana, jamás hubiese imaginado lo que estaban viendo sus ojos.

Nunca había visto tanta belleza en un mismo día y eso que solo la estaba viendo de espaldas.. pero sin duda ninguna, estaba ante un ángel y una princesa digna de un cuento de hadas.




Aléjate de mi.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora