-Prólogo-

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De todos los lugares a dónde él hubiese ido: ese estaba en último lugar. No recordaba cuando había sido la última vez que había venido a este tipo de cosas... es más, no recordaba que haber ido a este tipo de lugares antes.

Si bien estaba ahí para hacerle un favor a una amiga suya, era porque prefería eso a: negárselo y que su hermano le dé una tremenda golpiza. No quería problemas, menos con ella, es una buena amiga... Aunque sigue estando ciega por fijarse en su hermano, bien ciega.

Estaba en una librería, donde la gente no dejaba de entrar y hacer fila. Él no estaba exactamente en la fila, mejor dicho, no estaba en la fila. Se encontraba leyendo la tercera parte de Amazing Spiderman, no se lo perdería por nada del mundo. De estar en una fila, parado, esperando llegar y con gente por todos lados, prefería estar sentado en el piso alfombrado, leyendo como Spiderman le pateaba el trasero al estúpido que secuestro a su tía May.

- ¿Puedes creerlo?-le llegó una voz femenina lejana-. ¡La vamos a conocer al fin!-sonaba muy emocionada.

¿Por qué la emoción?-pensó-Es solo un tonto autógrafo de una tonta autora de un tonto libo romántico.

Le había hecho la misma pregunta a Levy y... la verdad es que no entendió sus palabras entreveradas. Cosas de chicas, esa fue la única razón que encontró para explicar aquel interés por el libro ese.

Su vista se poso en la larga fila, provocando que su gesto se torciera.

Puso el comic en su lugar, se colgó la mochila en la espalda, se puso de pie y salió del lugar. Apenas logró salir, el sol le dio de lleno en el rostro y el calor del verano lo inundó por completo. Sin duda el aire acondicionado de adentro no estaba nada mal, ya tenía ganas de volver; pero no, no volvería hasta después de un buen rato. Primero necesitaba refrescarse un poco, tal vez compraría un helado... NO... Un helado no, eso sería admitir que el estúpido de Gray tiene razón, su orgullo se lo impedía. Se decidió por ir a una cafetería por un frappe, sí, al menos disimularía que va por algo caliente.

Comenzó a caminar en dirección a la dichosa cafetería, esperando con ansias que no hubiera mucha gente y poder quedarse a tomar su delicioso frappuccino de moca.

Cuando entró al lugar el aire frío lo hizo suspirar y claro el olor a café también. Se dirigió a pedir su frappuccino y cuando lo tuvo en mano se dirigió a una de las esquinas, justo donde pudo sentarse cómodamente a disfrutar de su bebida. Pero antes de poder tomar del líquido una pregunta invadió su cabeza: ¿Qué tiene ese libro que a Levy le gusta tanto? Sin perder un segundo puso el vaso en la mesa pequeña que tenía enfrente y comenzó a buscar el desdichado libro en su mochila. Bingo. El libro estaba en el fondo y una vez afuera, se dispuso a leer la contratapa: "Fruncí el ceño, ninguno de esos artículos me parecía interesantes. - (...) ¿En verdad crees que eso del amor a primera vista existe? No confundas las películas románticas con la vida real." La vida te hace malas jugadas, más si de amor se trata. Porque hasta en una cafetería el amor puede llegar a ti y detenerte del mayor error de tu vida. Porque las coincidencias no existen, sólo es el caprichoso destino que no te dejará cometer errores y te ayudará -aunque no lo parezca- a llegar a la verdadera felicidad.

¿Por esto había Levy dejado de divertirse por tres días?-pensó- ¿Por un libro lleno de amor rosa?-siguió preguntándose mientras dejaba el libro en la mesita- ¡Pero qué estupidez!

El joven tomó un poco del delicioso café y tomó el libro nuevamente.

.-.-.

La puerta de la cafetería se abrió, esta dejó entrar a una joven de unos cabellos rubios no muy largos, los llevaba amarrados en una coleta. Tenía puesto unos lentes grandes de sol de montura blanca, lo que impedía ver sus ojos. Tenía puesto una blusa blanca, la llevaba abierta pues debajo tenía un polo naranja de tirantes, unos shorts beige y unas convers del mismo color. Se notaba algo exhausta por los gestos que hacía y los continuos suspiros... bueno tal vez me equivoque.

AutógrafoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora