Capítulo 3
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«Sólo quiero que vuelvas, vuelve ya... Sólo quiero que vuelvas ya. Nada es igual sin ti, quiero que regreses.»
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-Bill compró una pulsera idéntica a la que usabas. Y si lo preguntas, tranquilo que la tuya la tengo asegurada. - le informó, mientras acomodaba su almohada. - Es su accesorio favorito, nunca se lo quita. Dice que es muy especial para él. - Leah sonrió al recordar a Bill cuando lo explicaba. - Parece que no te estás portando bien. - le regañó. - Has ganado una infección por el respirador. - comentó triste. - Tiene que recuperarte. - le pidió.
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-Siéntate. - le pidió su madre entrando al comedor. - Ya traigo tu desayuno. - besó su frente y entró a la cocina.
Bill le hizo caso a su madre y se sentó al frente del trenzado, quien pensaba seria una visita de su madre, y quien no dejaba de mirarlo y él sentía sus mejillas sangrar, y como una ráfaga, de pronto sintió esa seguridad y paz que le transmitía la presencia.
-Espero que lo disfrutes. - le deseó dejando el desayuno frente al rastudo. - Me llamaron de la oficina, debo irme. - informó y Bill se confundió.
Observó al trenzado, luego a su madre que salía como si nada y el trenzado desapareció junto a su seguridad y paz.
Salió a su habitación si probar el desayuno y encontró al de ropas anchas.
-Eres tú. - aseguró sin temor y el otro sonrió cálidamente. -Bi... bien...- aceptó saliendo de su asombro. - ¿Eres quien me cuida, cierto? - otro asentimiento por parte del otro. - ¿Por qué? ¿Quién eres?
El trenzado no dijo nada, solo le miró con ojos dolidos, para luego sonreírle y desaparecer.
Pasó todo el día dándole vueltas al asunto, investigando acerca de apariciones o cosas similares. Cenó cuando llegó su madre e inmediatamente volvió a lo que hacía hasta que fue vencido por el sueño.
Estaban en un bonito restaurant. Él iba muy arreglado, estaba nervioso y sonrojado, y estaba junto a aquel hombre.
-Feliz... feliz aniversario. - le deseó tímido el rastudo, tendiéndole una cajita negra terciopelada, donde reposaba un accesorio.
Despertó reconociendo al hombre, era el de todos sus sueños, aunque nunca había visto su rostro, y también reconoció la pulsera.
- ¿Quién es? - se preguntó.
Y aun estaba esa melodía en su mente que no lo dejaba en paz. Bajó rápidamente a la sala y sin sabes exactamente qué hacer, se sentó frente al piano. Cerró sus ojos y sus manos se movieron solos por las teclas.
Y lo sintió.
La presencia estaba a su lado.
Esta vez no era un viento frio. Era cálida, casi como un tibio aliento en su cuello.
Abrió sus ojos y lo observó.
El trenzado era hermoso sonriendo, pero luego lo miró triste.
Sin darse cuenta sus manos se había detenido, porque no sabía cómo seguía la melodía y el chico volvió a sonreírle y le tendió la mano. Bill sin duda la tomó y fue dirigido hasta el ático.
El chico de ropas anchas le señaló una caja.
- ¿Quieres que...?
-Sí. - escuchó esa voz grave y varonil, y se estremeció.
El más bajo revisó la caja, encontrando un montón de carpetas y papeles.
Había una linda caligrafía que reposaba sobre varias partituras como título.
-"Quiero que vuelvas." - leyó en voz alta y el trenzado asintió. - No... No sé leerla.
El de ropa ancha le señaló una nueva hoja con la letra de la canción.
- ¿Quieres que la cante?
-Por favor. - dijo y Bill volvió a estremecerse.
- ¿Y la toque?
-Debe ser perfecto.
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Pararon dos semanas y extrañaba al trenzado, pero ahora no tenía ese sueño donde sentía que perdía a alguien, solo soñaba con el hombre con el que siempre lo hacía.
Soñaba con sus besos, con sus caricias, con como reían y se sentía amado.
No sabía quién era, pero en sus sueños lo hacía feliz.
-Esto no sirve. - se quejaba.
En videos de internet aprendió un poco de solfeo, pero aun no podía tocar fluidamente la canción.
-Solo aparece y ayúdame. - pidió. - Por favor.
Sentía que solo tocando y cantando correctamente la canción, el trenzado volvería.
Y ya lo extrañaba.
Mucho.
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Luego de montones de veces practicando lo que creía correcto sintió la calidez.
Iba por buen camino, hasta que toco como no debía y sintió mucho sueño, así que, subió a su habitación vencido por el cansancio.
Sus manos se aferraron fuertemente a los barrotes sin poder controlar su cuerpo. Respiraba agitado y su anatomía desnuda se ondulaba sobre la cómoda cama.
-Uhm...- gimió, separando y flexionando más sus piernas.
Era desesperante y placentero lo que sentía.
La sabana apenas cubrían un pocos más abajo de sus delgadas caderas, y bajo ellas, alguien succionaba, penetraba y dilataba con algo húmedo su rosada, sensible y estrecha entrada.
-Uhm... Ahm... Yo... No puedo... Ohm...- gimió alto. Sus ojos se cerraron y solo suspiró arqueándose, mientras alguien besaba su sensible cuello. - Uhm...- gimoteó gustoso, entre el dolor y el placer al ser penetrado por una dotada virilidad. - Uhg...- sus labios fueron gobernados por ese hombre y se aferró a su musculosa espalda para aguantar tanta satisfacción que le provocaba los suaves embates. - Te... te amo. - dijo sin poder evitarlo.
-Yo también.
Esa voz...
Abrió sus ojos y vio el rostro, los ojos avellanas, las varoniles facciones, la perforación y las trenzas de quien se fundía en el.
Su corazón latía como loco. Luego de segundos, donde intentó calmarse y comprender algo de todo, salió de la cama y fue al ático.
Revisó una por una cada caja con lágrimas en los ojos ante lo que encontraba.
"Bill y Tom" decía el reversó de una foto donde aparecía el y el trenzado besándose tiernamente.
Miles de álbumes de fotos, cartas, regalos, peluches...
...Y lo recordó todo.
Lo que soñó hace momentos fue verdad. Los besos en la arena fueron en uno de sus viajes a la playa, la pulsera en su aniversario, y la canción la escribieron ambos.
Y lo más importante.
No iba solo en el accidente.
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- Tus valores han decaído. - comentó Leah acariciando la mano de su hermano. - Y estas muy pálido. - dijo con ojos llorosos. - No me gusta verte así. Tienes que ser fuerte y recuperarte, por favor.

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Vuelve (Bill X Tom)
Random-Creo que Bill ha olvidado ciertas cosas- -No lo sabe. - le susurró a la pelirroja. - ¡¿Qué?! -Baja la voz. - pidió. - Es mejor no mencionarlo. Cree que iba sólo durante el accidente y no lo recuerda. Enterarse de algo que tu mente no registra serí...