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Laura se levantó esa mañana con un humor diferente, se sentía feliz, una sensación que no todos los días podía disfrutar, ya que o estaba estudiando para los examenes o entrenaba a tenis.
O sea, tenía una vida demasiado atareada, contando además de tener que soportar a su hermano pequeño Paul que cada dos por tres le gustaba agobiarla o acerla enfadar, o sea que siempre quería ser el centro de atención, pero a veces podía ser demasiado cansino.

Vida de una chica cualquieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora