Capítulo 4.

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Mario miró a su esposa y a su hija.

—¿Os habéis puesto ya los cinturones? —preguntó el.

Mar encendió la radio en el coche para así hacer el viaje mas ameno.

—Yo si  —contestó ella— ¿Y tu cariño? —preguntó a su hija.

Thalía no daba razones a lo que estaba viviendo, se encontraba en otro mundo distinto a la situación que la rodeaba en este preciso momento.

—¿Thalía? —pronunció el padre de la joven.

Mar miró a su hija y estiro la mano para acariciarle la rodilla. La joven señorita miró a su madre.

—Si, ¿Me decíais algo? —preguntó desconcertada.

—¿Te has puesto ya el cinturón? —preguntó el padre mientras miraba al frente.

—Si —dijo Thalía.

Mario arrancó el coche mientras revisó que todo estuviese en orden.

—¿Habéis metido todo ya o falta algo?

Mar negó con la cabeza.

—No falta nada, ya podemos irnos —dijo ella.

Mario asintió con tristeza.

—Entonces no esperemos más.

En la hacienda de al lado mientras tanto Aritz abrazaba a su madre con ganas de llorar.

—Tranquilo vida, todo estará bien —dijo mientras le acariciaba dulcemente la espalda a su hijo.

—Sin ella nada será igual —anunció cabizbajo Aritz.

Aritz miró de reojo a su padre y este cruzó la mirada con él. Escuchó el ruido del motor de un coche y lo miró fijamente.

—Parece que ya se van —les informó.

Aritz miró por la ventana, apartó a su madre y salió corriendo hacia la calle.

—Aritz, ¿Dónde vas? —preguntó Mar asustada.

Josh pegó un puñetazo a la pared.

—Aritz se puede saber que haces , ¡ven aquí ahora mismo! —gritó.

El coche empezó a alejarse cuando Aritz lo perseguía corriendo con todas sus fuerzas.

—Thalía, no te vayas por favor —gritaba mientras corría desesperado—.  No me puedes hacer esto tu no por favor. No me dejes.

Josh y Chloe salieron corriendo tras su hijo para alcanzarlo y que no hiciera ninguna tontería. Dentro del coche se escucharon los gritos y los padres de Thalía intentaron disimular que no se habían dado cuenta de nada. La adolescente se giró y vio a su mejor amigo corriendo y empezó a derramar lágrimas.

—¡¡Aritz!! —gritó.

Aritz cada vez estaba con menos fuerzas pero no desistía.

—Detente por favor —dijo llorando.

Thalía miró a sus padres.

—Papá para por favor, te lo suplico —suplicó destrozada.

Mar miró a su marido.

—Deja que se despida de el al menos, por favor.

Mario estaba hundido pero no podía permitir más humillaciones ni que la vida de su familia se volviese un absoluto infierno y sufrieran. Intentó mantenerse firme ante ellas.

—La decisión está tomada. No hay marcha atrás. —dijo serio.

El coche desapareció entre los relámpagos y la tormenta que estaba cayendo en ese momento. Aritz roto de dolor cayó de rodillas al suelo y empezó a llorar devastado.

Los padres del muchacho lo abrazaron y intentaron tranquilizarlo.

—Veras como dentro de unos días se te pasará y todo volverá a la normalidad —dijo Josh.

—Nada volverá a ser lo mismo —pronunció con odio Aritz.

Cuatro amigos se separaban, dos familias que eran uña y carne. Una falsa mentira destrozaba a dos generaciones tan distintas pero a la vez tan similares.

La vida de dos jóvenes adolescentes se quedó congelada a través del cristal del coche. Esas miradas de dos seres inocentes quedó reflejado en un paisaje tan bello pero a la vez tan desolador. Esa era el último recuerdo que tenían, si, ese desenlace trágico que se resumía en la imagen de dos niños llorando desconsoladamente por la injusta separación que se había provocado por culpa de unos anónimos. Una vida llena de ilusiones quedaba totalmente rota.




Aléjate de mi.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora