Invisible.

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Permanece acostada con los ojos cerrados y las manos una sobre la otra en su pequeño pecho.

Las crueles gotas de julio golpean el cristal pero su rostro apacible, no sufre daño. Mas bien se encuentra sereno.

Allí la veo, perdiendo completamente el color rosa de sus mejillas. Y pensar, que hace unos días ese tono adorable permanecía encendido.

La vi crecer, llorar , reír incluso amar y luego, tuve que llevarmela, porque ya no pertenecía aquí, entre los vivos.

Junto a ella están John y Lisa.

Eran divertidos aquellos días en que los tres discutían y al cabo de minutos, estaban asquerosamente abrazados viendo películas de terror hasta las tantas de la madrugada.

Ahora, incluso quizás, este un poco impresionado por las fuerzas con las que se mantienen en pie, pesé haberme llevado a su hija.

¿ Estoy sintiendo lástima ? .

Ridículo, es mi trabajo.

También están el dueto disparejo, Natalie y Fabiola.

Te preguntarás ¿ por qué disparejo?.

Simple, una es gorda y alta mientras que la otra es pequeña y delgada. Ambas están llorando, sosteniéndose la una a la otra. Cada una con una historia diferente, que a través de estos años he visto ir cambiando para bien o para mal y Anía, era el pilar de este trio.

El bello ángel de cabellos plateados y ropa negra, se encontraba sentado sobre una rama entre los árboles cercanos, experimentando emociones confusas durante el funeral que se llevaba a cabo.

La agraciada adolescente dentro del ataúd permanecía inmóvil, congelada para siempre en una edad como el niño que viaja al país de Nunca Jamás.

Sus ropas de aquel día fueron cambiadas por un vestido azul marino que resaltaba su melena color negro azabache y su piel aun más blanca que la porcelana misma.

Durante el discurso del hombre con sotana, el ángel cerro los ojos y recordó.

Aquel martes cercano al medio día, esperaba a la señora Dorothea, una anciana de noventa y tres años con cáncer terminal para que me acompañara.

Cuando presencie la persecución.

En mis años de experiencia no habría sido nada nuevo, pero quizás estoy cansado de observar a seres con una vida limitada y que aún así, tengan la impresionante capacidad de avanzar siendo que todo a su alrededor se está cayendo. Anía, era un ejemplo.

Ese día, Anía gritaba por ayuda y forcejeaba con todas sus fuerzas la única salida. Una puerta atascada, por él.

La misma persona que estoy viendo hacer la mejor actuación de su vida. El muy hipócrita llora junto a los padres de la joven.

Si pudiera contactarme con las fuerzas policiales humanas tendrían que ocupar varios casilleros para el expediente de este desgraciado. Claro, no pueden verme ni escucharme.

Excepto cuando están en ese punto crucial en que los humanos dicen ver un túnel, sólo en ese instante tendría la oportunidad de interferir pero no vale el caso, ya es tarde.

Veinte golpes en la espalda, no visibles ahora al estar acostada boca arriba.

La extraordinaria facilidad con que llegó a ella y hacerla incluso a que lo ame, para terminarla de esta forma. Desde luego, le doy crédito por su excelente actuación. Pero sobretodo, a Anía.

Ella siguió luchando hasta el final, y ése final, fue escandaloso.

Secretos de un árbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora